miércoles, 18 de septiembre de 2013
¿A QUE VA MADURO A CHINA?
Hace muchos, muchos años, en casi todas las bodegas, abastos y negocios había un cuadrito en el que aparecían dos personajes. Uno de ellos era fornido, bien vestido y a todas luces próspero. Encima de esta imagen había una inscripción que decía “Yo vendí al contado”. A su izquierda estaba la imagen de un sujeto muy delgado, casi cadavérico, con ropas raídas y actitud desfalleciente. Sobre esta patética ilustración estaba la siguiente leyenda: “Yo vendí a crédito”.
De eso ha pasado bastante más de medio siglo. En ese lapso ha quedado claro no sólo que las operaciones a crédito no constituyen necesariamente riesgo de ruina, sino que por el contrario el crédito es precisamente el motor de toda economía exitosa. En efecto, el crédito a la producción hace posible la generación de empleo y esto a su vez posibilita la producción de bienes y servicios. El crédito al consumo hace factible que esos bienes y servicios tengan demanda, y que la economía en su conjunto funcione.
DEUDAS DEL ALMA…
Quien habla de “crédito” habla de “deuda”, por lo que satanizar el término es una necedad, en la economía y en la vida. Contraer deudas es una necesidad de la existencia moderna. Casi podría decirse que es una obligación. De hecho, si usted durante toda su vida hubiese adquirido todos los bienes que ha necesitado cancelando de contado, se encontrará con un problema muy severo a la hora de realizar una operación que, por sus dimensiones, implique el pago a plazos. Adquirir un vehículo, una vivienda, un comercio, una fábrica, requerirá muy probablemente el apoyo de una institución financiera. Tal institución, antes de apoyarlo, querrá conocer sus “referencias comerciales y bancarias”, esto es, su historial crediticio.
Si en ese momento usted cree que decir “todo lo he pagado de contado” lo presenta como alguien muy solvente, se equivoca. Lo que en realidad estará diciendo es que usted no puede probar que tiene la disciplina ni la responsabilidad para adquirir una deuda y honrarla, aunque circunstancialmente tenga la disponibilidad económica para hacerlo.
DEUDA, RESPONSABILIDAD Y CONFIANZA
Y tocamos así un punto central en toda esta ecuación: la capacidad (y la vocación) para honrar las deudas. Adquirir deudas es una necesidad, pero cancelarlas es una obligación. No hacerlo es una temeridad, pues se arriesga y eventualmente se pierde lo más importante en toda transacción: la CONFIANZA, base de todo sistema de relaciones esencialmente sano.
Para no incurrir en conductas que puedan ser riesgosas (esto es, que pongan en tela de juicio la confianza) o incluso catastróficas (que conlleven la pérdida del crédito y la imposición de sanciones) hay un conjunto de claves elementales que identifican la conducta de un ciudadano (individual, corporativo o estatal) responsable. Algunas de estas son: No endeudarse jamás más allá de la capacidad de pago conservadoramente estimada, privilegiar la deuda “sana” (aquella que se traducirá en inversión para hacerse más productivo), evitar la deuda “corrosiva” (aquella destinada a solventar urgencias de corto plazo pero que, al no resolver las causas estructurales de la urgencia, terminan dejando el problema intacto… y además, el peso de la deuda).
GUERRA VS. MERENTES, REALIDAD VS. DISCURSO
Todas estas consideraciones a propósito de un tema que profesionalmente nos es ajeno no son casuales, pues obedecen a la necesidad de entender cabalmente dos informaciones surgidas en menos de 24 horas, informaciones que dibujan un horizonte extremadamente grave no sólo para nosotros, sino para nuestros hijos y nietos.
Efectivamente, el pasado martes 17 de septiembre el coordinador económico de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD), el economista ex gerente del Banco Central de Venezuela y ex director de la Escuela de Economia de la UCV José Guerra, señaló que en lo que queda de año se vencen pagos de capitales e intereses de la deuda externa que ascienden a 4.600 millones de dólares y que se deben hacer en un momento de "reservas mermadas".
Respondía así Guerra a una afirmación temeraria del Ministro de Finanzas Nelson Merentes, quien horas antes había afirmado que el país pagaría esta semana un tramo de la deuda externa “sin problemas” porque supuestamente nuestro país dispone de hasta 50 mil millones de dólares para hacer frente a “cualquier” requerimiento, incluyendo la deuda externa. La lógica utilizada por Guerra para desmantelar las expresiones de Merentes es demoledora: “Si Venezuela contara con esa cantidad de reservas no permitiría la subida del precio del dólar paralelo, llamado dólar negro”, argumentó.
El economista citó como apoyo no cálculos propios, sino cifras del mismo Banco Central de Venezuela que indican que las reservas han caído este año a 22.000 millones de dólares tras haber cerrado 2013 en 30.000 millones, esto es, MENOS DE LA MITAD de la cantidad de reservas de las que habló Merentes. "¿Por qué si tienen dólares suficientes van a permitir que el dólar negro llegue a donde ha llegado?” se preguntó Guerra, pregunta que es un camión de tierra bajo la cual yace la credibilidad del Ministro Merentes, cuyo mérito fundamental en la actualidad es que simplemente no es Giordani, lo que despierta en muchos empresarios –y aparentemente en no pocos políticos- expectativas que en realidad, a la luz de los hechos, solo son ilusiones.
RAMIREZ AGRAVA LO QUE YA ERA “MERENTIANAMENTE” MALO…
Apenas 24 horas después de estas declaraciones de José Guerra en respuesta a Nelson Merentes, en las que ubica en 4.600 millones de dólares la deuda externa venezolana por vencerse en lo que queda de año, el Ministro de Petróleo y Minería y Presidente de PDVSA Rafael Ramírez informó este miércoles 18 en su cuenta en la red social twitter lo siguiente: “@RRamirezPDVSA Con el Banco de Desarrollo acordamos los términos del Tramo C del Fondo Chino, 5.000 MM$ para los proyectos de la Patria, para el pueblo!”
Dicho en palabras breves y claras, el “gobierno” de Nicolás Maduro (con su muy precaria legitimidad, con su ya probada ineficiencia, con un desempeño que en general es malo y que concretamente en el ámbito económico es catastrófico) utiliza su estadía en el poder para endeudar más y más a todos los venezolanos. Una deuda, por cierto, que en los antipatrióticos términos en que ha sido adquirida no respeta como límite una estimación prudente de nuestra capacidad de pago, sino que por el contrario compromete imprudentemente esa capacidad al establecer la entrega de crudo como mecanismo de pago; Una deuda que en vez de ser deuda “sana”, destinada a la inversión productiva, es deuda “corrosiva” pues, más allá de los discursos y objetivos formales de los empréstitos, este es un gobierno que ni siquiera invierte en mantenimiento de la industria petrolera, por lo que a cada rato están estallando las refinerías. Una deuda que en vez de estar orientada a recuperar, fortalecer y expandir el aparato productivo nacional público y privado encuentra como pretexto y soporte la declarada intención oficial de importar “todo lo que haga falta”, mecanismo expedito para hacer quebrar lo que queda de la capacidad productiva en el campo y de la aparato industrial-manufacturero, para beneficio exclusivo de empresarios extranjeros y comisionistas locales.
MADURO: DESASTRE PRESENTE, TRAGEDIA FUTURA
Los que creyeron, en fin, que Maduro iba a China a pasear y eventualmente a aprender a montar bicicleta, ya pueden irse enterando de que la capacidad de daño de la alta burocracia gobiernera es casi infinita. Este “gobierno”, apoyado en una PDVSA que supuestamente produce entre 2,2 y 2,8 millones de barriles de petróleo DIARIOS, con un precio promedio SUPERIOR A LOS 100 DOLARES POR BARRIL (multipliquen por favor en su calculadora 2,5 millones de barriles por 30 días y ese resultado multiplíquenlo por 100 dólares y ese resultado a su vez multiplíquenlo por la estimación del día del dólar innombrable, para que tengan una idea aproximada de la montaña de dinero que este “gobierno” maneja en un mes sólo por concepto de la renta de hidrocarburos…) y que además de esa inmensa masa de dinero nos ha endeudado brutalmente con el Imperio Chino, es el “gobierno” de esta Venezuela en la que los pacientes de cáncer se mueren de mengua en hospitales sin equipos de radioterapia, la Venezuela con apagones a cada rato, la Venezuela que aún tiene a 10 mil familias en refugios indignos, la Venezuela con cárceles hacinadas en las que los reclusos se exterminan mutuamente en sangrientas orgías de brutalidad inenarrable. Para seguir viviendo en una Venezuela así es que Maduro va a China, para endeudarnos a todos mucho más.
ESPERANZA Y ACCIÓN
Hoy, antes de dormir, vaya y vea la cara de su hijito, o el rostro de su nieto, y haga un esfuerzo por imaginar siquiera el monto de la deuda que esa criatura ya tiene encima por culpa de los Chávez, los Maduro, los Diosdados, los Giordani, los Merentes y demás “tropa” burocrática que ha logrado en apenas 14 años lo que parecía imposible: Quebrar a Venezuela.
Piense en eso mientras ve como duerme su hijito, o su nieto. Y después dígase si no es urgente que le demos un parao a estos irresponsables, abriendo para esta Nación un nuevo camino de progreso, responsabilidad, productividad y esperanza.
De eso, precisamente, se trata.
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