domingo, 8 de febrero de 2015
DÍA A DÍA Y FARMATODO, "FALSOS POSITIVOS" DE UNA GUERRA INEXISTENTE...
Se acabó lo que se daba. Esto llegó al llegadero. El oficialismo es un proyecto político basado en dos pilares: recursos inagotables para satisfacer su afán corrupto (y que aun así quede dinero para “parapetear” a realazos sus evidentes fallas de gestión), y un “paraguas nuclear”, el llamado “liderazgo carismático”, utilizado para que –independientemente del daño perpetrado a conciencia y de los errores adicionalmente cometidos- las críticas se estrellen contra la fuerza del “carisma” y así nunca el pueblo responsabilice al gobierno.
¿QUÉ ESTA PASANDO?
Resulta que todo eso se acabó: La corrupción y la ineficiencia crecieron tanto que ni con el barril de petróleo a 120 dólares se daban abasto. Por eso el gobierno recurrió a un endeudamiento tan masivo como irresponsable, ya que no era “deuda sana” para industrializar el país sino “deuda tóxica” para comérsela, para pagar quince y último a la burocracia improductiva, para repartir cachivaches electrodomésticos en las campañas electorales.
Pero eso tampoco alcanzó porque a la muerte de Chávez la corrupción, que ya era masiva, se desbocó en un frenético “sálvese quien pueda”. No alcanzaron ya los dólares para satisfacer a los corruptos y al mismo tiempo realizar la importaciones de alimentos, medicinas y bienes esenciales que permitieran tapar el inmenso daño que Chávez hizo al país al destruir su aparato productivo. Puestos a escoger entre los corruptos y el pueblo, el gobierno optó por castigar al pueblo: se restringieron las importaciones y vino la escasez, las colas, la angustia.
Y fue entonces que se dieron cuenta de lo obvio: este es “el gobierno de los mismos”, pero no es “el mismo gobierno”. Ciertamente, el diosdado-madurismo es como el chavismo, pero sin dinero suficiente para mantener la coba de su supuesto amor a los pobres. Es como el chavismo, pero sin carisma. Es como el chavismo, pero sin pueblo. Es como un arroz con pollo pero sin pollo, porque además pollo no hay.
Por eso es que hoy el gobierno esta tratando de resolver con sapeo masivo, represión, carcelazos, amenazas y amedrentamiento lo que antes resolvía con dádivas y enamoramiento. Porque ya no tiene dádivas para dar, y porque ya no tiene quien articule un discurso que enamore. Hasta aquí llegaron los imitadores…
¿QUE DEBEMOS HACER?
¿Que debemos hacer? ¡Mucho! Pero “mucho y distinto”, porque la situación ahora es muy diferente. Es decir, no se trata de que “ahora si” tenemos que movilizarnos “como antes”. Lo que se hizo “antes”, con sus aciertos y errores, fue consecuencia de la situación que antes existía. Hoy tenemos una situación completamente distinta. Hoy el descontento no se encuentra focalizado en un sector social, en un área geográfica o en una determinada corriente política. Hoy el descontento es generalizado, ocupa todo el país, atraviesa transversalmente todos los sectores sociales y está presente en todas las corrientes. No tiene sentido hoy “llamar al pueblo en la calle”, porque el pueblo ya esta en la calle, y esta molesto. No tiene sentido desarrollar acciones “de vanguardias”, porque el pueblo no necesita ya el “estimulo” de las vanguardias para indignarse por lo que esta pasando. La situación hoy es distinta; La oposición también debe serlo.
Desde el 3 de enero cuando lanzamos desde la MUD la operación #IndignaciónyEsperanza, acompañando a la gente en las colas, distribuyendo agua en vasitos marcados con la inscripción “no te acostumbres a la cola, tenemos derecho a vivir mejor”, conversando con nuestros hermanos, acompañándolos en su indignación y promoviendo en ellos la reflexión y la esperanza de un cambio en positivo, no faltaron comentarios sarcásticos: “llévenles sillitas para que se sienten”… “porque no les llevan también baños portátiles”… “mi trabajo no es hacer la cola cómoda, sino luchar para que no haya colas…” etc. Por su lado, el gobierno si se lo tomó en serio: Anunciaron el despliegue de 20 mil “patriotas cooperantes” para “detectar, denunciar y reprimir” lo que denominaron como “saboteo” en las colas. Hasta el momento de escribir estas notas, unos treinta jóvenes en todo el país, militantes de distintas organizaciones de la MUD, han sido hechos presos por el “delito” de acompañar al pueblo en su rabia y mostrar a esa indignación un cauce democrático, una esperanza de cambio.
Aun así, todavía algunos creen que estar con el pueblo en las colas (es decir: salir de verdad al encuentro del descontento popular, allí donde esta, para poder capitalizarlo) no es “tomar la calle”. Son los que creen que “la calle” es una marcha, o una barricada. Son los que olvidan que “la calle” es ese vasto espacio que esta mas allá de la puerta de su casa, y que hoy el rol de un ciudadano democrático en la calle no se reduce a aplaudir delante de una tarima o a tragar gas lacrimógeno detrás de una barricada, sino que consiste en hablar, persuadir, convencer y conquistar a esos compatriotas que alguna vez apoyaron el proyecto oficialista y que hoy están amargamente desengañados.
¿PARA QUE DEBEMOS PREPARARNOS?
Frente a este panorama debemos prepararnos para ganar, y también para vencer la turbulencia que se producirá antes, durante y después del triunfo del pueblo democrático sobre el desgobierno. Eso pasa por tener dirigentes que en vez de competir entre si por quien es mas influyente, compitan todos juntos contra el régimen; Pasa por lograr que nuestros partidos democráticos den cada vez mas visibilidad, vocería y respeto a sus propios militantes y dirigentes de base, fajados en la lucha social; Pasa por que en vez de una ciudadanía instalada en un rol de “espectador” o de “víctima”, quejándose de lo que hace el gobierno y de lo que deja de hacer la oposición, tengamos una ciudadanía proactiva y resiliente, capaz de promover Y DE SER EL CAMBIO QUE PROMOVEMOS allí en la cuadra, en el edificio, en el barrio, en la urbanización; Pasa por tener claro que tenemos un proyecto: La Venezuela Unida; Tenemos un objetivo: El cambio político urgente, no solo de gobierno sino de modelo; Tenemos una estrategia: Democrática, pacífica, electoral y constitucional. Y tenemos una fuerza, la unidad: ¡La Fuerza Es La Unión!
¿COMO PODEMOS HACERLO?
¿Cómo hacerlo? ¡Conservando foco en nuestra estrategia democrática y electoral, y teniendo conciencia además de que estamos en una crisis política y económica en la que pueden emerger diversos escenarios frente a los que no cabe la improvisación, sino el tener protocolos de actuación previstos y consensuados!
En ese sentido, los líderes fundamentales de la oposición ya han dado muestras recientes de haber entendido y aceptado el reclamo de un país que quiere verlos juntos no solo en fotos y declaraciones, sino en luchas y acciones; Los partidos avanzan, si bien con un ritmo más lento del necesario, en la construcción de una oferta unitaria que involucre primarias y consensos; los independientes con la Unidad avanzamos también en la construcción de espacios de participación para no ser mas “espectadores o víctimas” sino actores del proceso generador de cambio. En las comunidades, en el edificio, el callejón, en la escalera, debemos constituir Comités de la Unidad para hacer política democrática desde la base, es decir, luchar por la mejora de la calidad de vida del sector donde vivimos sin perder nunca de vista la necesidad del cambio democrático en el país.
Simultáneamente hay que sostener la solidaridad con los presos políticos, los exiliados, los estudiantes presos y judicializados, con los trabajadores y propietarios de empresas y comercios que, como Farmatodo y Día a Día, han sido “intervenidos” por el gobierno para usarlos como “falsos positivos” que den alguna credibilidad a su necia tesis de la “guerra económica” como justificación y excusa del desastre descomunal del régimen hambreador y represivo.
Si usted esta en cualquiera de estas iniciativas, y alguien desde la comodidad de su teclado le dice “vamos a la calleeee”, respóndale amablemente: “En la calle estoy, en la calle con pueblo por convencer ¡Vente conmigo! ¡Todos hacemos falta!”
¡Palante!
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