Nuestro artículo del Día del Niño… ¡De
hace 10 años, publicado el domingo 20 de Julio de 2008!
Un teatro abarrotado de víctimas pequeñas...
Bajaba por la calle principal del Barrio
San José, en Petare Norte cuando un niño -no más de doce o trece años- se me
cruza en el camino, se levanta la camisa, cruza los brazos sobre su hundido
abdomen, saca del cinturón dos relucientes pistolas niqueladas y me dice:
"Mira, tu, el de la cámara, ven y me tomas una foto así", y posa con
los brazos ahora cruzados sobre el pecho, exhibiendo las armas a la altura de
sus hombros.
"Yo no tomo ni publico ese tipo de
fotos", contesté.
Me miró sorprendido: "A mi si me
interesa esa foto, pa´ que me respeten", dijo.
Ante esta respuesta del niño, a quien
llamaremos "Mario", me detuve y le dije: "Ven acá, que te voy a
echar un cuentico…"
Nos sentamos cerca de la mesa de
ping-pong, un armatoste de concreto al lado de la Escuela José Manuel Núñez
Ponte. Le conté de mi niñez en los barrios (Párate Bueno en Antímano, Los
Magallanes de Catia, Ruiz Pineda en Caricuao…), y entró en confianza.
Mario me contó de las palizas que le
daba el padrastro. "Un día me amenazó con una olla de agua caliente, yo
agarré un cuchillo y se lo clavé. El tipo era un chigüire, un mamag…. ¡Cuando
vio su propia sangre le dio un yeyo!"
Así empezó, a los nueve años, su vida
en la calle. Me contó cómo el frío de la noche y el frío del miedo lo dotó de
una nueva "familia": Otros cinco niños, tres varones y dos niñas, sin
hogar como él, que de día andaban juntos para conseguir que comer y de noche se
turnaban para dormir, a fin de evitar las "sorpresas" que les daban
otros indigentes o algunos policías, "sorpresas" que solían terminar
en palizas o violaciones.
Me contó como las nauseas lo salvaron
de meterse a "huelepega", pero no lo alejaron luego de otras
adicciones. Ahora, a los trece años, Mario ya se consideraba "un hombre
que sabe como es la vaina": Tiene un rancho, dos mujeres y una banda. Y
una obsesión: "El que no me respeta, se muere".
Hablamos desde las cinco de la tarde
hasta casi las nueve de la noche. Me escoltó hasta la salida del barrio. Cuando
nos despedimos, le dije: "Bueno, ya que pasaste por eso y sabes como es todo,
salte de esa vaina. Si sigues así no vas a llegar vivo a los 18 años".
"¿Y pa' que quiero yo viví
tanto?", me contestó. Diciendo eso, pegó una risotada. Una risa extraña,
porque aunque los labios reían, los ojos estaban serios, duros. Se despidió chocando
sus nudillos contra los míos, y echó a correr cerro arriba.
Tenía razón. "Yo no voy a quedá
pa' semilla", había dicho.
La semana pasada supe que lo habían
matado en un "tumbe", una disputa por un botín. Mario tenía 4 años de
edad cuando el hoy Presidente de la República Hugo Chávez prometió solemnemente que si no
acababa con el drama de los niños de la calle en un año, se quitaba el nombre.
Cinco años después de esa promesa, Mario se convirtió en niño de la calle.
Nueve años después, ya era cadáver.
Hace 9 años los "niños de la calle" eran criaturas dedicadas fundamentalmente a la mendicidad.
Hoy siguen siendo víctimas, pero además
de agredidos también son agresores: Los delincuentes más violentos, más
sanguinarios, tienen entre 11 y 16 años. Ya no son sólo instrumentos de
criminales de más edad, que los usan porque la legislación vigente aplica penas
menos severas a transgresores menores de 18 años. Ahora son bandas autónomas
integradas por casi niños, temidas en su ferocidad hasta por los delincuentes
mayores.
En 2003 hubo en Venezuela un total de
923 muertes violentas de niños, niñas y adolescentes, para un promedio mensual
de 87,7 víctimas;
En 2004 el total subió a 1031 muertes
violentas de niños, niñas y adolescentes, y el promedio mensual se ubicó en
93,8;
En el 2005 el total de niños, niñas y
adolescentes victimas de muertes violentas subió a 1045, con un promedio
mensual de 95 víctimas, según cifras de la Dirección de Estadísticas del CICPC
procesadas por CECODAP, una ONG especializada en la defensa de los derechos de
los niños, niñas y adolescentes.
Según la Fundación Escuela de Gerencia
Social, adscrita al Ministerio del Poder Popular para la Planificación y
Desarrollo, en ese mismo período los delitos cometidos contra niños, niñas y
adolescentes pasaron de 6.782 casos denunciados a 8.169.
Según el Monitor de Violencia e
Inseguridad de la Asociación Civil Radar de los Barrios, el 2008 podría cerrar
con una cifra cercana a 1200 niños, niñas y adolescentes víctimas de muertes
violentas.
Para
dar una idea de lo que significa esta cifra, es como si llenaran la parte baja
de la Sala Ríos Reyna del Teatro Teresa Carreño con niños, niñas y
adolescentes, y los asesinaran a todos. De eso, de algo tan monstruoso como
eso, estamos hablando.
Hoy, Día del Niño, pensemos por un
instante en los niños que, como Mario, no llegarán a cumplir 20 años, atrapados
en las garras de la violencia.
Hoy, Día del Niño, pensemos también en
los niños y jóvenes que caerán víctimas de sus balas.
Pensemos en el crimen que significa
haber gastado todo el dinero que ha entrado en Venezuela en los últimos nueve
años sin haber construido un país más seguro, menos violento, para nuestros
hijos.
Hoy, Día del Niño, pensemos en la burla
sangrienta que significa llamar ahora "niños de la Patria" a quienes
antes se llamaban "niños de la calle", como si el mero cambio de
nombre significara de verdad un cambio en la vida.