Esa es la pregunta que en los últimos siete días me hicieron
los pescadores de Margarita y Coche, los
agricultores de Carayaca y El Junko, los trabajadores varguenses del puerto y
de la aduana marítima, los vecinos del Foro de San Antonio de Los Altos y los
activistas del Radar de los Barrios: “Ajá, Chúo… ¿En donde estamos?”
A todos respondí que primero era necesario definir “¿Quienes
somos?”, y la respuesta a esa interrogante es tajante: ¡Somos la mayoría! La
Venezuela que quiere cambio sigue siendo abrumadoramente mayoritaria, a pesar
de las agresiones del régimen, de su estrategia desmoralizadora y divisionista,
y a pesar incluso de los errores de una dirección opositora que equivocadamente
creyó que “el tiempo de Dios” había llegado y que (“ahora sí”) estaban dadas
las condiciones para algo parecido a “La Salida Parte II”.
SUPERANDO
SUPERSTICIONES, REENCONTRANDO FORTALEZAS
Y ¿dónde estamos? Pues hay que decirlo con franqueza: Estamos
superando dolorosamente las supersticiones de la “épica” y reencontrándonos con
nuestras verdaderas fortalezas; Estamos retomando la única estrategia que nos
ha dado victorias, la estrategia pacífica, electoral, constitucional y
democrática; Estamos hablando menos de lo “jurídico-político” y acercándonos
más al hambre concreta de la gente, a la rabia del paciente sin medicinas, al
dolor de la víctima de la inseguridad, al indescriptible horror del compatriota
forzado a comer de la basura.
EL
RÉGIMEN ES UNA PREPOTENCIA QUE SE EXTINGUE
El régimen grita, amenaza, ofende, persigue y encarcela…
¡Pero no gobierna! No puede hacerlo. No tiene con que, no sabe cómo, a veces
parece que ni siquiera le interesa, concentrado como esta en disfrutar lo que
queda del botín petrolero. Maduro no se ha “fortalecido”, de hecho ni puede
estabilizarse. El régimen es una prepotencia que se extingue, es una hegemonía
a la que le pasó su hora, es un horror por el que nadie sentirá nostalgia, y de
cuyo recuerdo ellos mismos serán los primeros en desmarcarse.
LA
OPOSICIÓN SERA PODER, PERO NO HABRÁ TABLA RASA
La oposición en cambio tiene mucho que hacer. Tiene que corregir su nefasto intento de
“desaparecer” a la Unidad, tiene que dotar de gobernabilidad a esa alianza para
poder ofrecer creíblemente gobernabilidad al país, tiene que asumir que un
gobierno sin pueblo y una oposición sin ejército no pueden resolver el drama venezolano
por la vía de la fuerza, y que en consecuencia esta planteada la necesidad de
una NEGOCIACIÓN POLÍTICA CON RESULTADOS que abra camino a una TRANSICIÓN
PACTADA A LA DEMOCRACIA, es decir, tiene que disponerse a ser poder, a ser
gobierno, en las difíciles y exigentes condiciones en que tal escenario es
posible.
NI
EUFÓRICOS NI DEPRIMIDOS: ¡RESILIENTES!
Los ciudadanos también tenemos tarea pendiente: Tenemos que
enfrentar al régimen con consistencia, sin tornarnos “eufóricos” cuando las
cosas aparentan estar bien y sin “deprimirnos” cuando el panorama no es tan
halagador; Tenemos también que apoyar a nuestro liderazgo democrático como
ciudadanos que somos, no como “fans” cuando estamos de acuerdo o como detractores
cuando tenemos diferencias. Tenemos que
ser el cambio que pregonamos, y parte importante de ese cambio consiste en
superar la incondicionalidad como mecanismo de adscripción política, y superar
también el morbo destructor como reacción “despechada” cuando la
incondicionalidad se desvanece.
ENTRANDO
EN LA ZONA DE MUY ALTA TURBULENCIA…
Este fortalecimiento del talante ciudadano y comunitario es
fundamental porque el país ha entrado en una zona de alta turbulencia de la que
no será posible salir confiando en “salidas mágicas” (salvadores de la patria,
intervenciones militares, milagrosos colapsos internos del régimen…) ni tampoco
por la vía de métodos ordinarios, regulares (“esperemos tranquilos hasta el
2018, que seguro habrá elecciones y saldremos de esto”) porque esta situación
ni es regular ni es ordinaria…
ACTIVARNOS
PARA QUE EL HAMBRE NO NOS AÍSLE
En efecto, el agravamiento extremo de la crisis económica
nos obligará a variar rutinas y hábitos, y sustituirlos por estrategias de
supervivencia. Para evitar que el
régimen logre su objetivo de desmovilizarnos por hambre, al tener todos que
gastar buena parte del nuestro tiempo en buscar que comer, es fundamental que
esas estrategias de supervivencia sean de carácter multifamiliar y comunitario,
de manera que la lucha por sobrevivir refuerce en vez de disolver nuestra
conexión con el prójimo que, además de vecino, es compañero de lucha.
ACTIVARNOS
PARA QUE LA CENSURA NO NOS CIEGUE
Lo mismo ocurre con el crucial tema del ayuno informativo:
Es previsible que, al no poder evitar su deterioro, el régimen al menos
pretenda ocultarlo. Es esperable entonces que se produzcan nuevos cierres de
medios de comunicación convencionales, y que la inconstitucional censura se
extienda incluso a medios electrónicos y redes sociales. Ante ese muy probable
escenario es fundamental que cada uno de nosotros incremente su participación
organizada en redes humanas: Que cada quien se incorpore a un partido político,
a un sindicato, gremio o a la organización no gubernamental de su preferencia,
porque será la información que fluya por esas redes humanas la que nutrirá
nuestro conocimiento de la situación y muestro accionar ciudadano.
ACTIVARNOS
PARA QUE LA VIOLENCIA NO NOS SITIE
Históricamente, en situaciones de alta escasez de bienes
esenciales, el “mercado negro” se convierte en el único mercado real y -en la
medida en que la escasez incrementa ansiedad y precios- grupos violentos
terminan manejando ese opaco intercambio. Ya el régimen ha iniciado ese triste
camino, encargando en algunas zonas a los paramilitares mal llamados
“colectivos” de los programas oficiales de venta y distribución de alimentos.
Hay que prepararse entonces, creando redes de intercambio que permitan a las familias
el acceso a bienes de consumo al margen de los violentos traficantes rojos del
mercado negro.
Porque la turbulencia va a pasar, y el régimen también pasará, y
quedará el país como reto a construir y promesa a honrar. Y también quedarán los ciudadanos, colocando
cada quien su ladrillo para levantar esa casa de todos llamada Venezuela.
¡Palante!
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