sábado, 28 de diciembre de 2013

EL DÍA QUE AMALIA PÉREZ DÍAZ ME SALVO LA VIDA



(Carta Abierta de fin de año, dirigida al liderazgo responsable que existe en el oficialismo y en la Alternativa Democrática...)

Corrían los tempranos años 80. Una pequeña multitud contenía la respiración en la semipenumbra del Teatro Las Palmas. Allí, en la escena, una contundente Elvira Ancizar, personificada por Doña Amalia Pérez Díaz, zahería con burlas y compasivas malquerencias a un atribulado Pio Miranda que -encarnado magistralmente por Fausto Verdial- juraba y perjuraba que trasladaría su desgarbada humanidad desde la pensión en que residía, ubicada en la catiense subida de Gato Negro, hasta un koljoz remolachero en Ucrania, adonde se llevaría a María Luisa -su novia y hermana de la incrédula Elvira- para que sus hijos no nacieran “en esta equivocación de la historia”. Si, veíamos “El Día que me Quieras”. El rítmico texto de Cabrujas y la extraordinaria veracidad de las actuaciones mantenían en vilo a todos los que estábamos allí, embrujados por la historia, la poesía, el ingenio... cuando, bruscamente, todo cambio.

 
El mundo “se fue a negro”: Todas las luces se apagaron, un fuerte olor a quemado invadió la sala, y las lámparas de emergencia colocadas sobre las puertas de salida dieron un toque siniestro a la situación. La agitación, a punto de convertirse en pánico, recorrió las butacas y alteró semblantes, cuando desde la total oscuridad del fondo de la escena se oyó la voz firme de Doña Amalia: “Señoras y señores, la función debe continuar”. Luego la voz, tranquilizadora y demandante al mismo tiempo, dijo la frase correspondiente del texto que daba pie al otro actor a pronunciar su parlamento, y seguir así con la obra. De esa manera estuvimos oyendo sin ver el montaje teatral convertido en novela radial por unos minutos, los necesarios para que el personal de la sala abriera las puertas y procediera a evacuar ordenadamente el aforo.


Salimos, cruzamos la avenida, nos colocamos frente a la fachada del teatro… y de repente empezamos todos a aplaudir, conscientes de haber sido salvados por el temple de esa gran dama cuya voz serena contuvo los terrores que en el alma humana siempre resurgen ante la mezcla de oscuridad y peligro de fuego. Allí nos quedamos, aplaudiendo y gritando “¡Bravo!” una media hora, tiempo suficiente para que los bomberos se hicieran presentes, conjuraran la causa del desperfecto, determinaran que la sala era ya segura y los diligentes guías nos invitaran nuevamente a pasar a su interior, donde estuvimos hasta que los acordes finales de La Internacional dijeron a María Luisa Ancízar que -aunque tuvo la gloria de conocer a Gardel- jamás sembraría remolachas en estepas ucranianas. La cerrada ovación de pie premió esa noche la belleza del texto, los aciertos de la dirección y el desempeño de los actores. Pero además reconoció la gracia y valentía de una gran señora que, en medio de la oscuridad, supo convocar a la serenidad y al coraje.


2014, EL AÑO EN QUE DEBEMOS SALVARNOS ENTRE TODOS

Comparto este recuerdo no sólo porque es hermoso, y por eso constituye un buen regalo de Navidad y Año Nuevo para los lectores. Además de hermoso, ahora es útil y pertinente, pue así como Doña Amalia Pérez Díaz actuó con valor ante la oscuridad y la amenaza, y supo promover asertiva serenidad en la conducta de los asistentes a aquella velada a punto de transformarse en desastre, también hoy, en el umbral del 2014, los venezolanos debemos actuar con serena valentía ante un panorama en que los tintes oscuros, es preciso decirlo, no están de un único lado.


No se trata sólo de que el país ha perdido ya la cuenta de las devaluaciones que nuestra moneda ha sufrido durante el 2013; No se trata únicamente de que el precio interno de la gasolina (que, efectivamente, es un regalo) dejará de serlo para nuestro pueblo, mientras nuestro petróleo seguirá siendo regalado a gobiernos -que no a los pueblos- que son socios políticos del gobierno venezolano en el exterior; No se trata sólo de que 2013 cerrará con más de 24 mil venezolanos asesinados por el hampa, o de que enfermedades como la malaria estén ya a las puertas de Caracas tras haberse comido medio país. No. La situación es mucho más grave que todo eso.


Lo grave del asunto es la continuada y amarga falta de amor con que nuestro país es maltratado por ambos extremos de la polarizada escena política: Mientras en el extremo oficialista creen que mantenerse en el poder justifica el sacrificio de cualquier cosa (desde la calidad de nuestras escuelas y hospitales hasta la vida de nuestros policías y la ruina de nuestros comerciantes; desde vulnerar la estructura republicana de estados y municipios hasta afectar severamente la credibilidad del Banco Central, en fin...), en cierto extremo opositor consideran que doce meses sin elecciones son oportunidad propicia para mandar al cuerno los avances logrados y precipitarse, cuchillo en mano, a dirimir “liderazgos” en una pugna en que personalismos y “predestinaciones” intentan ocultar la ausencia de proyectos de país y tesis doctrinarias. Mientras el pueblo sufre los rigores de la más severa, violenta y disolvente crisis nacional que hayamos enfrentado desde fines del siglo XIX, el liderazgo nacional se ve asaltado por “Ches Guevaras” de mentira y “Napoleones” de opereta, combinados en una farsa que no da risa, sino miedo.
 

Como en aquella sala del hace tiempo desaparecido Teatro Las Palmas, es en medio de esa oscuridad y de ese olor a incendio que debe hoy levantarse, desde ambos lados del espectro político venezolano, la voz de un liderazgo responsable. En el oficialismo tiene que haber gente que entienda que el capital político, social y afectivo del chavismo es formidable y que, aunque no haya sido nunca realmente un proyecto mayoritario, conducido responsablemente puede ser una fuerza que gravite durante mucho tiempo en la vida política, económica y social del país; En el ámbito opositor tiene que haber, además de voces serias como las de Capriles, Falcón, Aveledo y Ledezma, otras igualmente responsables que también entiendan y asuman la necesidad de transformar lo que fue una coincidencia electoral en una propuesta política y una fuerza social, capaz de brindar una salida pacífica, constitucional y democrática a esta delicada encrucijada nacional.


Esa es la voz que necesitamos oír justo ahora, cuando 2014 se acerca en medio de oscuros nubarrones: Una voz plural y coherente, que llame con valentía a la serenidad y a la moderación, y que tenga claro que Venezuela es un país, no un botín, y que por eso quienes luchan por el poder deben “hacer política” tratando de ser y hacer mejor que el otro, en vez de buscar “destruirlo”, porque “destruir al otro” es también destruir al país, ya que el país somos todos, ¡TODOS!


Si eso llegara a ocurrir entonces sí, ciertamente, habría amplias posibilidades de que 2014 sea un FELIZ AÑO NUEVO!

¡Palante!

Ahora más que nunca...
¡FUERZA, VENEZUELA!

sábado, 21 de diciembre de 2013

¡DIÁLOGO SI, "DISTRACCIÓN" NO!


Así como no se necesita ser militar para ser militarista, también es posible ser chavista sin haber votado nunca por Chávez. En efecto, el “chavismo” es mucho más que una traicionada esperanza de redención social, más que el aprovechamiento político del resentimiento social, más que una maquinaria electoral recostada al poder del Petro-Estado; es más que una red de testaferros, comisionistas y “cuanto-hay-paeso”, y es mucho más que una burocracia ineficiente, corrupta y presupuestívora: El chavismo también es una cultura política. Entre las claves de identidad de la cultura política chavista está el sectarismo, esto es, la certeza de que para controlar al país hay que dividirlo, y que para perpetuar el dominio sobre la parte no chavista del pueblo ésta debe ser ignorada, estigmatizada, silenciada, perseguida, criminalizada. Para el sectarismo oficialista el pueblo opositor no es pueblo: es “escuálido”, “apátrida” o, más recientemente, “parásito”. Para los provisionales dueños del poder quien no comulga con su credo no es un compatriota con ideas diferentes, sino un “enemigo interno”. Y con el enemigo no se dialoga. Se puede dialogar con el adversario, pero al enemigo se le combate, se le derrota…
 

“CHAVISMO INVOLUNTARIO”

Esa terrible visión del mundo es la que sin darse cuenta asumen algunos opositores que, argumentando la presunta condición no democrática de todo el chavismo (como si el chavismo fuera una totalidad homogénea…), esgrimen a su vez posturas que tampoco son democráticas, como el rechazo a la mera posibilidad de diálogo con quienes aún representan a un sector minoritario pero muy importante de la sociedad. Quienes desde posturas opositoras rechazan el diálogo porque cuestionan la “sinceridad” del gobierno olvidan que el diálogo es el mejor instrumento para poner al descubierto inconsistencias, mentiras y agendas ocultas; Quienes desde posturas opositoras rechazan toda posibilidad de diálogo con el gobierno argumentando diferencias de principios (“con represores no se dialoga”… “con corruptos no se dialoga”…”con comunistas no se dialoga”… etc.) olvidan que para los demócratas el diálogo con los que piensan similar a nosotros es bueno, pero con los que piensan distinto a nosotros es indispensable; Finalmente, quienes desde posturas opositoras rechazan toda posibilidad de diálogo con el gobierno porque el oficialismo “nos va a manipular”, simplemente expresan un profundo problema de autoestima…


EL BARRIO Y LA VERSION OFICIALISTA DEL “DIÁLOGO”

Dejando sentada así nuestra visión crítica hacia ambos extremos del polarizado espectro político venezolano, pasamos a formular algunos alertas y sugerencias nacidas de nuestro ejercicio diario como activistas comunitarios, de lo que pasa en procesos de “diálogo” entre gobierno y comunidad en barrios populares de todo el país. Lo primero que podemos destacar desde esta experiencia es que para el gobierno el “diálogo” surge como opción sólo cuando es inevitable. Sólo cuando pierden la mayoría en la organización comunitaria, y cuando la protesta social pone en pública evidencia la ineptitud oficial, es cuando los burócratas aparecen en el barrio, convocando a “mesas de diálogo” para abordar las causas de la protesta. Dicho de otra manera, para el oficialismo invocar al diálogo suele ser una estrategia “defensiva”, no parte de “ofensiva” alguna. Tener eso en cuenta puede ayudar a colocar en perspectiva adecuada lo ocurrido en Miraflores en días pasados.
 

Lo segundo a destacar es que para la comunidad el diálogo no es un fin en sí mismo aunque el gobierno suele empeñarse en presentarlo así. En muchísimas ocasiones, ante el reclamo por la poca productividad del diálogo mediatizado, los burócratas suelen responder diciendo “pero al menos estamos aquí. ¿Cuándo se había visto antes a un Presidente dando la cara así ante el pueblo, reuniéndose aquí en el barrio”, como si hacer su trabajo fuera una gracia a aplaudir y no obligación a cumplir. Dicho de otra forma, el diálogo es para el pueblo un mecanismo para construir soluciones, y para los burócratas suele ser una excusa para ganar tiempo y desgastar expectativas. Tener eso en cuenta puede ser clave para que los representantes de la Alternativa Democrática adopten un enfoque centrado en resultados en el proceso de diálogo que –se supone- debería desprenderse de la reunión entre el Poder Ejecutivo y los alcaldes y gobernadores demócratas.


¿DIALOGANTES? ¡SI! ¿ASERTIVOS? ¡TAMBIÉN!

Somos optimistas frente al diálogo como expresión de la cultura democrática, y como proceso que hará evidente -sobre todo a los sectores decepcionados del pueblo chavista- el origen real de los problemas que enfrenta el país y la pertinencia de las soluciones que propone la Alternativa Democrática. Al mismo tiempo decimos con claridad que no lo somos frente a la intencionalidad del gobierno en el uso del diálogo: TODA la estrategia oficial (desde la creación de las REDI y los gobiernos paralelos hasta la imposición del inconstitucional Registro de Organizaciones Sindicales; desde la Resolución 058 que coloca la gestión escolar en manos de los llamados Consejos Escolares hasta la brutal criminalización de los gremios empresariales de la industria y el comercio…) está montada sobre la lógica de la confrontación. En ese contexto, el llamado a “diálogo” no parece parte real de la receta oficialista, sino eso que los estrategas militares llaman una “distracción”: Fingir un ataque en un lado, para atacar realmente por otro.


PODER DE CAMBIO, EL CAMBIO DEL PODER

Hay que recordar también que esa lógica y estrategia confrontacional tienen un carácter DEFENSIVO por parte de una cúpula que elección tras elección, día tras día, ve como se hace trizas su antigua mayoría. Atención: el poderío oficialista ha sufrido mucho más que una reducción en su número. En realidad ha sufrido una alteración en su naturaleza. En tiempos del Chávez triunfante (1998-2006) la esencia del poderío oficialista era su hegemonía en la calle, la esperanza popular de que se alimentaba; de 2007 en adelante el poder oficialista se ha fundamentado de manera creciente en la manipulación de las instituciones, en las trampas jurídico-políticas que le permiten mantener el control de la vida social sin tener ya ni el fervor ni el favor de las mayorías. Ese proceso de deterioro, perceptible aun estando Chávez con vida, ahora es más evidente porque es más agudo.


Ese es el adversario que intentará convertir al diálogo en circo, mientras nuestro deber es utilizar ese diálogo como oportunidad para seguir promoviendo el acercamiento del pueblo opositor al pueblo oficialista, para seguir despolarizando al país en lo social y cultural, para seguir construyendo conciencia y musculo democrático en esos espacios populares en los que antes sólo estaba presente la acción social del Estado transformada en sectaria herramienta de manipulación partidista.

Ese es el reto. Sigamos avanzando. Sigamos sembrando para poder cosechar.

¡Palante!

domingo, 15 de diciembre de 2013

LO UNICO PEOR QUE UNA VICTORIA FINGIDA ES UNA DERROTA INVENTADA...


El 8D contiene muchísimas lecciones y enseñanzas: En medio de una crisis económica espantosa y de una situación de aguda violencia social, exacerbada por el gobierno con lo que hace y también con lo que deja de hacer, el pueblo venezolano reiteró su decisión de usar el arma del hombre libre, el voto, como instrumento y camino para dirimir diferencias y construir convivencia. Queda por ver si los dirigentes políticos de uno y otro sector tienen la calidad necesaria, la estatura indispensable para ver entender esas lecciones, asimilarlas y actuar en consecuencia.


LAS VICTORIAS SON COMO LOS CHISTES…

…si tienes que explicarlas es porque no funcionan! Eso es lo que le ocurre al gobierno: Empeñado en presentar los resultados del 8D como una “victoria”, el madurismo (fase terminal del oficialismo) no termina de comprender que su derrota la empezó a construir él mismo mucho antes del 8D: Cuando le impusieron a la base chavista candidatos que no tenían nada que ver ni con el municipio, ni con la lucha social, ni con la actividad política; Cuando desterraron de la campaña electoral el color rojo, conscientes de que restaba en vez de sumar; Cuando decidieron que NINGÚN candidato en ningún municipio del país apareciera en un afiche o en una foto de campaña con Maduro, porque se “rayaba”…


Cuando asumió esa campaña vergonzante, la burocracia del chavismo sin Chávez admitió públicamente que iba hacia una derrota, la cual se vio confirmada por unos resultados claros en su crudeza: el PSUV sale del 8D con menos alcaldías y menos concejales de los que tenía antes, controlando municipios en los que vive una población total mucho menor que la que vive en los municipios controlados por la oposición y enfrentando un panorama nacional en que los votos sumados de todas las opciones distintas al oficialismo suman casi el 52 por ciento del voto popular, mientras que el oficialismo y sus aliados redondean sólo el 48 por ciento del voto emitido. Dicho en otras palabras: El 8D el oficialismo se graduó de minoría. Por eso es que Maduro tiene una semana hablando de una “victoria” que en su bando nadie celebra…


ESA “DERROTA” QUE SOLO LOS MIOPES LOGRAN VER…

La madrugada del lunes 9 de diciembre y los días siguientes nos presentaron en el ámbito de la Unidad Democrática una situación curiosa, poco frecuente: Un pueblo democrático haciendo una lectura correcta, proactiva, resiliente, de los resultados electorales, y algunos “dirigentes” democráticos empeñados en inventar “derrotas” allí donde el país opositor solo ve avances y un punto de partida mucho más alto y sólido para futuras luchas. Eso en realidad no es casual: 2014 es un año sin elecciones, y buena parte de nuestra clase política opositora está diseñada, formada y entrenada únicamente para la dimensión electoral de la política. Cuando no hay elecciones entran en una especie de letargo, de hibernación, pero sólo a los efectos del público, de lo que trasciende hacia la calle: En realidad, durante esos periodos de “meseta” electoral suelen desatarse al interior de las organizaciones políticas las pugnas (muchas veces “a cuchillo”) por el liderazgo.


Por eso no tiene nada de extraño que tras el 8D “dirigentes” opositores en vez de orientar al pueblo en la correcta lectura de los resultados, ubicando los logros obtenidos, las carencias aún por resolver y sobre todo perfilando los nuevos retos a enfrentar, hayan sido vistos cuestionando injustamente el desempeño de la Mesa de la Unidad Democrática y el liderazgo de Henrique Capriles, cuando todo el mundo sabe que los avances logrados se obtuvieron precisamente por la Unidad construida y por el liderazgo de un Jefe de Campaña a quien el gobierno le quitó los aviones, le cerró los aeropuertos, le trancó carreteras y autopistas, le decomisó las tarimas y hasta intentó quemar el vehículo que se desplazaba… ¡Con él adentro!, pero ni así pudieron evitar que su presencia y apoyo sirviera de santo y seña para la victoria democrática expresada hoy en muchas más alcaldías y muchísimos más concejales que los que la oposición tenía antes del 8D.


NUEVA AGENDA DEMOCRÁTICA Y POPULAR POST 8D

Afortunadamente, el país está lo suficientemente crecido como para entender que es pertinente y que no lo es en esta hora venezolana. Así como en las bases chavistas nadie le “compra” a Maduro que el descalabro del 8D es una “victoria”, en el pueblo opositor hay una claridad inmensamente mayoritaria en que los logros alcanzados deben ser valorados y expandidos, para seguir avanzando en la construcción de una victoria que sólo será completa y sostenible cuando densos sectores que aún se encuentran influenciados por la oferta simbólica y el poder clientelar del oficialismo se sumen al también mayoritario torrente social que entiende que una vida segura, próspera y libre sólo es posible en una Venezuela con trabajo, educación y democracia.


Para lograr eso es vital asumir y vencer el reto fundamental que los resultados del 8D plantea a la sociedad democrática venezolana: ¡El reto de la pobreza! En efecto, las alcaldías que ahora tienen mandatarios demócratas concentran casi el 65% de la población venezolana. Las grandes ciudades (Caracas, Maracaibo, Valencia, Barquisimeto, Maturín, Porlamar, Mérida, ¡Barinas!, San Cristóbal, Valera, entre muchas otras) son también las ciudades de los grandes barrios, el asiento de la pobreza urbana, drama que ahora deben enfrentar los gobiernos municipales de la Alternativa Democrática. Y para competir con el oficialismo allí donde está su menguante base de apoyo social y electoral (en las alcaldías pequeñas, cuya fragilidad económica las hace más dependientes del Petro-Estado, es decir, los espacios que son asiento de la pobreza rural) el discurso y la práctica política de la Alternativa Democrática debe brindar esperanza y camino a nuestros hermanos de la Venezuela profunda, hoy rehenes socio-económicos de un proyecto político totalitario.


AL LADO DE LA GENTE, CONTRA EL FALSO RADICALISMO

Así están las cosas: Por un lado, Maduro y su claque tienen como objetivo único sobrevivir en el poder. Por el otro, algunos increíblemente tienen como prioridad disputar candidaturas… ¡para el 2019! Ambos usan un lenguaje estridente, supuestamente “radical”, para ocultar la nula pertinencia social y la cortoplacismo político de sus ambiciones. Afortunadamente, el país democrático tiene un liderazgo responsable, consciente de la necesidad de luchar por y con la gente para vencer al totalitarismo y construir una Venezuela mejor que la que existía antes de 1998 y muchísimo mejor que esta que hoy apenas sobrevive al finalizar 2013.

¡Palante!

domingo, 1 de diciembre de 2013

SHERLOCK HOLMES, HENRIQUE CAPRILES, PABLO PICASSO...


I
Sir Arthur Conan Doyle fue un médico y escritor escocés. Nacido en 1859 tenía, como los escritores de su época, la aspiración de ser el autor de la gran novela romántica de su tiempo. Pero el señor Conan Doyle además de sueños de grandeza tenía estómago y cuentas por pagar. Para cancelar estas y alimentar aquel se vio precisado a transitar un camino literario menos glorioso, pero más productivo: el de los folletines o series detectivescas que, en entregas sucesivas, eran publicadas en los periódicos. A tal efecto, Conan Doyle creó un personaje llamado Sherlock Holmes, genio del razonamiento deductivo. Holmes se hizo inmensamente popular. Mucho más, por cierto, que su autor, quien –incomodado por ese éxito no buscado y ciertamente no querido- intentó “matar” varias veces en sus cuentos al detective. Cada vez que lo hacía, centenares de londinenses manifestaban ante su casa, exigiéndole revivirlo. Y así lo hacía, no se sabe si en consideración a sus lectores o ante la presión de sus acreedores. Lo cierto es que Sir Arthur Conan Doyle murió en 1930, apabullado por un éxito que nunca quiso, y de alguna forma frustrado por no haber alcanzado el que, sin fortuna, si buscó...


II
El 7 de Octubre de 2012 Henrique Capriles sacó más de 6,5 millones de votos frente al presidente, candidato a la reelección y líder fundador del PSUV Hugo Chávez Frías. La votación sacada por Capriles fue una auténtica hazaña: Enfrentando a un adversario obscenamente ventajista, confrontando no con un partido sino con toda la maquinaria y recursos del Petro-Estado venezolano, con un “árbitro electoral” totalmente parcializado a favor del gobierno y teniendo que enfrentar en la cotidianidad de la campaña la violencia nada simbólica de los grupos paramilitares oficialistas, Capriles logró sin embargo reducir a la mitad la ventaja que Chávez había obtenido sobre la oposición en las presidenciales del año 2006. Capriles sacó la votación más alta obtenida hasta entonces por un candidato opositor frente a Chávez…


Sin embargo, ese logro no fue valorado suficientemente por sectores del electorado opositor. Como aquel Sir Arthur Conan Doyle que por no obtener el triunfo que quería despreció el triunfo que tenía, muchos votantes opositores –en vez de capitalizar el logro obtenido el 7/O, y usarlo como un mejor punto de partida para nuevos y mejores logros futuros- se declararon “decepcionados”, “enguayabados” y “entristecidos”. Con el pretexto de estar “deprimidos” por no haber ganado las elecciones de octubre, muchos se fueron a hacer hallacas o a escuchar gaitas en vez de ir a votar en las elecciones regionales de diciembre 2012. ¿El resultado? En vez de ganar las 11 gobernaciones que se hubieran ganado si todas las personas que votaron por Capriles el 7 de Octubre lo hubieran hecho también en diciembre, se ganaron sólo tres: Amazonas, Lara y Miranda. El precio de tamaña irresponsabilidad fue altísimo, como se comprobó poco después….


III
En efecto. La jornada electoral del 14 de abril de 2013 tuvo un final fue de fotografía. El oficialista CNE proclama a Maduro presidente con una ventaja de apenas un punto. Capriles dice que esa ventaja es trampa, que es resultado del ilegal “voto asistido” y de la suplantación de identidades, y para verificar eso exige una revisión de los cuadernos electorales. Tal revisión es negada porque “quien la debe, la teme”. Ese resultado ajustado, esa victoria arrebatada, la consiguió Capriles contando con el apoyo de sólo tres gobernaciones. De haber contado el 14/A con el apoyo de las otras ocho gobernaciones que de manera suicida le negó el “guayabo” opositor, hoy Venezuela no estaría hablando de saqueos, devaluaciones y escasez, sino que estaríamos entre todos metiendo el hombro para sacar este país adelante. Eso desgraciadamente no es así porque parte del país opositor no supo leer ni apreciar el resultado del 7/O, actuó de manera irresponsable el 16/D y lo pagó carísimo el 14/A.



IV
El próximo domingo 8 de diciembre pueden pasar muchas cosas. Pero hay eventos más probables que otros. Es extremadamente probable, por ejemplo, que la Unidad Democrática derrote a los escombros del madurismo en el voto popular; Es muy probable también que las alcaldías que gane la oposición sean aquellas en las que vive una determinante mayoría del país; Incluso, se puede dar por descontado que alcaldías muy importantes que hoy están en manos del oficialismo, como Barquisimeto y Valencia, serán dirigidas dentro de apenas nueve días por Alfredo Ramos y Miguel Cocchiola, respectivamente. Ya ese panorama (que repetimos, no sólo es extremadamente probable, sino que incluso es conservador) es un escenario de victoria para la oposición. Y sería imperativo usar esa victoria como base para luchar durante todo el 2014 contra un gobierno que agoniza entre la crisis económica y el desastre de la inseguridad, para en el 2015 derrotarlo también en las elecciones parlamentarias y –con una nueva asamblea nacional, con mayoría tricolor- designar un nuevo CNE equilibrado, imparcial y decente, un CNE con el que si iríamos, “a paso de vencedores” (¿recuerdan?) a un referendo revocatorio para quitarle a este país de encima todo lo inmaduro y descabellado de esta sucesión fallida…


V
Algunos podrán decir, leyendo las líneas finales del párrafo anterior: “¿2014, 2015, 2016? ¿Qué es eso? ¡Aquí mucho antes pasa algo!”. A quienes piensan así les decimos: Estamos radicalmente en contra de cualquier “algo” que sea inconstitucional, ilegal y antidemocrático. No creemos en salidas de fuerza, porque la violencia solo trae violencia, y como prueba tenemos precisamente estos 14 años dolorosamente transcurridos. Pero si llegara a pasar “algo” que no sea inconstitucional y que acorte los lapsos para una salida pacífica, electoral y democrática a la crisis, entonces hacemos nuestra la expresión atribuida al genial Pablo Picasso, a quien alguna vez preguntaron si creía en “la inspiración” como motor del acto creativo, y respondió: “Creo en la transpiración. En el sudor, en el trabajo. Si la inspiración llega, magnífico. Pero que cuando llegue me encuentre trabajando”.
 

Lo mismo decimos: Si ocurre algo que sea constitucionalmente válido y que eventualmente permita aligerar los tiempos para construir entre todos una salida a la crisis, estupendo. Pero que cuando ese “algo” llegue, nos encuentre haciendo lo que hay que hacer: trabajando, construyendo músculo y conciencia democrática en los mayoritarios sectores populares de nuestro país, ampliando la base política y social que haga posible, sostenible y exitoso el cambio de verdad en democracia y libertad.

¡PALANTE!