sábado, 31 de agosto de 2013

SOLO EN LA VENEZUELA DEL SIGLO XXI "REFUGIO" SIGNIFICA "MASACRE"...


Según el Diccionario de la Real Academia Española la palabra “refugio” significa “Asilo, acogida o amparo…Lugar adecuado para refugiarse”. Por eso es que seguramente un turista desprevenido, un visitante ocasional, no podría entender nada si ve en la calle a humildes venezolanos manifestando enardecidos, diciendo “no queremos ir a un refugio”, o cuando observe a hombres y mujeres que ya se encuentran en espacios que reciben esa denominación, trancando calles y desafiando con sus manos desnudas a los piquetes antimotines de la policía o de la Guardia Nacional, exigiendo ser sacados cuanto antes de tales sitios...


Quienes no nos extrañamos en lo más mínimo somos los venezolanos, en especial quienes vivimos y luchamos en los barrios. Nosotros sabemos que en la Venezuela de hoy un refugio es un antro donde las familias son arrojadas con la promesa de que algún día, alguna vez, podrán salir de allí hacia lo que la retórica oficial denomina “una vivienda digna”. Pero mientras se cumple (si se cumple) esa promesa, sobrevivir se transforma en el más duro de los trabajos, en la más difícil de las hazañas.
 

Vivir sin privacidad, en viejas estructuras, bajo las gradas de un hipódromo, en los escombros de un antiguo gimnasio o en galpones industriales convertidos en abandonadas estructurales fantasmales gracias a la política económica oficial, fue el calvario atravesado por miles de familias venezolanas desde las lluvias que en diciembre de 1999 generaron la tragedia que entonces asoló el centro norte del país. Lo improvisado de los refugios condenó a esos compatriotas a disponer de servicios sanitarios insuficientes. Lo ineficiente del dispositivo de atención hizo que la alimentación fuera deficiente (raciones escasas, comida descompuesta…). Estas condiciones ambientales y el precario apoyo médico estimularon también la proliferación de enfermedades de diversa naturaleza.
 

Historias de horror, originadas en el hacinamiento, en la promiscuidad, en el abandono convertido en norma de vida, comenzaron a lograr que para los habitantes de los barrios de la paradójicamente multimillonaria Venezuela no hubiera amenaza mayor que la sola perspectiva de ir a dar con sus huesos, sus enseres, sus ancianos y sus niños, a un “refugio”. Después de la tragedia del 99, sucesivas tormentas generaron nuevos grupos de damnificados, debido a la negativa del gobierno a asumir un programa integral de habilitación de barrios que redujera el riesgo en que viven las mayorías empobrecidas del país. Pero fue la vaguada del último cuatrimestre del año 2010 la que generó una nueva y terrible oleada de venezolanos en la desesperada condición de damnificados.
 

Como los pocos refugios que ya existían estaban en su mayoría ocupados por quienes habían quedado damnificados a principios de la década, los burócratas disfrazaron la irresponsabilidad de “creatividad” y surgieron entonces nuevas figuras en la jerga oficial: “refugio solidario” se llamó a lo que llana y simplemente es irse a vivir arrimado a la casa de un vecino o familiar. “Refugio a cielo abierto” fue una expresión utilizada para espacios donde la gente permanece esperando que las aguas bajen para volver a ocupar sus viviendas en riesgo permanente. Oficinas ministeriales y hoteles fueron usados también como albergues provisionales, generando severo daño tanto a la marcha del ya ineficiente aparato estatal como a la economía de empresarios y trabajadores del sector hotelero. Pero siendo todo esto sumamente grave, aún no hemos llegado a lo peor...


Lo más trágico es que buena parte de esos “refugios” se transformaron en antros donde reina la violencia, el crimen y la muerte. Abandonados a su suerte por los supuestos “padrinos” (denominación mafiosa adoptada por el gobierno en un arranque de sinceridad) que debían velar por ellos, en los refugios ocurrió lo mismo que ocurre en barrios o cárceles: Sin instituciones que protejan a los débiles, quienes tienen las armas terminan imponiendo su voluntad. Los integrantes de la mayoría honesta que, aterrorizada, languidece en esos espacios porque no tiene otro remedio, se convierten en rehenes y escudos humanos para el hampa enseñoreada, que se hace obedecer usando la muerte como ejemplo y castigo.


Este horror ocurre incluso en los refugios que están enclavados en el interior de instalaciones militares. En efecto, el pasado jueves 29 de agosto el diario La Voz reseñó que “David Ávila Figuera, de 27 años de edad, jardinero en una obra de la Misión Vivienda, fue asesinado a tiros, golpes y machetazos, en un baño de los refugios del Fuerte Tiuna, en la parroquia Coche. Un grupo de hombres encapuchados ingresó en el inmueble de la torre 5, donde la víctima dormía con su familia. El grupo armado ingresó en una acción tipo comando. La policía científica, a cargo de la investigación, no descarta que tras el hecho esté algún grupo de civiles armados de los que hacen vida en la ciudad capital”.


Y que ningún burócrata cínico venga a decir que se trata de “un hecho lamentable pero aislado”: El ocho de marzo un niño de 15 años fue asesinado y su hermano de 13 gravemente herido en el refugio ubicado en un galpón en La Yaguara, Antímano; Cuatro días antes fueron asesinados dos hombres en el refugio “2 de Octubre”, ubicado detrás de El Fortín, en la Av. Principal de La Urbina; En enero una dama de 26 años de edad fue ultimada en la puerta de un refugio que tiene el sarcástico nombre de “La Dignidad”, ubicado en la calle Panamericana de Catia; A finales del años 2012 hubo cinco personas asesinadas, tres de ellas menores de edad, en el refugio “Ché Guevara”, ubicado en la parroquia Antímano, y sus habitantes solo salieron a protestar cuando descubrieron que tenían días tomando agua de cadáver, pues en el tanque de agua que surte a la instalación fueron encontrados los descuartizados y descompuestos restos de un cadáver. Y estos son sólo algunos casos de lo que constituye una verdadera mortandad, la cruel historia de la sangre que mancha los refugios de damnificados en la Venezuela del Siglo XXI...


La “Ley de Refugios Dignos” jamás entró en vigencia. En los refugios (como en la Asamblea Nacional, como en el país) solo rige la Ley del más fuerte. Dejar de ser un “refugio” al estilo madurista y volver a ser una República pasa por la decisión de dejar de ser víctimas o espectadores, y volver a ser ciudadanos.

¡Palante!

domingo, 25 de agosto de 2013

LOS ASESINOS DE LA ENFERMERA TAMBIEN MATAN BEBÉS...

 
En Mayo de 2010 una enfermera de la Maternidad Concepción Palacios fue insultada, acosada y físicamente agredida por varios sujetos. Todo eso ocurrió en pleno pasillo de la planta baja de ese centro asistencial, en presencia de decenas de testigos, trabajadores y trabajadoras, que también fueron agredidos o amenazados. Los autores de la salvajada (hombres altos, fornidos, implacables) no se conformaron con lanzar al suelo a la mujer, sino que la halaron por los cabellos y la arrastraron por el piso sin misericordia alguna, y a rastras la sacaron del centro de salud hasta que en la calle la metieron en un vehículo, que luego emprendió veloz carrera.


Esa enfermera se llama Laura Vaamonde, para la fecha secretaria ejecutiva del Sindicato de Hospitales y Clínicas, y los perpetradores de la agresión eran efectivos de un cuerpo policial. Laura, en su condición de representante de los trabajadores, lideraba una protesta que exigía la cancelación de obligaciones contractuales, denunciaba el deterioro de las instalaciones y reclamaba más seguridad para sus compañeros de trabajo, expuestos a constantes agresiones del hampa. Laura fue hecha presa, le prohibieron el acceso a la Maternidad Concepción Palacios y la jubilaron de manera irregular. El gobierno continuó ignorando los reclamos de enfermeras, médicos y pacientes. El maltrato laboral, el deterioro de la infraestructura y la inseguridad continuaron.
 

Es en ese marco de violencia institucional, violencia policial y violencia hamponil en que se produce una nueva y brutal agresión el pasado 12 de agosto de 2013, agresión que esta vez ocasionó la muerte de Milagros Franco, enfermera, madre de tres hijos, dos de ellos discapacitados. Estemos claros: Milagros no fue asesinada “por casualidad”, “por accidente”, “porque tuvo mala suerte” o, como suele decir la gente ante la fatalidad de la muerte, “porque le tocaba”. Milagros fue asesinada porque trabajaba sin protección en un sitio de alto riesgo, un lugar en el que cuando los trabajadores reclaman seguridad y trato digno reciben agresiones como aquella de que fue objeto Laura Vaamonde.
 

A Milagros no la mataron sólo las dos jóvenes mujeres que (presumiblemente bajo los efectos de sustancias alucinógenas) la molieron a golpes y le clavaron una aguja en el pecho. Ellas fueron (“presuntamente”) solo las autoras materiales del crimen. A Milagros la mataron también todos los que la obligaron a trabajar en esas condiciones indignas e inseguras. Las presuntas asesinas de Milagros tenían más de mes y medio a la espera de ser ligadas, es decir, tenían 45 días merodeando por el centro asistencial y molestando a las enfermeras y demás trabajadores, porque la sencilla operación que debían realizarse era retrasada constantemente por motivos diversos. Una vez agredida, Milagros pasó días agonizando en un servicio de terapia intensiva que, según sus compañeras de trabajo, no reunía las condiciones ni los equipos necesarios para salvarle la vida.


La Maternidad Concepción Palacios fue durante décadas un centro de referencia nacional e internacional. Allí estaban los mejores equipos y los más calificados especialistas. Cuando en la Caracas de hace 30 años se presentaba una emergencia en un parto complicado en el quirófano de cualquiera de las clínicas más prestigiosas y costosas de la capital, la paciente era colocada en una ambulancia y llevada a la MCP, en la certeza de que allí recibiría las atenciones y cuidados necesarios para salvar la vida de la madre y de la criatura. Para entonces, la Maternidad que lleva el nombre de la madre del Libertador era un hospital MUNICIPAL, dependiente del Concejo Municipal del entonces Distrito Federal.


A pesar de la que la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela establece y manda que el sistema de salud de nuestro país debe ser DESCENTRALIZADO, durante los últimos 14 años se ha producido una RECENTRALIZACIÓN del sistema público asistencial. Esta dinámica no solo es inconstitucional, sino que además ha atentado contra la calidad del servicio. Cuando dependían de gobernaciones y municipios los hospitales enfrentaban problemas laborales y de dotación, claro está, pero funcionaban, y muchos incluso funcionaban muy bien, como era el caso de la Maternidad Concepción Palacios. Esos mismos hospitales, ahora dependientes del Gobierno Nacional, no solo están colapsados por deficiencias en infraestructura, por falta de insumos o escasez de personal, sino que son escenarios frecuentes de atracos como el que recientemente ocurrió en el Hospital Vargas, o de homicidios como el que acaba de ser perpetrado en la Maternidad.


De sus 51 años de edad, Milagros Franco pasó 25 ejerciendo la enfermería. Dicho de otra manera, de cada dos segundos de su vida, uno fue dedicado a servir a los demás. A pesar de ello, en vez de tener la existencia segura, tranquila y agradable que un servidor público de tanto mérito merece, Milagros se veía obligada por la realidad económica a luchar duramente para mantener a sus tres hijos, dos de ellos con requerimientos especiales, viajando diariamente desde los Valles del Tuy hasta su sitio de trabajo. Y allí, en su sitio de trabajo, en vez de respeto, seguridad y gratificación, encontró una muerte atroz, injusta, violenta.
 

Que nadie se engañe. Las dos mujeres que agredieron a esta dama no son las únicas culpables. Quizá alguien versado en leyes podría afirmar que “autores intelectuales” o “cooperadores necesarios del crimen” podría denominarse a quienes contribuyeron a que existieran las terribles condiciones que hicieron posible el abominable delito. Los mismos que según el Dr. Jesús Méndez Quijada, médico venezolano que durante décadas trabajo en la Maternidad, son los responsables de que ese centro asistencial tenga 56 meses sin terapia intensiva neonatal, los mismos culpables de que (según cifras dadas por este mismo galeno) en nuestro país cada 90 minutos fallece un bebé por causas vinculadas a una atención deficiente.


Ese es el país que hay que cambiar. Lo demás (que si la Habilitante, que si más poderes para quien no sabe que hacer con los que ya tiene, que si la "lucha anticorrupción" encabezada por los más corruptos...)  es pura politiquería y cuento.  Los pobres lo sabemos, porque lo estamos pagando con sangre.

¡Palante!

domingo, 18 de agosto de 2013

AHORA MÁS QUE NUNCA... ¡FUERZA VENEZUELA!


Como ya sabe todo el país, el pasado miércoles 14 de agosto fuimos informados por la gerencia de Globovision de que los programas Del Dicho Al Hecho y Radar de los Barrios saldrían de la programación de ese canal. Esta situación generó una impresionante catarata de mensajes de solidaridad de personas y comunidades en los barrios, en la calle y en las redes sociales, apoyo masivo que humildemente agradecemos y que nos obliga aún más a seguir ejerciendo nuestro compromiso con las mayorías empobrecidas del país a través de un periodismo ciudadano que apoya las propuestas y las protestas de las comunidades, sin discriminación política ni sesgo ideológico.

En este marco se produjo en la noche del viernes 17 el gesto valiente de Leopoldo Castillo, conductor del programa Aló Ciudadano, quien públicamente anunció su adiós a la pantalla del canal de La Florida. En solidaridad con “El Ciudadano”, Román Lozinsky, Sasha Ackerman y los demás periodistas de Globovision se negaron esa noche a sacar al aire la edición estelar de El Noticiero, generándose una tensión laboral que, aun al momento de escribir estas notas, se mantenía.


LO REAL Y LO APARENTE

Esta situación puede reforzar ideas equívocas. Aparentemente, “un gobierno todopoderoso estaría bloqueando las últimas ventanas para la libre expresión del pensamiento”, cerrando así el cerco de la llamada hegemonía comunicacional, inherente al monopolio estatal de la economía y al secuestro partidista de la estructura del Estado. A primera vista, eso es lo que estaría ocurriendo. Pero una mirada más profunda descubre mucho más…

En efecto, en primer lugar este es lo menos parecido a un “gobierno todopoderoso”. Los pobres lo podemos decir con propiedad: ¿Qué “todopoderoso” puede ser un gobierno que no puede recoger la basura, llevar agua potable a las casas o garantizar que no haya apagones? En vez de un superpoderoso gobierno totalitario lo que tenemos es un proyecto autoritario en caída libre: Tras haber obtenido su punto más alto de apoyo popular en el 2006, el proyecto autoritario perdió el referendo constitucional en el 2007, perdió las más importantes gobernaciones y alcaldías en las elecciones regionales del 2008, perdió en el voto popular en las elecciones legislativas del 2010 y en las elecciones presidenciales de octubre de 2012 redujo a la mitad la ventaja que tenía sobre la oposición, al pasar de la diferencia de 16 puntos que Chávez sacó sobre Rosales en 2006 a la diferencia de sólo 8 puntos que obtuvo sobre Henrique Capriles en 2012. Esa magra ventaja se redujo a prácticamente nada en las elecciones presidenciales de abril de 2013, realizadas tras el lamentable fallecimiento del Presidente Chávez.


GORILAS EN LA NIEBLA

En vez de “gobierno todopoderoso” lo que hay son las ruinas de una popularidad perdida por un "liderazgo" desangelado, inmaduro, descabellado... El gobierno “avanza”, pero como una gandola sin frenos desplazándose hacia el desastre en la bajada de Tazón: El control estatal de la economía ha terminado en un colapso tan brutal en sus efectos como inexplicable en sus orígenes, con un precio promedio del barril de petróleo por encima de los 100 dólares. Y el secuestro partidista de la estructura del Estado ha terminado inutilizándolo a todo efecto, tanto del ciudadano como del gobierno mismo.

Ese es el marco real, no aparente, en que se producen los hechos recientes. Eliminada casi por completo en la TV local y en otros medios la mirada crítica frente al accionar oficial, se reducen sensiblemente las posibilidades de que el pueblo pueda ejercer controles sociales sobre la conducta (a veces errática, a veces errónea, casi siempre arbitraria) del Poder. Volviendo al ejemplo anterior, la “gandola” del Ejecutivo no sólo viene sin frenos y a toda velocidad por la pronunciada pendiente: Además el armatoste se desplaza en medio de una espesa niebla. Esa niebla, esa opacidad que impide ver el peligro para poder resolverlo o al menos evitarlo, es el resultado de la ausencia de libertad de expresión.


DE LA RESISTENCIA A LA RESILIENCIA

Un “presidente” que lo es gracias a una ventaja tan pequeña como discutida, pide a una Asamblea Nacional cuya bancada mayoritaria obtuvo menos votos populares que la bancada opositora, “amplios poderes extraordinarios para cambiarlo todo”. Tal actitud incrementa la inestabilidad política en un país que ya está en profunda crisis económica y en medio de un agudo malestar social, que se manifiesta en la alta inseguridad y en la violencia mortífera que empieza a acompañar al drama del desabastecimiento.

La crisis venezolana se acelera. Cuando lo que está en juego es la sobrevivencia “resistir” ya no es un vocablo útil ni una estrategia viable. El pueblo venezolano necesita pasar a una actitud proactiva, educándose, organizándose y movilizándose para cumplir deberes y ejercer derechos. Más que resistencia es urgente desarrollar una actitud y una conducta enmarcada en la resiliencia. “Resiliencia es la capacidad que posee un individuo frente a las adversidades, para mantenerse en pie de lucha, con dosis de perseverancia, tenacidad, actitud positiva y acciones que permiten avanzar en contra de la corriente y superarlas” , definieron los autores E. Chávez y E. Yturralde en un texto editado en 2006. Querer convertir adversidad en oportunidad puede ser ingenuidad o voluntarismo. Tener la actitud necesaria para lograrlo, y la conducta requerida para hacerlo, es resiliencia. De eso se trata.


El Radar de los Barrios es una asociación civil integrada por hombres y mujeres, jóvenes y adultos, que nos caracterizamos precisamente por eso: Por tener la capacidad de encontrar el bien existente en el mal aparente, por tener la habilidad de convertir dificultades en oportunidades y adversidades en triunfo. Eso es lo que hemos hecho en los últimos ocho años, en los que desde la nada y trabajando con las uñas nos transformamos en la red nacional que hoy somos.

Eso es precisamente lo que haremos: ¡Seguir trabajando por Venezuela, y triunfar! ¡Aunque no lo parezca, falta menos! ¡Mientras más poderosos dicen ser los abusadores, más débiles son! ¡Palante!

domingo, 4 de agosto de 2013

EL SUPREMO ACTO DE UN CORRUPTO ES CORROMPER LA LUCHA CONTRA LA CORRUPCIÓN



Empecemos por el principio: A nosotros nos parece tan necia y mentirosa la versión oficial de que “ningún revolucionario es corrupto”, como la pretensión opositora de que “los corruptos están sólo en el bando del gobierno”. La experiencia de la vida y el más elemental sentido común nos revela que gente buena y gente mala hay en todos lados; Gente honesta y gente deshonesta existe en los todos los sectores políticos, y se cobija bajo los más diversos paraguas ideológicos.
 

LA RENTA PETROLERA, ESE "REFULGENTE OBJETO DEL DESEO..."

Eso es un hecho. Como es un hecho también que las hormigas aparecen donde hay dulce, las ratas aparecen donde hay queso y los ladrones aparecen donde hay dinero que robar. En Venezuela, nueve de cada diez dólares que entran al país lo hacen por concepto de la renta petrolera. Ese negocio está constitucionalmente reservado al Estado, y es el Gobierno -como representación temporal del Estado- quien lo controla y administra. Es decir: Es en el Gobierno donde está el “refulgente objeto del deseo” de los corruptos y ladrones. Esa es la razón por la que en Venezuela la corrupción siempre había tenido apellido: Aquí se luchaba contra la CORRUPCION ADMINISTRATIVA (¿recuerdan la expresión?), porque en mayor medida eran precisamente los administradores del dinero público los protagonistas, facilitadores y beneficiarios de la corrupción. Así había sido siempre, por las sólidas razones ya explicadas, hasta que al señor Nicolás Maduro Moros se le ocurrió decir que los únicos corruptos en este país… ¡son los sectores políticos que tienen catorce años fuera del poder, es decir, catorce años sin acceso al Tesoro Nacional!

 
MUCHO DINERO, POCOS CONTROLES...

Aquí es importante hacer otra precisión: No nos contamos entre quienes creen que este gobierno de 14 años es “más corrupto” o “menos corrupto” que los anteriores. Esa es una valoración moral, y la moral es personal. Pero la ética es pública, y desde el punto de vista ético lo que sí es evidente es que el gobierno que se inició en 1999 ha manejado más dinero, en virtud del alza sostenida de los precios internacionales del petróleo, que todos los anteriores gobiernos venezolanos juntos, desde el Cacique Guacaipuro hasta Caldera II. Y también es rigurosamente cierto que esa inmensa cantidad de dinero ha sido manejada desde 1999 hasta hoy sin casi ningún control institucional o social, pues las instituciones que deberían controlar al Ejecutivo (Poder Legislativo, Contraloría General de la República, Poder Judicial, etc., ) se colocaron no al lado del Gobierno, para ejercer la labor de control que la Constitución les impone, sino debajo de él, para adecuar las leyes a sus designios, interpretarlas a su conveniencia o cerrar los ojos ante sus desafueros, en tanto que las instituciones sociales que pudieran servir de contrapeso al Ejecutivo (sindicatos libres, prensa independiente, universidades autónomas, etc.) han sido furiosamente atacadas, cercadas o silenciadas desde el Poder.
 

LOS POBRES PAGAMOS LA CORRUPCIÓN CON LA VIDA...

La famosa frase del historiador inglés John Emerich Edward Dalberg Acton: “El poder corrompe, y el poder absoluto corrompe absolutamente” refleja una verdad universal. Pero en Venezuela tenemos una verdad particular: Ese poder “absolutamente corrupto” lo ejerce un gobierno que dice ser “de los pobres”… que somos las primeras víctimas del saqueo. En efecto. Así como ocurre con la inseguridad y la inflación, la corrupción nos afecta a todos… pero no de la misma manera: Para algunos, la corrupción es motivo simplemente de asco y malestar. Para otros la corrupción es un obstáculo concreto para la realización de trámites, la obtención de licencias o el acceso a divisas. Pero para los pobres, que constituimos la determinante mayoría de este país, el precio que tenemos que pagar por el morbo de la corrupción muchas veces es la vida.

Cada vez que un niño abandona la escuela porque el Programa Alimentario Escolar colapsó por falta de pago a proveedores, y el infante regresa a las calles a transformarse en víctima o en victimario, esa es una vida que se tragó la corrupción; Cada vez que un herido o un enfermo muere ruleteado, dando vueltas entre hospitales que lo rechazan porque no tienen insumos, o no tienen equipos, o no tienen médicos, o no tienen nada porque la estructura se cayó y la remodelación no avanza aunque ha sido pagada cuatro veces, esa es una vida que se tragó la corrupción; Cada vez que un sindicalista es asesinado porque los sindicatos oficialistas se han transformado en mafias que trafican con los “cupos” laborales, ansiados en estos tiempos de desempleo galopante, esa es una vida que se tragó la corrupción. Cada vez que un derrumbe en un cerro mata a una familia, porque la pantalla atirantada o el muro de contención que debió evitar el desastre fue cobrado y no hecho por el contratista “bolivariano”, o fue cobrado y mal hecho por la “cooperativa”, esas son vidas tragadas por el monstruo rojiverde de la corrupción.

EL SUPREMO ACTO DE UN CORRUPTO: CORROMPER LA LUCHA CONTRA LA CORRUPCIÓN...

La corrupción no solo roba dinero o domestica instituciones. También pervierte el idioma: la retórica gobiernera incorporó la consigna de una supuesta “lucha contra la corrupción” a la quincalla discursiva de la polarización, logrando con esto un nuevo record negativo: Así como la Venezuela actual tiene una de las más altas inflaciones del mundo y es uno de los países más inseguros del planeta, desde el pasado 3 de agosto ostentamos la condición de ser uno de los pocos países en que el gobierno se ha empeñado, sectarismo mediante, en corromper la lucha contra la corrupción. Esa es otra de las gravísimas deudas que el pueblo y la historia cobrarán a la actual oligarquía, integrada por sujetos que eran pobres de solemnidad hace 14 años y hoy son inmensamente ricos, sin haber trabajado nunca.

Pero, como la verdad, la honestidad también se abre paso. Siempre. Y lo está logrando.

¡Pa'lante!