domingo, 23 de febrero de 2014

¡QUE LA CALLE NO CALLE!


Unos la reprimen, otros la usan para provecho propio, hay los que desean en secreto su desgaste, numerosos la utilizan como legítimo desahogo de su indignación y son muchos los que, en vez de participar esperanzados en ella, en realidad sólo asisten a su desarrollo como espectadores resignados, bajo el fatalista argumento de que “todo está muy mal, algo así tenía que ocurrir”. Sí. Estamos hablando de la protesta estudiantil y ciudadana que ha convulsionado al país en este “febrero caliente”, y que ha recibido del gobierno una respuesta tan despiadadamente represiva que ha hecho voltear, al fin, los ojos del mundo hacia Venezuela, con una mirada distinta a aquella -más que comprensiva, cómplice- a la que el oficialismo se había acostumbrado.


SANGRE EN LAS CALLES

Del 2 al 22 de febrero la protesta estudiantil y ciudadana ha mostrado al mundo la cara de un régimen que, como lo dijo Rubén Blades en carta pública a Nicolás Maduro, “está decidido a imponer un sistema político/económico…. que obviamente no es aceptado por la mayoría de la población”. Como Blades, son hoy muchísimos los artistas, medios de comunicación internacionales y hasta gobiernos que han “recalibrado” su mirada sobre lo que ocurre en Venezuela. Los mismos venezolanos, antes expectantes, nos hemos reencontrado el poder de la protesta cívica. Pero el costo ha sido muy alto. El nombre de Geraldine Moreno, cuya imagen esta sobre estas líneas, se unió ayer sábado 22 a la ya larga lista de jóvenes asesinados por la represión, en su caso víctima de dos disparos de perdigones hechos a quemarropa en su rostro por un efectivo de la Guardia Nacional, según denunciaron sus familiares. Sangre de la juventud venezolana ha regado las calles en el occidente, centro y oriente del país. Y justamente para que ese derramamiento no sea en vano, se impone una reflexión urgente sobre los objetivos, métodos de lucha y horizonte de tiempo de tiempo de la protesta.


“SALIDA” NO ES “DESENLACE”

En estos 20 días ha quedado claro que el objetivo de la protesta ciudadana no es otro que sacar a Venezuela de la profunda crisis económica, moral y política en que esta sumida, crisis que se expresa en escasez, carestía, inseguridad, corrupción, ingobernabilidad y represión. El método de lucha también ha quedado claro en este mes, pues es evidente que “la salida” es algo distinto al “desenlace”. Desenlace es “algo que pasa”. LA SALIDA, EN CAMBIO, SE CONSTRUYE. Y se construye PROTESTANDO, pues la protesta es un derecho constitucional. En estos 20 días también hemos confirmado que la protesta que sirve es la que nos une, no la que nos aísla. Cercar mediante barricadas urbanizaciones de clase media es auto-aislarse, e impide ir al encuentro de esa otra parte del país que en los sectores populares tiene mucho tiempo protestando (por agua, por seguridad, por servicios, por vialidad, por empleo, etc.) con poco eco y casi ninguna solidaridad. Esto obliga también a ubicar sin demagogia cual es el HORIZONTE DE TIEMPO REAL para el éxito de la lucha: Si conectar la protesta estudiantil con la lucha popular es un requisito INDISPENSABLE no sólo para que la lucha sea exitosa sino además para que ese éxito sea sostenible, realizar esa conexión implica hacer un trabajo e invertir tiempo en ello. Consignas como “Maduro vete ya” o frases como “esto es inaguantable” describen realidades y expresan deseos, pero modificar positivamente esas realidades y convertir en hechos esos deseos implica superar el inmediatismo y hacer bien lo que hay que hacer.


“GUARIMBA” NO ES PROTESTA

El país sabe ya que “la calle” NO ES, por si misma, “la salida” sino el escenario principal de la lucha democrática. Y sabe también que los demócratas estamos en la calle no para tirar piedras o escuchar discursos, sino fundamentalmente para CONVENCER, para “vencer con”, para sumar al que piensa distinto y construir así la amplia mayoría que haga posible el cambio que Venezuela reclama y necesita. Para eso necesitamos un plan de luchas, concreto, preciso, alcanzable, un plan quizá de apenas cinco puntos: 1) Libertad de todos los presos en las protestas, para los presos políticos, los exiliados y anulación de los procesos judiciales que se siguen a casi 3mil lideres sociales, sindicales, agrarios, ambientalistas e indigenistas; 2) Investigación independiente, coordinada por la Iglesia Católica, de todos los asesinatos y denuncias de torturas; 3) Desagravio e indemnización a todas las comunidades, barrios y urbanizaciones, que sufrieron hostigamiento y destrozos por parte de los cuerpos represivos del Estado y de los grupos paramilitares; 4) Desarme y desmovilización de los grupos paramilitares y parapoliciales oficialistas, mal llamados “colectivos”, con cronograma preciso y verificación internacional; y 5) Participación activa y apoyo solidario en todas las luchas sociales, sindicales, gremiales y comunitarias que hagan frente al colapso económico y a la tragedia de la inseguridad.


ESTO NO TIENE REGRESO…

Estemos claros: Lo que paso en estos 20 días no fueron “unos disturbios”, un evento más de la ya alta conflictividad social venezolana. En realidad vivimos un punto de inflexión de la crisis. Al colapso económico y al desastre de la inseguridad se suma ahora la evidencia de la ingobernabilidad, esto es, la certeza que tiene la mayoría del pueblo, chavistas y no chavistas, de que tenemos al frente del Estado a un equipo que no es capaz de manejar al propio gobierno, mucho menos al país, y que por eso recurre a la represión. Esto no tiene regreso, pero la resolución de la crisis no está a la vuelta de la esquina, ni puede intentarse (como hace a cada rato el gobierno) por mecanismos distintos a los previstos en la Constitución y la Ley. El desarrollo de un plan de luchas como el planteado permitirá redimensionar la protesta, hacerla más amplia y profunda, incorporando a sectores sociales cuya presencia hasta ahora ha sido apenas incipiente. De esa manera SI se estará en condiciones de ganar en cualquiera de los escenarios constitucionales que permitan el necesario cambio político (renuncia de quien ocupa la presidencia, referendo o elecciones), cerrando un ciclo de 31 años de crisis y abriendo camino a un proceso de reconstrucción nacional en lo económico, lo político y sobre todo en lo ético y moral.


PACÍFICA Y DE TODOS, LA PATRIA QUE QUEREMOS

“Creo que su gobierno, Presidente Maduro, no posee la mayoría representativa que justifique lo que le está haciendo al país”, dice contundentemente Rubén Blades en otro pasaje de su carta abierta al actual ocupante del Palacio de Miraflores. El reto que tiene por delante la Venezuela que quiere cambio es precisamente ese: ampliar la mayoría que hoy somos, incorporar a los habitantes de los barrios y demás sectores populares en esta lucha, convertirnos así en una amplísima y representativa mayoría que supere los errores del pasado y los horrores del presente, y conduzca a Venezuela a ser -nuevamente en palabras de Blades, en su canción “Plástico”- “una raza unida, la que Bolívar soñó”. Una Patria unida, no ésta, desgarrada y dividida, en la que un poder tan precario como soberbio acusa de “fascistas” a jóvenes que mueren con una pancarta en las manos y un grito de libertad en la garganta. Una Patria en la que los venezolanos puedan tener en sus cabezas las ideas que quieran, no la bala disparada por un delincuente, un militar, un policía o un paramilitar.

Ahora más que nunca... ¡FUERZA, VENEZUELA!

sábado, 15 de febrero de 2014

¡UNIR PARA GANAR, PROTESTA ESTUDIANTIL Y LUCHA POPULAR!

 
"En la calle, codo a codo, somos mucho mas que dos..."
Mario Benedetti
 

“A mí me mataron a mi hermano hace años, y no han hecho nada, nada por eso”. Evimar Anyul es casi una niña y su voz tiembla, no de miedo sino de indignación: “Yo estoy aquí por la inseguridad y porque me da dolor todo lo que está pasando en nuestro país. Yo estoy estudiando Comunicación Social porque sé que algún día voy a descubrir que pasó con mi hermano. Y yo voy a salir siempre, siempre, por mi Venezuela”.


Era 12 de Febrero, en una Plaza Venezuela llena de estudiantes, de pueblo, en la que un poco más adelante conversamos con otro ciudadano, también muy joven: “Estoy protestando porque ahorita los venezolanos no tenemos derechos, no tenemos seguridad, no tenemos alimentación, y esto no es un problema de los estudiantes, ni de los chavistas o de los opositores, esto es un problema de todos los venezolanos...”. Daniel Ramírez quizá no haya cumplido aún 19 años, pero tiene la madurez para entender la necesidad de unir al país: “Todos tenemos que salir a la calle porque ni chavistas ni opositores tenemos que comer y porque nos están matando todos los días…” (http://www.youtube.com/watch?v=TLkF6DGjFoE).


“POR ALGUN LADO TENÍA QUE EXPLOTAR ESTA VAINA…”

¡Que nadie se equivoque! La protesta estudiantil NO ESTA DESCONECTADA del malestar social que hoy embarga a toda Venezuela. 

En un país en que la moneda no vale nada, en el que conseguir los productos de la canasta básica es un martirio cotidiano, en el que comprar una bombona de gas o un saco de cemento es una hazaña y en el que las bandas criminales matan, secuestran y ahora hasta toman pueblos enteros, como pasó en Ocumare del Tuy, “en nombre de la Paz y la Vida”, en medio de la más absoluta impunidad; En una Venezuela en la que elementos vinculados al gobierno conforman mafias para lucrarse con cada irregularidad, desde los manejos dolosos con el dólar hasta el contrabando de extracción de combustible y alimentos, desde el mercado negro para comprar cabillas o cemento hasta los hospitales sin insumos porque el presupuesto para dotarlos “se pierde en el camino”; en un país así es absolutamente lógico que el malestar social sea lo que ya es: un hervidero.

En los barrios, en las fábricas, en la calle, el malestar crece. Un malestar que no tiene color político ni signo partidista, pero que ya no acepta las explicaciones fáciles que se dan desde el poder. Ese es el malestar que lleva a que incluso personas que no tienen absolutamente nada que ver con la protesta estudiantil la vean con comprensión, y hasta con simpatía. Es el malestar que llevó, por ejemplo, a un obrero chavista a decirnos, allá en la Avenida San Martin: “Claro, por algún lado tenía que reventar esta vaina…!”


LA REPRESIÓN, TERMÓMETRO DEL MIEDO OFICIAL…

Eso lo sabe también el aterrorizado gobierno. El uso desproporcionado de la fuerza militar y policial en la represión contra estudiantes que solo portan pancartas y banderas, el darle luz verde a las bandas paramilitares oficialistas -mal llamadas “colectivos”- para que ataquen las protestas estudiantiles e incluso a los vecindarios que presumen opositores, el discurso alarmista y exagerado que lleva a calificar de “golpe de estado” a una simple protesta estudiantil cuyo final, como ha ocurrido tantas veces, fue secuestrado por minoritarios grupos violentos de uno y otro signo, es la patética sobrerreacción de un gobierno que se sabe sentado sobre el barril de pólvora de la crisis que ellos mismos crearon. 

Conscientes de que las necedades sobre la “guerra económica” le serán de muy poca utilidad cuando dentro de pocas semanas la escasez se agrave aún más y la inflación se convierta en insoportable, el gobierno ve en cada esquina un fantasma, en cada queja una “agresión” y en cada protesta un “intento desestabilizador”. Ese pánico lleva al gobierno al desborde represivo. La intensidad de la represión no es la medida de la fortaleza del gobierno. Al contrario: es el termómetro del miedo. 
   

LA TORTURA DEL SIGLO XXI

Tres muertos, medio centenar de heridos, centenar y medio de presos no son, sin embargo, la expresión más lamentable del miedo oficial trasformado en agresiva compulsión contra el pueblo. Hay otro aspecto, aún más vergonzoso: La tortura.

En efecto, según organizaciones como el Foro Penal Venezolano y abogados como el Dr. José Vicente Haro se han practicado maltratos crueles contra los estudiantes detenidos, muchachas y muchachos, en su mayoría post-adolescentes apenas: Desde el uso de descargas eléctricas e inmersiones forzadas contra los muchachos (http://www.laverdad.com/politica/46482-foro-penal-denuncia-descargas-electricas-contra-estudiantes.html)
hasta la brutalidad desplegada contra las muchachas, de la que solo reseñamos dos ejemplos: una, presa y esposada, con las rodillas rotas y ensangrentadas por haber sido arrastrada de manera salvaje durante su arresto; otra a la que le vino la menstruación en pleno centro de detención y la dejaron esposada, manchándose, para humillarla y vejarla aún más… (Información del abogado Haro sobre las jóvenes detenidas http://ondalasuperestacion.com/categorias-principal/alfredo-romero-director-foro-penal-venezolano-informo-sobre-situacion-de-estudiantes-detenidos-con-graciela-beltran-carias-escuchalo-aqui/).

Como ocurrió en Barquisimeto en Abril de 2013, nuevamente se usa la violencia ya no para “disuadir o reprimir”, sino para aterrorizar a un sector de la población, buscando su desmovilización.


ESTUDIANTES Y PUEBLO, UNA SOLA CORRIENTE DE CAMBIO

La estrategia de “desmovilización por el terror” (tecnología de control social importada de Cuba, que a su vez la heredó, perfeccionándola, de la antigua República Democrática Alemana, la Alemania comunista anterior a la caída del Muro de Berlín) no ha tenido éxito en Venezuela. Los estudiantes han seguido en la calle. Y el resto del pueblo, también: Según registros del Observatorio Venezolano de la Conflictividad, en el año 2013 hubo en Venezuela un total de 4.410 protestas. Esto da un promedio de doce protestas DIARIAS, a razón de UNA PROTESTA CADA DOS HORAS. Tales protestas se han originado en demandas populares por seguridad, empleo, vivienda, salud, vialidad precaria o inexistente, fallas graves en el servicio eléctrico y en la recolección de basura, entre otros motivos, y al menos la mitad de las mismas han estado lideradas por sectores descontentos de la base chavista.


De cara al futuro inmediato es evidente la prioridad que tiene el movimiento estudiantil y el movimiento popular venezolano: conectar más y mejor ambos ríos de protesta, convertirlas en una congruente corriente de protesta social para juntos buscar, promover y construir los cambios que la mayoría del pueblo necesita y reclama. Esa corriente de protesta social necesita tener una agenda clara de luchas a nivel nacional, que se articule con las agendas locales y regionales que también hay que construir. Para hacer lo que hay que hacer hay que acompañar la indignación con la organización, la protesta con la propuesta, el enfrentamiento claro y tajante con la cúpula gubernamental y la mano franca tendida hacia el chavista del barrio y de la fábrica, tan agredido por el gobierno como todo el resto del pueblo.


Así será nuestra “primavera”, venezolana y DEMOCRÁTICA. Ni por el camino “rápido” de la aventura, ni por el “lento” de la institucionalidad secuestrada. ¡Avanzaremos, en forma pacífica y contundente, por el CAMINO SEGURO, el de un pueblo unido en lucha por sus derechos!

¡Palante!

domingo, 9 de febrero de 2014

DECÁLOGO DE LA PROTESTA


La protesta es el derecho y el deber…

Para el pueblo la protesta es un DERECHO. El pueblo es EL SOBERANO y la protesta es una de sus formas de expresión. Para los gobiernos respetar la protesta es un DEBER, y atender los contenidos de la protesta es una de las formas de acatamiento de la burocracia al pueblo. Quien califica la pertinencia y justeza de la protesta es quien la ejerce, no aquel contra quien se protesta. El pueblo protesta cuando los mecanismos ordinarios de reclamo no funcionan, cuando la confianza en quien ejerce el poder se debilita, cuando la esperanza se quebranta.

II
El liderazgo democrático atiende la protesta, se nutre de ella…

Un liderazgo popular y democrático responde a la protesta atendiendo a sus causas inmediatas y yendo más allá: optimizando los mecanismos de gestión para que reclamo y solución formen parte de la dinámica normal de la relación entre quien manda (El Soberano) y quien sirve (la burocracia, cuyos integrantes reciben la exacta definición de “servidores públicos”). De esta manera se consolida la confianza entre “administradores” y “administrados”, y se fortalece la esperanza.


III
Un gobierno sin liderazgo es protestado hasta por quien alguna vez lo apoyó…

Pero para un gobierno sin liderazgo toda crítica será “destructiva” y toda protesta será “desestabilizadora”: Si quienes lo critican son sus propios partidarios los llamará “quintacolumna”, “agentes del enemigo” o, en el mejor de los casos, “confundidos”; Si quienes protestan son sus adversarios los epítetos serán aún más duros: los llamará “fascistas”, “golpistas”, “terroristas”.

IV
Quien causa la protesta no puede resolverla…

La incompetencia oficial genera malestares, la respuesta a esos malestares son promesas, esas promesas jamás llegan a cumplirse porque se roban el dinero, lo cual a su vez genera más malestar. Así se ve en los hospitales colapsados, en la vialidad destruida, en la basura desbordada. Los efectos perversos del círculo vicioso incompetencia-malestar-corrupción se pueden apreciar incluso en estructuras que siempre funcionaron bien hasta que el gobierno se apropió de ellas: SIDOR, las fábricas de cemento, Industrias Diana, Lácteos Los Andes son sólo ejemplos de esto.


V
Un gobierno sin liderazgo teme la protesta, la descalifica y reprime…

Es por eso que un gobierno como el que hoy padece Venezuela desarrolla sólo tres conductas frente a la protesta popular: En primer lugar intenta ignorarla; Si no puede ignorarla la descalifica, utilizando para ello el insulto y la amenaza. Y si a pesar de ello no puede disuadir a quienes protestan procede a reprimirlos, en dos fases: la represión física, violenta, usando para ello tanto la fuerza púbica como a los grupos irregulares, juntos o separados, y luego la represión judicial, sofisticada, sometiendo a quienes protestan a procesos judiciales interminables

VI
La protesta: de la justeza a la eficiencia…

Que la protesta sea justa no la hace automáticamente eficiente. La protesta debe tener dirección y sentido. Debe tener un motivo claro (la situación de malestar que la origina) y un propósito definido, pues obtenerlo será la medida del logro. De lo contrario se cae en las trampas del poder: se empieza protestando por algo, en la protesta hacen unos presos, se lucha luego por la libertad de los presos y al conseguirla se canta victoria… olvidando el motivo inicial de la lucha.


VII
De la “catarsis” a la educación, organización y movilización…

La protesta no es un “espasmo” de los “ya convencidos”, una actividad de “catarsis” de quienes consideran, con razón, que “esto es inaguantable”. La protesta es un PROCESO de educación, organización y movilización de la gente, en particular de los mayoritarios sectores populares: Nadie defiende derechos que no sabe que tiene. Para defender derechos, la organización es un recurso indispensable. Y esa organización sirve para hacer más eficiente y contundente la movilización.

VIII
¡Calle si, “corralito” no!

Y quien dice “movilización” dice “calle”. Y “calle” no es sólo el espacio desde el cual se producen tradicionalmente los reclamos de la oposición política. La calle que interesa educar, organizar y movilizar es aquella donde están las mayorías nacionales agredidas por el desabastecimiento, la carestía, la inseguridad y el mal gobierno. La calle donde se hacen colas inmensas para adquirir productos de la canasta básica. Donde se hacen colas dolorosas para conseguir una cita médica en un hospital público. Donde se hacen colas indignantes para comprar un saco de cemento o una bombona de gas para cocinar. Esa es la calle que interesa, la que falta: Si nos quedamos en la calle que ya tenemos eso NO es “protesta”, es un “corralito”: ¡La que importa es la calle a conquistar!


IX
Más allá de los discursos y las piedras…

Y una vez en la calle, ¿Qué hacemos? Hay quienes creen que solo existen dos opciones: escuchar discursos o tirar piedras. Nada más falso. LA NO VIOLENCIA ACTIVA contiene un amplio repertorio de conductas que permiten expresar cívicamente el descontento, la crítica y la propuesta alternativa: Por ejemplo, negarse a ser desalojado de una cola por no permitir que le marquen el brazo como una res es RESISTENCIA PACÍFICA; Acompañar a trabajadores que protestan en el portón de una fábrica a pesar de que el área ha sido inconstitucionalmente decretada como “zona de seguridad” es DESOBEDIENCIA CIVIL. En ambos ejemplos, la no violencia activa lleva a hermanarnos con amplios sectores populares. Una conducta como esa tiene costos, claro que sí. Pero de los mismos sólo pueden sorprenderse quienes confundan “pacifismo” con “pasividad”.

X
Cada quien en lo suyo defendiendo lo que es de todos…

Cada protesta puede y debe tener objetivos específicos y un ámbito definido (comunitario, gremial, sindical, ambientalista, etc.). Ese es el papel del ciudadano movilizado, de la masa hecha pueblo. Pero también debe tener un “paraguas” común: Todo el que lucha debe saberse parte de un gran esfuerzo nacional para tener una vida mejor, un país que funcione, un gobierno eficiente. Construir ese “paraguas” es el rol de un liderazgo político conectado con la gente. El país no necesita políticos que repriman la protesta como hace el gobierno, o que la vean desde la lejana inercia de su ensimismamiento como hacen algunos, o que la utilicen y manipulen para satisfacer sus ansias de protagonismo, como hacen otros. El país necesita un liderazgo con los pies en la tierra, el corazón ardiente y la cabeza fría, capaz de incorporar a los más pobres a las protestas y de conducir ese mayoritario país que protesta a la construcción de un país de soluciones.

¡Palante!

sábado, 1 de febrero de 2014

OCUMARE LO REVELA: PACTOS HAMPA-GOBIERNO CUESTAN SANGRE A VENEZUELA (La "paz malandra" no es vida para el pueblo...)


¿De qué habla el gobierno cuando habla de “paz” y “vida”? La pregunta no es retórica. Este gobierno ha retorcido el idioma hasta transformarlo en una neo-lengua burocrática, con poco de castellano y mucho de cinismo: El curioso español que habla el gobierno disfraza la realidad de nuestros mercados desabastecidos con el término “acaparamiento”; Esa desgracia llamada “inflación” la enmascara tras la palabra “especulación”; la destrucción de la moneda no es devaluación sino “ajuste cambiario” y el saqueo masivo de divisas en CADIVI por parte de empresas de maletín no es corrupción sino “problemas puntuales en la aplicación de controles previos y posteriores”. Por eso es absolutamente pertinente hacer la precisión: ¿A qué carrizo se refiere el gobierno cuando habla de “pacificar” el país? ¿“Paz” para quién? Los recientes sucesos de Ocumare del Tuy subrayan la importancia de dar respuesta a esas preguntas...


GOLPE TUYERO…

En efecto, para los angustiados habitantes de Ocumare del Tuy, las palabras “pacto de paz” o “movimiento por la paz y la vida” tienen significados distintos que para el resto de los hispanohablantes. La versión del Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas, CICPC, reporta que el miércoles 29 de enero su Eje Anti-Homicidios tuvo un “enfrentamiento” con integrantes de una banda delictiva, con saldo de tres presuntos delincuentes abatidos y dos detenidos. Resulta que uno de los presuntos delincuentes caídos era (vea usted…) dirigente del oficialista “Movimiento por la Paz y por la Vida”. Tal circunstancia determinó que -tal como lo relatara para El Radar de los Barrios la dirigente popular Felicidad Villegas, testigo presencial de los hechos- “un numeroso grupo de individuos, tripulando motocicletas y portando armas largas y cortas, tomaran el pueblo y ejecutaran acciones ‘de gobierno’, como ordenar el cierre de comercios y de las escuelas y liceos, tras lo cual bloquearon la principal vía de acceso de la población”.


¿PACTO DE PAZ? ¿DE QUIEN CON QUIEN?

Tal presión logró la liberación de los dos detenidos, pero la violencia no paró allí. Posteriormente la misma banda llamada “Los Orejones” hostigó una vivienda en la que residían familiares de un efectivo del CICPC, obligando a una comisión de ese cuerpo a retirar a la familia del sitio, según reportó el diario El Universal. En la noche del jueves un puesto de vigilancia de la policía municipal fue sitiado por el hampa con fuego graneado de sofisticados fusiles de asalto AR15, según reportaron los diarios El Nacional y La Voz en sus ediciones del viernes 31 y sábado 1ro de febrero. Los oficiales, armados sólo con pistolas, resistieron como pudieron la embestida hamponil, que tenía clara superioridad en poder de fuego, hasta que llegaron refuerzos de PoliMiranda, Guardia Nacional Bolivariana y SEBIM. El jefe de policía recibió un impacto de bala en el pecho, y salvó la vida por portar un chaleco antibalas. En medio de tanto caos, llamó la atención que los agresores acusaran a la policía de haber “roto el pacto de paz”. En efecto, ¿A que “pacto” podían referirse los delincuentes? ¿Quién había suscrito ese “pacto? ¿Bajo qué términos? ¿Con qué autoridad?


¿ZONAS DE PAZ PARA LA POBLACION O “DE DESPEJE” PARA EL HAMPA?

Parte de esas respuestas las ofreció a El Radar de los Barrios la vecina de Ocumare del Tuy Celina Díaz, tras recuperarse del susto, la indignación y la impotencia que sintió cuando su hija la llamó desde el liceo para rogarle que la fuera a buscar “porque nos están expropiando”, expresión usada por la niña para explicar que un grupo armado había llegado al plantel para ordenar su cierre. La señora Díaz explicó que “tenía entendido que el Alcalde se había reunido con los jefes de las bandas para hacer un pacto de paz, para evitar conflictos cuando jóvenes de un sector iban a fiestas o a canchas de otro sector dominado por otra banda”. Reportó la vecina que tal pacto no había logrado su objetivo, pues la matazón continuó: “Aquí no hay hogar que no tenga al menos un luto por la inseguridad, incluso hay casas en las que hay dos”.


Si bien el supuesto pacto no habría logrado que el hampa respetara la vida de los ciudadanos, si habría conseguido una “reivindicación” para el hampa: El no ser “molestados” por la fuerza pública. Al parecer, a eso se referían los hampones que justificaban la toma del pueblo y la balacera contra efectivos policiales diciendo que “la PTJ violó el pacto de paz”. Al menos así lo dicen en la página de Facebook https://www.facebook.com/pages/Movimiento-Por-La-Paz-y-La-Vida-Ocumare/412949015492079, donde entre otras cosas aparecen barbaridades como esta: “Ahoraa Si Stan Cagaoos' Fuego ps Gobierno Cntra El Hampa! Juguemos Counter-Strike Souce o 1.6 ? Hablen Claro Ptj AHora Si Stan Activos... Los Aturdiremos' Su Studio fue una academia y El Del nuestro Fue La Calle…”


“DIÁLOGO” CON DELINCUENTES, QUE SIGUEN MATANDO…

Lo ocurrido no se circunscribe a Ocumare, ni a los Valles del Tuy. Hace apenas cuatro meses, en octubre de 2013, fue asesinado el joven de 20 años José Mata Rengifo en el sector Las Maravillas, Municipio Buroz del estado Miranda, Barlovento; Cuando la familia regresaba del funeral fue asesinado un tío del difunto, César Hernández Rengifo, de 39 años. Alicia Rengifo, madre y hermana de las víctimas, denunció entonces que los criminales pertenecían a una banda supuestamente “pacificada” por el gobierno, pero que los “hampones no sólo no habían entregado sus armas, sino que habían comprado armas nuevas y más potentes con recursos que el gobierno les dio” y que además “la policía ahora no puede meterse con ellos”. Dos meses antes, el 25 de agosto de 2013, la página web del diario Panorama reseñó unas declaraciones dadas por el Viceministro de Relaciones Interiores José Vicente Rangel Avalos en el programa de televisión de su padre, el periodista y José Vicente Rangel Vale, en las que el funcionario afirmaba haberse reunido con “280 bandas criminales y con unos diez mil delincuentes”, como parte del esfuerzo para “sacar del delito a esas personas”. En ese programa el Viceministro, coordinador también del “Movimiento por la Paz y la Vida”, mostró un video. El primer testimonio lo daba, precisamente, un individuo que se identificó a sí mismo como “criminal del sector Las Maravillas, Municipio Buroz…”


¿TIENE EL GOBIERNO VARIAS ESTRATEGIAS? ¿O NINGUNA?

No se trata entonces de la “excentricidad” permisiva de un alcalde o de la “iniciativa imprudente” de un viceministro. El “Movimiento Por la Paz y la Vida” ha sido una iniciativa impulsada con fuerza por el propio Nicolás Maduro. El Ministro del Interior Rodríguez Torres ha dicho en al menos una reunión con alcaldes y el gobernador de Miranda que “no cree en zonas de paz para el hampa”. ¿Cuál es, pues, la política del Estado frente al problema de la criminalidad? ¿Es proteger a la población del hampa, o pactar con ella, estableciendo una suerte de “paz malandra”, a expensas del pueblo que sigue siendo asesinado, atracado, secuestrado, extorsionado? Precisión importante, pues –como se demostró en Ocumare del Tuy y en Barlovento- la paz malandra no es vida para el pueblo.