“¡Aquí no se viene a ver, aquí se viene a comprar, hagan su
cola, circulen, circulen, no quiero mirones!”… Así le gritaba un efectivo de la
Policía Nacional “Bolivariana” (traje de camuflaje, boina roja, rostro
amenazante, ademán violento) a las asombradas, indignadas y asustadas amas de
casa que este viernes 24 acudieron al Mercado Municipal de Guacaipuro, ubicado
en la céntrica avenida Andrés Bello de Caracas, a tratar de comprar algo de
pollo, carne, huevos o granos.
EL
MERCADO CONVERTIDO EN CUARTEL…
Los vecinos se encontraron con el mercado militarizado,
tomado por la PNB y por efectivos de la Guardia Nacional. Muchos locales estaban cerrados, pues sus
propietarios prefirieron bajar sus “santamarías” -quizás de manera definitiva-
antes que ser obligados a vender a pérdida agravada, esto es, a precios que
están por debajo no ya del costo de reposición sino incluso por debajo del
precio al que ellos adquirieron esa mercancía;
Otros no tuvieron esa suerte y fueron obligados a liquidar su existencia
(la del inventario y la del negocio). La
congoja no era solo de los comerciantes. Incluso quienes estaban en la larga
cola de compradores no expresaban alborozo alguno por la oportunidad de comprar
jabón en polvo o leche condensada a precios de hace cuatro años: Saben que, literalmente, ese “operativo” será
“pan para hoy y hambre para mañana”…
El gobierno continúa haciendo jugadas de rutina en una
situación que ya no es rutinaria: Las “fiscalizaciones cívico-militares” contra
el comercio, a escasos días de las elecciones municipales, son el equivalente
al “Dakazo” electro-doméstico previo a las elecciones municipales del 2013 y al
“Dakazo” alimentario intentando en octubre-noviembre de 2015 antes de las
elecciones parlamentarias. Pero a
diferencia de aquellas monstruosas muestras de irresponsabilidad gubernamental,
esta de hoy se produce en un país ya agredido por la hiperinflación. Un país en el que a cada vez menos gente le
importa “la construcción del socialismo” o “el retorno a la democracia”, pues
todas las energías –las que quedan- están concentradas en un único objetivo:
Sobrevivir.
EL
POZO PETROLERO Y EL PUESTO DE BUHONERO
Quien busca pan no va a la panadería pues sabe que allí no
lo va a encontrar, va a la casa del “camarada revendedor”; Quien necesita efectivo no va al banco a
buscarlo pues sabe que allí no hay, va a “comprarlo” a quien puede vendérselo
con un recargo “socialista” que puede ser del 20 o 30%; En muchos estados del
país quien necesita gasolina no acude a la estación de servicio, cerrada por
falta de combustible o bloqueada por colas interminables, sino que acude al
“pimpinero”: El régimen no sólo ha
destruido el aparato productivo y ha hostigado al comercio que paga impuestos y
genera empleo, sino que ha empujado al país entero a la más abyecta
informalidad, actividad que siempre esta en el limbo de la ilegalidad y que por
eso mismo es permanentemente extorsionable por quienes tienen el poder para
abusar de él.
Para algunos burócratas de antes, Venezuela no era un país
sino un pozo de petróleo glorificado, fuente de renta para cazar; Los saqueadores de ahora se dividen en dos
grandes subespecies: Los de arriba, que siguen viviendo del maná petrolero, y
los de abajo, que con sus mafias roji-verdes viven de chuparle la sangre y el
sudor al venezolano trabajador que -como ya no tiene empleo por la quiebra, el
cierre o la confiscación de empresas- ha desarrollado “estrategias de
supervivencia” y ha sido colocado en situación de indefensión al ser obligado a
informalizar su actividad económica.
En Venezuela la inmensa mayoría ya no vive, apenas
sobrevive. Y buena parte de la mafia
oficial se lucra haciéndole cada vez más difícil la sobrevivencia a esa mayoría,
inventando alcabalas donde no las había:
En la mafia, mientras los de arriba viven de los restos del festín
petrolero, los de abajo viven de la impunidad con que roban, invaden,
“expropian”, cobran coimas, matraquean…
Esto ya no se aguanta.
Todos lo sabemos. Pero… ¿De donde
vendrán las soluciones?
RECOBRAR
SENTIDO DE LA REALIDAD
Las soluciones no vendrán del gobierno. Al menos, no de ESTE gobierno. Su proyecto es
empobrecedor. Necesitan aplanar la sociedad venezolana, necesitan que todos
estemos en la miseria para allí dominarnos por hambre y por miedo. Incluso si quisieran rectificar no pueden
hacerlo, por la inercia del saqueo y porque las estructuras delincuenciales que
viven de la rapiña (los contrabandistas del combustible, las mafias del cemento
y de la cabilla, las mafias con y sin uniforme que controlan la distribución de
los cada vez más escasos alimentos, las bandas de delincuentes que armaron y
entrenaron para garantizarse el control social en las “zonas de paz”…) aunque
surgieron al amparo del proyecto político autoritario ya se autonomizaron de él
y hoy tienen más poder que el propio Estado.
No. De un gobierno que tiene
cuatro años prometiendo que va a publicar las listas de las empresas de maletín
que se han forrado de dólares y no lo ha hecho, no se puede esperar solución
alguna.
Tampoco vendrán las soluciones de una oposición dividida,
fracturada por egos, convertida en archipiélago de franquicias.
Porque las soluciones sencillamente no “vendrán”: ¡Tenemos que construirlas! Y esa construcción
pasa porque en la sociedad civil salgamos del marasmo y de la tristeza y
pasemos a hacer legítima presión ciudadana CONTRA el proyecto autoritario y A
FAVOR de que la oposición venezolana se una en torno a una ESTRATEGIA DE PODER,
con un proyecto de país claro y con un concepto de LIDERAZGO COLABORATIVO, que
permita que quienes son dirigentes y quienes aspiran a serlo cooperen entre si
en la construcción del cambio en vez de competir entre ellos impidiendo el
cambio, desprestigiándose y destruyéndose mutuamente.
Hoy el oficialismo es una “federación de verdugos”
y la oposición un “todos contra todos”.
Los venezolanos tenemos que hacer presión por convertir a este gobierno
en un mal recuerdo, y a la oposición en alternativa de poder.
Eso no ocurrirá
“espontáneamente”. Los ciudadanos tenemos que presionar para que pase. Tenemos
con que. ¡Palante!