domingo, 25 de junio de 2017

LA CRISIS... ¡DESDE LAS VÍCTIMAS! (A Pompeyo Márquez y su eterna lucha por la libertad)

 
Los actores políticos suelen querer "victorias".  Los ciudadanos de a pie suelen exigir soluciones. No siempre el esfuerzo de los menos por lograr triunfos está conectado con la necesidad de los más por encontrar alivio. Por eso el análisis de la actual crisis nacional llega a conclusiones tan distintas cuando se hace no desde la óptica de los bandos en pugna, sino desde el dolor de la gente.

 
Para la inmensa mayoría de los venezolanos, las explicaciones del régimen sobre causas y culpables de la crisis no son creíbles. Sobre este punto coinciden ampliamente la calle y los sondeos de opinión: La "guerra económica" es una tesis que el país jamás compró, y la masiva desaprobación de Maduro es un indicador claro de a quién el país considera culpable del desastre. La razón de esto es sencilla: Es muy difícil, hasta para el chavista que más idolatre la memoria de su líder fallecido, darle crédito a la palabra de un burócrata que le exige "lealtad", "disciplina" y sobre todo "paciencia"... mientras exhibe obscenamente su riqueza mal habida. 

 
Para Maduro el problema es cómo sobrevivir aferrado al poder la mayor cantidad de tiempo posible, sea al precio que sea -con tal de que ese precio lo paguen otros-.  Para el ciudadano de a pie, incluyendo a los chavistas, el problema es que mientras Maduro este en el poder el país no tendrá confianza, ni trabajo, ni seguridad. "Una contradicción antagónica", como dirían los viejos comunistas.

 
Pero Maduro quiere "su" victoria. Quiere imponer su constituyente, esa parodia que -al violar el principio democrático universal "un ciudadano, un voto" y al violentar groseramente el principio constitucional de la representación proporcional- se condenó a sí misma a la ilegitimidad absoluta. En el supuesto negado de que el madurismo consiga esa victoria, las soluciones que reclama el pueblo llano no llegarán, porque lograrlas implica una capacidad técnica, una calidad política y una honestidad administrativa que el madurismo ni posee ni puede improvisar. La crisis le estallaría en la cara, como ocurrió el pasado 17 de diciembre de 2016 por el absurdo retiro del billete de a cien, pero esta vez el estallido estaría referido a la debacle económica y social que se producirá cuando en pocos meses ese régimen tenga que escoger entre caer en default o reducir casi a cero las importaciones, opciones ambas catastróficas para el pueblo llano. Y en ese escenario el madurismo no podría evadir su responsabilidad o "repartir culpas", porque se encontraría en la soledad de un supraconstitucional poder absoluto...

 
Dicho en pocas palabras, en el supuesto negado de que el madurismo logre en 40 días la victoria que quiere, muy probablemente tendrá en 130 días el colapso que merece. 

Esta conclusión sobre lo improbable e indeseable de una hipotética victoria madurista quizá haga sonreír de satisfacción a más de un opositor. Pero antes  que empiece el triunfalismo, es prudente que se tomen en cuenta algunos asuntos por resolver.

Ciertamente, el hecho de que la determinante mayoría del país ubique a Maduro, a su régimen y a su proyecto político como los culpables directos del hambre, la violencia y la muerte, convierte a la oposición en convocante eficiente de las protestas de calle y en favorito obvio de los sondeos de opinión. Pero transformar la opción de poder en poder efectivo pasa por lograr la victoria, poder defenderla y saber ejercerla. Y esto a su vez depende de que la victoria opositora no sea una versión amarilla, anaranjada, azul o blanca del concepto chavista del triunfo político. 

 
En efecto, la pretensión de "ganar al estilo Chavez" (el ganador se lo lleva todo, el juego "suma cero") no es exclusiva de Maduro y su constituyente inconstitucional. La también inconstitucional idea de las "elecciones generales" esconde esa misma ambición rojiza: Si bien ya casi todos los venezolanos estamos de acuerdo en que el régimen que padecemos es alguna variante de dictadura, esta dictadura sería una modalidad bien peculiar si llegara a aceptar, por mera presión social, la realización de 335 elecciones municipales, 24 elecciones regionales y una elección nacional, comicios que en el escenario actual perderían -casi todos- por paliza. 

Más difícil que lograr una "victoria" opositora en esos términos sería construir, a partir de un "triunfo" así obtenido, la gobernabilidad indispensable para reconstruir la economía, la convivencia y la institucionalidad de esta Venezuela devastada por 18 años de sectarismo pugnaz y saqueo masivo.  En el supuesto poco probable de que la oposición acceda al poder mediante el simple aplastamiento electoral de su adversario ("elecciones generales"), construir las soluciones que el pueblo requiere con urgencia se dificultaría gravemente, pues para sacar adelante este país hace falta hacer una excelente gestión de gobierno, y para ello es indispensable tener un marco de estabilidad política, seguridad jurídica, confianza económica y paz social, algo difícil de alcanzar si no se entiende que una cosa es desalojar al madurismo del poder y otra muy distinta es pretender gobernar con todo el chavismo en beligerante oposición.

 
Como reiteradamente ha advertido el Padre Luis Ugalde, si la oposición gana pero el nuevo poder no tiene la base de apoyo necesaria y el plan que haga posible ese apoyo, "ese nuevo gobierno no duraría ni tres meses". 

 
Para pasar de la actual confrontación a la estabilidad necesaria para reconstruir  hay que tener un gobierno respaldado por sólidas alianzas en lo político, si, pero también en lo económico, lo social y lo militar.  Y una realidad así no nace de ganar un "juego suma cero", sino de una transición que incorpore al proceso democratizador (no necesariamente al gobierno, pero si al pacto político de estabilización del país) a todos los factores indispensables, algunos de los cuales están hoy vinculados a la órbita del régimen decadente. Como se ve, entonces, el "como" se llegue a la victoria y la forma en que esa victoria se ejerza son fundamentales para que la nueva realidad sea políticamente viable y socialmente sostenible.



Procesar la crisis desde las necesidades y urgencias de las víctimas, desde el dolor de los pobres de siempre y desde la rabia de los empobrecidos de ahora, nos lleva entonces a conclusiones distintas a las de los actores políticos tradicionales: Maduro solo quiere atornillarse en el mando, y en la acera de enfrente algunos sólo muestran impaciencia por sustituirlo. Pero el país no sólo necesita otro gobierno, sino además que ese gobierno sea, de verdad, distinto. No basta con vencer al madurismo: Además hay que vencer la forma madurista de hacer política, el "juego suma cero".  Para eso hay que vencer la constituyente fascista y superar la "épica".... para eso hay que construir la transición. 

¡Palante!




sábado, 17 de junio de 2017

¿HASTA CUANDO SERÁ ESTO? (Lo insostenible, lo inalcanzable, lo necesario y lo posible...)


Lo saben, lo saben bien: Para Maduro, Jaua, los hermanos Rodríguez, Aristóbulo Isturiz, Alí Rodríguez Araque y muchos otros que alguna vez fueron dirigentes chavistas, ahora devenidos en representantes de esa precariedad política llamada “madurismo”, es absolutamente claro que el régimen es insostenible.  


 
EL RÉGIMEN SE SABE INSOSTENIBLE



En efecto, más allá de lo que diga la oposición, Almagro, la OEA o el propio Papa, para la cúpula que por ahora tiene secuestrado el poder es clara su propia lectura de la realidad: Un régimen en que la Fiscal General de la República cuestiona la legitimidad de los magistrados que integran el Tribunal Supremo; Un régimen en que el “Defensor del Pueblo” es acusado por la propia ex secretaria ejecutiva del Consejo Moral Republicano no ya de ser inepto o sesgado en el ejercicio de su cargo, sino de ser un activo participante en la orquestación de un fraude a la ley al justificar -bajo la consigna de que “esto no es un asunto legal sino una vaina política”- la designación de unos “magistrados express” que no cumplen perfil ni requisitos legales ni éticos para el cargo; Un régimen en que los militares no pueden salir a la calle con su arma, porque el hampa los mata para robársela, ni pueden salir uniformados sin exponerse al desprecio no siempre silencioso de parte importante de la población; Un régimen que ha optado por gastar en corrupción, pagos de deuda externa y costos de represión las divisas que no usa para comprar medicinas y alimentos; Un régimen que por eso mismo no puede garantizar a la población el acceso a comida, medicamentos y a su propia seguridad; Un régimen, en fin, que es señalado por los opositores de corrupto y es acusado por los chavistas de traidor, sólo puede ser definido con una palabra:  INSOSTENIBLE.  Y ellos, repetimos, lo saben.



 
POR LA PURA FUERZA EL CAMBIO ES INALCANZABLE



Pero en la acera de la Unidad Democrática también saben otra cosa.  Saben que aunque la calle es indispensable para presionar el cambio, desplazar al régimen del poder usando solamente “la calle” no es factible. Por eso son políticos y no militares:  Porque creen que la palabra, la negociación, la construcción de puentes anímicos, simbólicos y legales son los instrumentos mejores para la resolución de conflictos y la construcción de país.  Por eso Borges, Ramos Allup, Manuel Rosales y Freddy Guevara saben que, en la presente circunstancia nacional, buscar el poder mediante el sólo uso de “la calle” puede convertir ese objetivo en inalcanzable.


 
Ciertamente, más allá de lo que diga la propaganda gobiernera que acusa a la oposición de “golpista”, para la dirección democrática es claro que tanto por su definición estratégica (la búsqueda de un cambio “pacífico, constitucional, democrático y electoral”) como por los datos concretos de la confrontación:  La influencia que tiene el régimen sobre la Fuerza Armada tras 18 años de copamiento institucional, manipulación clientelar y adoctrinamiento ideológico; el control descarado que ejerce sobre la estructura burocrática del Estado (Poder Judicial, Consejo Nacional Electoral, Contraloría General de la República, etc.); La utilización del terror puro y duro para someter la protesta popular, a través de las OLP en los barrios y de las invasiones a conjuntos residenciales de clase media, siempre en operaciones combinadas de efectivos uniformados con civiles paramilitares, todo sumado a la absoluta ausencia de escrúpulos democráticos en la cúpula del régimen, coloca a la sociedad democrática ante un reto complejo:  La única herramienta para presionar el cambio es la movilización de calle, pero esa fuerza de calle no puede sustituir sino respaldar la política.  La TRANSICIÓN DE LA DICTADURA A LA DEMOCRACIA no se “decreta”, se construye, y no se impone, se concerta.  Eso implica la necesidad de hacer eso que el Secretario General de la OEA llamó “una negociación definitiva para instaurar la democracia en Venezuela”.  No construir esa “negociación”, como la llama Almagro, puede convertir el poder es un objetivo inalcanzable para la oposición. Y su dirección, repetimos, lo sabe.


 
NECESIDAD DE ROMPER LOS CHANTAJES



¿Por qué el régimen, si se sabe insostenible, no promueve él mismo una negociación que permita una transición ordenada y pacífica? ¿Por qué la oposición, si sabe que mediante la sola fuerza el poder se puede tornar inalcanzable, no complementa la movilización de calle con los esfuerzos políticos que hagan posible el desalojo del régimen? Resulta que en política desgraciadamente dos más dos no siempre dan cuatro: En el oficialismo hay actores más preocupados por su propia impunidad que por la continuidad de su proyecto político, y tienen la fuerza para chantajear al resto de la dirigencia gobiernera;  En la oposición, tras la satanización de la palabra “diálogo”, algunos temen que participar en una negociación pueda “desactivar” la calle, lo que despojaría al campo democrático del que actualmente es su principal instrumento de lucha.  Ese temor de unos paraliza a todos, porque nadie quiere aparecer como “más blando” que otros, pese a que todos reconocen en privado que o se trasciende la “épica” y se llega a la política, o se puede perder la posibilidad de acceder al poder. 


 
LO INSOSTENIBLE, LO INALCANZABLE… ¡LO INSOPORTABLE!



Procesar esta crisis no desde la óptica de los actores políticos sino desde el dolor de la gente nos lleva a una tercera certeza: Si el régimen por su propio desastre es insostenible, y si para la oposición buscarlo por la sola fuerza puede convertir el poder en inalcanzable, la otra gran verdad es que la prolongación del desastre es para el pueblo llano, para el ciudadano de a pie, insoportable: El hambre atroz, la muerte por falta de medicinas, el horror continuado de la violencia son ya inaguantables para una población al borde de la explosión y la anarquía.





Esto hace imperativo que entre lo “insostenible” y lo “inalcanzable” se convierta en posible lo necesario: En Venezuela el cambio político es una necesidad urgente. Para que ese cambio sea posible es indispensable acordar garantías.  No sólo para que la nueva mayoría acceda al poder sin seguir pagando un precio de sangre; No sólo para que los perseguidores de hoy no teman ser los perseguidos de mañana:  En realidad, se trata de garantías para todos, para la sociedad venezolana, garantías de que este horror no se repetirá con nuevas caras o nuevas franelas. 



No será fácil, pero es lo que hace falta.  Tarea más de estadistas que de activistas. Pero de que se puede, se puede.  ¡Palante!  


domingo, 11 de junio de 2017

CUATRO PRECISIONES Y UN DECÁLOGO EN DEFENSA DE LA CONSTITUCIÓN

 
Respaldar, adherirnos masivamente al recurso interpuesto por la Fiscal General de la República contra la constituyente madurista ante el TSJ , es un deber patrio. Pero antes y después de ese acto, la movilización nacional en defensa de la Constitución y en rechazo a la constituyente fascista exige de todos los venezolanos algunas definiciones sobre que hacer y como hacerlo, sobre que decir y donde decirlo, sobre como organizarnos y como movilizarnos.  Sobre estas cruciales cuestiones hemos recogido en diversas comunidades importantes planteamientos, que resumimos aquí en esta propuesta, en estas “cuatro precisiones y un decálogo”:   

 
PRIMERA PRECISIÓN: El Frente Nacional de Defensa de la Constitución es el espacio de encuentro de TODOS los venezolanos (opositores y chavistas, civiles y militares, dirigentes y ciudadanos, los pobres de siempre y los empobrecidos de ahora…) que atendemos al llamado expresado en el Artículo 333 de nuestra Carta Magna: “Esta Constitución no perderá su vigencia si dejare de observarse por acto de fuerza o porque fuere derogada por cualquier otro medio distinto al previsto en ella. En tal eventualidad, todo ciudadano investido o no de autoridad, tendrá el deber de colaborar en el restablecimiento de su efectiva vigencia.”  Por ello, el Frente NO ES una dependencia de la MUD o del chavismo disidente. Es una iniciativa de la Asamblea Nacional, y un instrumento de la sociedad venezolana

 
SEGUNDA PRECISIÓN: Efectivamente, el país se encuentra ante la “eventualidad” prevista en el 333 constitucional: La propia Fiscal General de la República determinó que las sentencias 155 y 156 del Tribunal Supremo de Justicia representan una ruptura del orden constitucional, y que tanto el intento de Nicolás Maduro de convocar una Asamblea Nacional Constituyente sin consulta popular, como el establecimiento de unas bases comiciales que niegan el sufragio universal, constituyen un intento de derogar la Constitución vigente por medios distintos a los previstos en ella. En consecuencia, el Frente Nacional de Defensa de la Constitución no puede limitarse a congregar a un conjunto de personalidades. El 333 hace un llamado a TODO CIUDADANO Y CIUDADANA. En consecuencia, los Comités de Defensa de la Constitución son los espacios de base del Frente, a crearse en cada comunidad, edificio, urbanismo, centro de estudio o de trabajo. 

 
TERCERA PRECISIÓN: Los Comités deben ser puestos en funcionamiento por los ciudadanos sin esperar “línea” de ningún centro de poder. Su visión esta plasmada en el artículo 2 de la Constitución: hacer de Venezuela “un Estado democrático y social de Derecho y de Justicia, que propugna como valores superiores de su ordenamiento jurídico y de su actuación, la vida, la libertad, la justicia, la igualdad, la solidaridad, la democracia, la responsabilidad social y en general, la preeminencia de los derechos humanos, la ética y el pluralismo político.” 

 
CUARTA PRECISIÓN: Su misión es la defensa de la Constitución Nacional. Y para ejercer esa defensa hacemos uso de la NO VIOLENCIA ACTIVA, amparados en los artículos de la Constitución 53 (“Toda persona tiene el derecho de reunirse, pública o privadamente, sin permiso previo, con fines lícitos y sin armas. Las reuniones en lugares públicos se regirán por la ley”) y 68 (“Los ciudadanos y ciudadanas tienen derecho a manifestar, pacíficamente y sin armas, sin otros requisitos que los que establezca la ley. Se prohíbe el uso de armas de fuego y sustancias tóxicas en el control de manifestaciones pacíficas. La ley regulará la actuación de los cuerpos policiales y de seguridad en el control del orden público”).



DECÁLOGO POR LA CONSTITUCIÓN: Para defender nuestra Carta Magna como pacto de convivencia de todos los venezolanos podemos utilizar los siguientes diez mensajes, recogidos en debates realizados en numerosas comunidades en lucha:

1.:  Defendemos la Constitución porque en 1999 fue aprobada por los venezolanos y luego en 2007 fue ratificada en referendo.

2.:  Defendemos la Constitución porque consagra la DEMOCRACIA participativa y protagónica, no la dictadura (preámbulo de la CRBV)

3.: Defendemos la Constitución porque establece como principio el PLURALISMO, no el socialismo ni el capitalismo, ni ningún dogma de Estado (Art. 2)

4.: Defendemos la Constitución porque establece y ampara tanto la PROPIEDAD PRIVADA como la LIBERTAD DE TRABAJO (Art. 112)

5.: Defendemos la Constitución porque reconoce el derecho de la familia a incidir y participar activamente en la educación de sus hijos (Art. 102)

6.: Defendemos la Constitución porque establece que la Fuerza Armada Nacional debe ser profesional, no partidista, y debe estar al servicio de la Nación y no de ningún grupo o personalidad (Art. 328)

7.: Defendemos la Constitución porque establece para la Administración Pública principios que son INCOMPATIBLES con la corrupción (Art. 141)

8.: Defendemos la Constitución porque establece la libertad de expresión y PROHIBE la censura (Art. 57)

9.: Defendemos la Constitución porque establece la LIBERTAD DE RELIGIÓN Y DE CULTO, así como el derecho de la familia a definir que tipo de educación religiosa recibirán sus hijos (Art. 59)

10.: Finalmente, defendemos la Constitución porque, tras el examen de los diez puntos anteriores, resulta evidente que el problema de nuestro país no es el texto constitucional.  Muy por el contrario, el problema de Venezuela es que tenemos un sistema y un régimen que VIOLAN sistemáticamente la Constitución. Si la Constitución es buena (“la mejor del mundo”, dijo alguien, alguna vez…) y si el sistema y el régimen son malos, lo que hay que cambiar no es la Constitución, sino el régimen corrupto y el sistema generador de escasez y pobreza.

Y eso, precisamente eso, es lo que esta haciendo con su lucha el bravo pueblo venezolano.  ¡Palante!

 

domingo, 4 de junio de 2017

EL PADRINO DE RANGEL

 
Ya no es un “goteo”. Lo que esta ocurriendo en el oficialismo es un deslave. Tras la valiente posición de la Fiscal General de la República en defensa de la Constitución, cada día surgen nuevas y más vehementes manifestaciones de magistrados, ex altos funcionarios, diputados y mucho, mucho “chavista de a pie”, desmarcándose del proyecto de la constituyente corporativa, sectorial, fascista, de Maduro. Por eso no me extrañó cuando al encontrarme con un apreciado amigo, hasta hace poco simpatizante del oficialismo, este me hiciera un análisis interesante y demoledor de la entrevista que el Mayor General Vladimir Padrino López concediera a José Vicente Rangel el pasado domingo 28 de mayo.   

   
“Si Fidel Castro hubiese escogido a José Vicente Rangel y a Vladimir Padrino para dirigir a Venezuela en vez de designar a quienes escogió, probablemente la situación de este país sería otra”, empezó su análisis mi amigo ex chavista.  “Para algunos esos son los dos más inteligentes líderes del oficialismo”, hablando de los protagonistas del programa que, para él, lució “concertado”.

 
“En efecto”, dijo, “a Padrino se le permitió omitir o apenas rozar los temas de mayor importancia o relieve, como son en lo político la violación de la Constitución en cuanto a la elección de alcaldes y gobernadores, el brutal desconocimiento del Poder Legislativo y la tenacidad de la rebelión popular frente al régimen. En lo económico, Rangel dejó que Padrino pasara rápido sobre el colapso del abastecimiento alimentario, el endeudamiento aplastante, la hipoteca de PDVSA y el macro-fraude cambiario.  No se habló tampoco de un problema de enorme importancia estructural: El inmenso bolsón energético encontrado por la Exxon-Mobil en las aguas del Esequibo, de ese mismo Esequibo cuya reclamación fue preterida en forma irresponsable por los gobiernos de Chávez y Maduro. Por supuesto, de narcotráfico tampoco se habló…”

 
Mi amigo me corrije: “Yo no soy ex chavista.  Yo soy un venezolano que apreció algunos aspectos del liderazgo de Chávez, y que jamás estuve con Maduro”. Para él, “en la introducción del programa Padrino intentó descalificar moralmente la actual rebelión popular señalándola como producto del ‘injerencismo de una coalición de países que intervienen en asuntos internos de Venezuela’. Sería bueno que Padrino recuerde que en lo que va de este siglo, nadie ha sido tan ‘injerencista’ en la región como el régimen actual venezolano, el cual por otra parte acoge amorosamente la injerencia cubana, y además –insólitamente- paga por padecerla…”

 
Para mi interlocutor, “entrevistador y entrevistado entraron en materia sólida cuando Padrino habló de ‘una distorsión económica que empezó con el desplome de los precios petroleros’. Ante todo, aquí no hay ‘distorsión’ sino colapso", refutó mi amigo, para de inmediato precisar: "Y la culpa no es de la caída de los precios petroleros: En casi dos décadas, el petróleo ha puesto en manos del castro-madurismo más dinero que la suma de todo el dinero manejado por los todos los gobiernos venezolanos desde que reventó el Zumaque 1 hasta que Hugo Chávez sumió el poder en 1999. Gobiernos anteriores dieron de comer a la población y mantuvieron funcionando al país con petróleo a poco más de 10 dólares el barril, sin aumentar la deuda externa, que incluso se redujo durante la administración Lusinchi.  A partir de los 30 dólares que valía el barril en 2003, durante estos años de revolución los precios subieron hasta llegar a 120 dólares el barril, estabilizándose en 2010 alrededor de los 100 dólares el barril. Fue en el cuarto trimestre del 2014 cuando empezaron a bajar a su actual nivel de 50 dólares el barril (muy por encima aun de los 30 dólares que costaba el barril durante el gobierno de Pérez I)…”

 
Subraya mi amigo “ya no chavista y nunca madurista” que “a todo esto hay que sumar el violento endeudamiento que llegó al clímax esta semana cuando Maduro vendió al banco imperialista Goldman Sachs 2.800 millones de dólares en bonos de PDVSA a vencerse el año 2022, con un descuento de casi 70%, pagando al imperio monstruosos intereses que llegan a casi 30% anual, puesto que el interés normal de esos bonos es de 9,25%, lo cual se triplica cuando –como el es caso- el comprador recibe 3 bonos por el precio de cada uno.  Es así como en 5 años Venezuela pagará por intereses 1.295 millones de dólares (9,5% de 2.800 millones multiplicados por los 5 años que faltan para el vencimiento de esos bonos). Cuando llegue ese vencimiento, Venezuela deberá además pagar los 2.800 millones de dólares del valor facial de los bonos, por los cuales recibió sólo 868 millones. En total Venezuela pagará más de 4 mil millones de dólares por este ‘respirito’ para Maduro… ¿Patria?”

 
Con una mezcla de su lucidez habitual y algo de tristeza (¿despecho?) por sus ya extintas simpatías hacia el oficialismo, mi amigo devenido en analista afirma que “Padrino intentó consolar al país diciendo que, tras 14 años de chavismo y cuatro de madurismo, el régimen ahora esta dando ‘pasos para una estrategia económica coherente y sustentable’ que buscaría ‘cambiar el actual modelo rentista por uno productivo’. Pero si de algo ha sido enemigo el chavo-castro-madurismo ha sido de la producción. Limitándonos sólo al tema de los alimentos, ¿Sabrá Padrino que en 1999 Chávez encontró sembradas 4.700.000 hectáreas y que en 2017, por falta de semilla y abono, sólo se sembraran 1.100.000? ¿Sabrá que en Venezuela había 20 millones de cabezas de ganado y que hoy sólo hay 10 millones, cuando el abastecimiento del país requiere un rebaño de 30 millones?  ¿Acaso el Imperio se comió la semilla y el ganado, o fueron las expropiaciones, las invasiones avaladas por el Inti y el impune cobro de vacuna por parte de la guerrilla y las megabandas lo que acabó con la producción?” 

 
Mi amigo dice “agradecer” que “el llamado a respetar la Constitución aparece una y otra vez en la argumentación de Padrino”, pero por eso mismo lamenta “el ardor con que defiende la imposición de una Asamblea Constituyente que derogaría la Constitución que alaba”.  En su opinión, “hay que reconocer que cuando Padrino habló de la ética parecía un vocero opositor: Cuando denunció a quienes quieren el poder para ponerle la mano a la riqueza nacional parecía que hablaba de las enormes fortunas acumuladas por personajes muy conocidos. Por lo demás, es cierta su observación de que política es el arte de ponerse de acuerdo. Discutir sobre los problemas y no sobre las personas, como él propone, es propio de gente seria. Y para hacerlo es fundamental colocar los intereses de la Patria por encima de los intereses políticos, sobre todo cuando éstos se han vuelto personales y hasta de supervivencia, con los de los jerarcas señalados por peculado, violación de DDHH o narcotráfico, y que por eso mismo están usando hoy al poder como barrera que los protege de una justicia que tarde o temprano habrá de alcanzarlos… y esa es la causa de su desesperada resistencia.”


Mi amigo concluyó su análisis coincidiendo con Padrino en que “debemos construir un escenario de paz que nos permita construir un país donde quepamos todos”. Pero afirma de inmediato: “Que se lo diga a Maduro, a Diosdado, a El Assaimi, a Reverol, entre otros. Todo el resto del país cree y lucha por eso, a pesar de la intoxicación lacrimógena y los asesinatos con metras. A nosotros, denos por convencidos…”. 

Así es. ¡Palante!