domingo, 28 de enero de 2018

PASARÁ LO QUE TENGA QUE PASAR...

 
Un sector de la población opositora no va a votar por un conjunto de razones no modificables en el corto plazo:  Desde la cultura política autoritaria (de doscientos y tantos años de vida republicana, menos del 25% tuvimos gobiernos civiles) hasta los errores de la propia dirección opositora que hoy insinúa la participación (hace poco un “líder” dijo que “en Venezuela estaba cerrada la salida electoral” y dos semanas después dijo que “el candidato había que escogerlo entre él y Leopoldo López”…), pasando por todas las maniobras y agresiones que el régimen perpetra para desestimular la participación opositora,  la escena esta puesta para la repetición de los desastres del 15 de Octubre y del 10 de diciembre, las más recientes “batallas” dirigidas por el mismo “Estado Mayor” opositor que durante 2017 sepultó a la MUD para venir a exhumarla en este inicio de 2018.

   
En octubre del 17, Maduro llevó a ese 25% del país que es rehén del “carnet de la patria” a votar, mientras que el mayoritario país opositor se quedo en su casa.  A pesar de eso en Bolívar ganamos, el gobierno hizo fraude y Velásquez lo probó, pero la protesta no fue nacional. En otros cinco estados la oposición logró vencer al fraude, pero en vez de premiarlos la histeria opositora satanizó a cuatro de esos campeones, y el quinto consideró que era más “heroico” regalarle la gobernación al madurismo, favor que hoy sigue agradeciendo Omar Prieto. En diciembre del 17 unos partidos decidieron participar en las municipales y otros no.  De los que decidieron “no participar” casi todos lanzaron candidatos “por debajo de cuerda”, con otras tarjetas. El resultado fue una confusión total que no fue culpa ya ni de Maduro ni de Lucena…
 
 
Eso ocurrió hace menos de dos meses, y dentro de tres habrá otra elección, esta vez presidencial.  Lo que esta en juego no es poco: Es la amenaza de prolongar por seis años más la actual agonía.  Si Maduro logra reelegirse el éxodo que ya es masivo se tornara generalizado. Después de eso este país será irreconocible,  y la construcción de una resistencia social y una alternativa política a la dictadura será muchísimo más difícil que ahora. Pero ni eso hace cambiar los hábitos, los tiempos y la calidad de respuesta de la clase política opositora, que al momento de escribir estas líneas (cuatro días después de la convocatoria a elecciones por la írrita ANC) aun no ha tenido la delicadeza de decir “esta boca es mía”, a pesar de que sobre el particular ya se han pronunciado el Grupo de Lima, la Unión Europea, el Departamento de Estado norteamericano, el gobierno canadiense, etc...

 
Lo que más indigna de todo esto que es que es perfectamente posible frustrar los planes de Maduro, derrotar su estrategia y obtener una victoria democrática contundente.  Es más:  Nunca como ahora esa posibilidad había sido tan clara.

Ciertamente, el régimen esta totalmente aislado internacionalmente, e internamente es acusado por el 70% del país de ser el culpable del empobrecimiento atroz. Pero el obstáculo fundamental que la oposición enfrenta para llegar al poder no es el régimen, ni su consejo nacional electoral, ni su tribunal supremo de justicia, ni ese sector de la oficialidad contento de ser la Fuerza Armada “de la revolución” y no de la Nación, ni los grupos paramilitares, ni los cubanos, ni los rusos, ni los chinos… El principal adversario que tiene la dirección política de la oposición venezolana es ella misma, mejor dicho, es su actual incapacidad para definir una ESTRATEGIA COLECTIVA para alcanzar el poder y ejercerlo.

 
Porque ese es el punto:  Hasta el 6 de diciembre de 2015 los partidos democráticos eran “oposición” a un régimen. Pero a partir de ese momento el reto del poder se plantea con urgencia en el horizonte. Y la Unidad, como alianza, no tenía (¡Ni tiene!) una estrategia de conjunto para llegar al poder.  Cada “candidato” tenía su propia ruta a Miraflores, pero esas rutas eran personales, grupales, excluyentes, no podían transformarse en LA ruta unitaria.

Fue así como en 2016 y 2017 la oposición partidista despilfarró el capital político generado por la victoria democrática del 6 de diciembre del 2015, y es a partir de las derrotas sufridas en esos dos años como se produjo el distanciamiento entre el pueblo  opositor y la dirección partidista de la oposición.  Es aprovechando esa brecha como Maduro obtiene (oportunismo, ventajismo y fraude mediante…) los tristes resultados del 15 de octubre y el 10 de diciembre de 2017.  Es por eso también que convoca ahora a elecciones presidenciales en el primer cuatrimestre del 2018, antes que la oposición se recomponga y también antes que la hiperinflación se trague lo que queda de su gobierno.  Ese es el triunfo que Maduro espera lograr gracias al voto del 25 % del país, amarrado por las cadenas del hambre y del “carnet de la patria”, y también gracias a la abstención del 75 % de los venezolanos, porcentaje que quiere cambio pero que no se siente expresado ni representado en la actual dirección partidista opositora, y mucho menos en sus candidatos…

 
Aun es posible, sin embargo, evitar el desastre: Si los jefes de los partidos comprenden que este no es su momento sino el momento de -entre todos- salvar al país, si todos juntos  le proponen a algún venezolano que sea capaz de unir a todo el pueblo que asuma la responsabilidad de ser candidato a presidir la transición, si unidos integran una maquinaria electoral como la que tuvimos en el 2015, capaz de lograr en toda Venezuela lo que el 15 de octubre de 2017 logró Andrés Velásquez en el estado Bolívar, si se hace todo eso, tenemos al menos una posibilidad de convertir las  elecciones convocadas por la írrita ANC en una operación en la que o ganamos o ganamos:  O ganamos las elecciones, por tener un candidato nacional independiente capaz de darle un “abrazo de oso” al régimen y derrotarlo ampliamente, o nos hacen trampa y tenemos nacionalmente la estructura necesaria para denunciar Y PROBAR el fraude perpetrado.  



Es decir:  Podemos convertir esas elecciones en una victoria de doble filo, pues o las ganamos o los deslegitimamos definitivamente (lo que en su actual situación de aislamiento internacional seria sencillamente el principio del fin). 

Podemos hacer eso, o no.  En cuyo caso, tendremos una lamentable repetición del 15 de octubre y del 10 de diciembre, vendrá el desastre, y los que amamos a Venezuela seguiremos humildemente, tercamente, contra todo pronóstico, incluso cuando no haya esperanza, trabajando para recuperar y construir esa esperanza. 

Pasará, pues, lo que tenga que pasar. Y en cualquier escenario seguiremos trabajando para retomar la lucha pacífica, civilista y electoral para derrotar a los saqueadores violentos, militaristas y tramposos. Ya antes los derrotamos ¡Costará, pero lo volveremos a hacer! ¡Palante!


domingo, 21 de enero de 2018

DELSA, O EL DOLOR TRANSFORMADO EN FUERZA


Venezuela no esta ya al borde del precipicio, sino “cuesta abajo en la rodada”. Ver al gobierno dividido, con un sector saboteando sangrientamente en El Junquito lo que otro sector intenta pactar en Santo Domingo, revela que no sólo el país se le fue de las manos al régimen, sino que éste es incapaz de controlarse a si mismo. “Amarren a sus locos”, dice la oposición.  Muy difícil, cuando son “los locos” los que tienen el poder de fuego y el poder político para maniatar a las instituciones, asesinar a los ciudadanos, atropellar a sus familiares e imponerle una “política de hechos cumplidos” a todo el oficialismo.  A Maduro solo le queda, por ahora, el triste papel de sumarse tardíamente al desmadre, para simular penosamente que aun esta “en control” de algo…
 

  “Dentro de la Constitución todo, fuera de la Constitución nada”, fue consigna repetida en distintas ocasiones por Chávez y por la oposición democrática.  La Constitución no es sólo un libro o un contrato, es la red de emergencia que puede salvar a un país que ha tropezado y caído.  Pero a Venezuela le quitaron esa red. El régimen se dotó de una “Constituyente” (convocada por quien no debía, electa de manera irregular, funcionando en medio de un abrumador repudio y desconocimiento nacional e internacional) y ahora el texto constitucional sólo rige para algunos venezolanos de a pie, mientras los caprichos del poder son elevados a la fantasiosa e írrita condición de “decretos” o “leyes constituyentes”.  El régimen empujó el país al barranco y le quitó la red que podía salvarlo, y apenas ahora algunos de sus miembros se dan cuenta de que también ellos van dando tumbos hacia lo profundo del precipicio.
 
 
En la misma semana en que asesinan con tiro de gracia a Oscar Pérez y a sus compañeros, en el mismo tiempo borrascoso en el que fallecen ahogados cinco balseros venezolanos que huían del hambre hacia Curazao, en el mismo enero venezolano en que cuatro ciudadanos en Mérida, uno en Portuguesa y otro en Vargas son asesinados en disturbios por hambre,  representantes de los cuatro partidos “menos pequeños” de la oposición venezolana se reúnen para discutir la supuesta urgencia de unas “elecciones primarias”, como si zanjar las disputas por el liderazgo en la oposición fuera más importante que la construcción de una gran consenso nacional, político y social, para detener la crisis e iniciar la reconstrucción de una Venezuela hoy despedazada.

 
Pese a la hegemonía comunicacional del gobierno y por encima del desordenado discurso político de los distintos sectores de la hoy lamentablemente dispersa oposición, la realidad-real del país es evidente para todos los que no están cegados por las gríngolas de las ambiciones políticas o de las apetencias de la rapiña económica: Venezuela hoy esta tan destruida como la casa en que sitiaron y asesinaron a Oscar Pérez y a sus seis compañeros.

   
En efecto, desde los habitantes de los barrios más humildes de Caracas hasta los tenedores de bonos de la deuda venezolana que en Nueva York, Londres, Madrid, Moscú o Beijing siguen con inquietud los sucesos del país, todos tienen claro que el estado actual de la crisis política, social y económica venezolana es insostenible.  Y todos saben también que el estado “insostenible” de la crisis venezolana abre las puertas para que la misma cambie para peor, hacia escenarios de mayor violencia política, de más precaria convivencia social y de mayor penuria económica, el país ideal para los estafadores y asesinos. Igualmente, todos saben que para que la salida de la crisis sea hacia un escenario de reconstrucción económica, paz social y estabilidad política, hacia el país ideal para los ciudadanos, esa salida debe ser pacífica para que sea sostenible y negociada para que sea pacífica.
 
 
De manera que la palabra clave es “negociación”, la que haga posible el carácter pacífico de la salida política para garantizar así la sostenibilidad de la misma, creando de esa manera el marco de gobernabilidad y gobernanza necesario para la reconstrucción del país.

Los factores fundamentales de esa necesaria negociación son actores POLÍTICOS, entendiendo por tales incluso a actores militares o económicos que tienen una evidente relevancia y peso político en la actual crisis venezolana.  Independientemente de que su accionar pueda ser calificado como “autoritario”, “populista”, “democrático” o con cualquier otro adjetivo, todo actor político desarrolla su accionar en el escenario de la opinión pública, y así como el actor impacta la opinión pública, ésta también puede condicionar e influir en la conducta y discurso de los actores...

 
En el caso de la actual crisis venezolana, como consecuencia de diversos factores (tradición y cultura política signadas por el lastre del militarismo, carácter autoritario de la actual hegemonía gobernante, errores reiterados de la oposición democrática, etc.), existe un muy difundido escepticismo sobre la viabilidad de una salida política, es decir, pacífica y electoral a la actual crisis. Pero los recientes sucesos ponen de relieve una verdad inmensa:  Los principales beneficiarios de ese escepticismo son los factores delincuenciales que, enquistados en el poder, estarán siempre en contra de toda solución política porque sólo en el ámbito de la fuerza bruta y de los negocios turbios ellos tienen, literalmente, poder de fuego y poder económico.  No tienen pueblo ni el apoyo de la Ley, solo tienen balas y dinero sucio. Por eso no quieren negociación política, sino violencia sangrienta, como la ejercida criminalmente el lunes pasado en El Junquito.



A veces parece imposible reconstruir la esperanza. A veces olvidamos que hace sólo dos años derrotamos al régimen con sus mismas reglas, su mismo CNE y su mismo Plan República.  Pero aun en medio de este desastre hay luces que señalan el rumbo: El valor de los familiares de los asesinados, que convirtieron su dolor en fortaleza; La insobornable verticalidad de los obispos venezolanos, que cumplen su labor de líderes espirituales desafiando las amenazas y la grosera prepotencia del poder; El trabajo incansable y la palabra valiente de líderes políticos de verdad como Delsa Solórzano, cuyo testimonio de vida es el mejor ejemplo de que si se puede derrotar simultáneamente al régimen totalitario y al narcisismo ególatra de las cúpulas partidistas de la oposición, son señales contundentes de que si se puede.

 ¡Claro que si! ¡Palante!

sábado, 6 de enero de 2018

EL HAMBRE ES NOTICIA, LA POLÍTICA NO...

   
El viernes 5 de enero en horas de la mañana la oposición partidista generó una noticia importante: La designación de la nueva junta directiva de la Asamblea Nacional.
 
 
En un escenario informativo ordinario, esa debió ser la noticia más importante del día.


Posteriormente, en horas del mediodía, la señora Heather Nauert,  vocera del Departamento de Estado norteamericano, emite un mensaje en la red social Twitter en el que dijo: “Los miembros de las fuerzas armadas venezolanas pueden evitar sanciones respetando las reglas de la Ley y cambiando su conducta para que se eliminen las sanciones #Venezuela”.
 

En efecto, ese mismo viernes el Departamento del Tesoro estadounidense emitió una nueva lista de sancionados integrada por los generales y altos funcionarios Rodolfo Clemente Marco Torres, Francisco José Rangel Gómez, Fabio Enrique Zavarse Pabón y Gerardo José Izquierdo Torres. Esta también pudo ser, dentro de la “anormal normalidad informativa” venezolana, la noticia más relevante de la jornada.
 
 
Finalmente, desde las 7 hasta las 9 de la noche, se produjo el viernes 5 una alocución de Nicolás Maduro con una respuesta a las sanciones, con varios anuncios sobre la polémica “criptomoneda”,  con su ya habitual dosis de amenazas a los dirigentes opositores y con su también habitual empeño en ignorar las protestas por hambre que sacuden al país.


 
EL HAMBRE SI ES NOTICIA



Porque esa si es la noticia más importante del viernes 5, de los días anteriores y de los que están por venir:  Desde todo el país se reportaron ese viernes 5 de enero numerosos saqueos o intentos de saqueo en expendios de alimentos.  Desde oriente, en Caicara del Orinoco, hasta occidente, en los Puertos de Altagracia, hubo graves incidentes de esta naturaleza. En la propia ciudad capital se reportaron también conatos en Montalbán, al oeste, y en Terrazas del Ávila, al este.  



Mientras ocurrían estos saqueos “salvajes”, el gobierno -a través de la llamada “Superintendencia Nacional para la Defensa de los Derechos Socioeconómicos”- realizó unas “supervisiones” en automercados Gamma y en otras cadenas, bajando precios de manera compulsiva, lo que generó una avalancha de compradores en lo que algunos definieron como un “saqueo controlado”, no solo “tolerado” sino oficialmente promovido.
 

 
“RESETEAR” LA POLÍTICA, “RECENTRAR” LO SOCIAL


¿Porque estos eventos en supermercados y abastos opacaron en la atención de las personas a eventos políticos que ordinariamente hubieran capturado la atención y la imaginación de todos? La razón es sencilla y contundente: El país que habita el régimen sólo existe en el Canal 8, y el que habita la cúpula partidista opositora queda en las redes, pero en la Venezuela real el hambre aplasta a todos. Según Datincorp sólo 12% de los venezolanos esta pendiente de la agenda del poder, mientras que 88% concentra sus energías en la lucha por sobrevivir…   

 
¿Quieren los tomadores de decisiones ser nuevamente “noticia”, no por el daño que hacen sino por lo pertinente de su accionar? Pues no será fácil.  Ello implicará "resetear" la política para hacerla útil a la gente,  y redimensionar lo social para que sea el centro del esfuerzo de todos. 2018 puede ser el año del cambio, si todos cambiamos primero…


 
TERRORISMO JUDICIAL Y CHANTAJE ALIMENTARIO EN EL CHAVISMO



¿Podría eventualmente reinventarse el chavo-madurismo para ser útil? Es deseable, pero no parece posible. Deseable, porque aun hoy, después de 19 años de destrucción nacional, ese sector cuenta increíblemente con el respaldo de uno de cuatro venezolanos. Pero es improbable porque (aunque Maduro esta a años-luz del sueño de redención social que alguna vez animó al pueblo chavista) las reservas políticas y los resortes morales de ese sector no parecen tener la fortaleza necesaria para hacer algo al respecto.



En efecto, lo que queda de las bases sociales del chavismo esta hoy severamente cuadriculado en un mecanismo de chantaje alimentario llamado “carnet de la patria”.  Y su dirigencia esta sometida a un proceso de permanente purga interna:  Mientras no disientan y sigan participando acríticamente de la apropiación de lo que queda de la renta petrolífera y minera, no tendrán problemas. Pero todo aquel que “se salga de la foto” y sea crítico o –peor aun- pretenda competir por el poder, se encontrará de frente con todo el peso del Estado:  Desde Eduardo Samán y sus inverosímiles peripecias para poder inscribirse como candidato en el Municipio Libertador, hasta Rafael Ramírez hoy solicitado, perseguido y denunciado… por los mismos motivos que la Asamblea Nacional quiso investigar hace un año, todos son prueba viviente de lo que le puede ocurrir a quien en el chavismo se tome en serio el cuento de la “autocrítica leninista” y el “debate entre revolucionarios”:  En el chavo-madurismo, para que el que este alineado o guarde silencio habrá contratos, más pequeños o más grandes; Pero para el que intente “rescatar las banderas del Gigante” lo que le sale es la Fiscalía de Saab y el TSJ de Moreno, que le puedo decir, camarada…


 
ACENTO SOCIAL Y CANDIDATURA NACIONAL EN LA OPOSICIÓN



¿Podría la oposición política reinventarse para ser útil? No teniendo a su favor ni las prebendas ni la inercia del poder, para la oposición partidista es un asunto de vida o muerte responder afirmativamente esta pregunta. Pero más allá de un “Si” retórico, la oposición partidista necesita hacer cambios sustanciales en su cultura política y en su organización, en la calidad de su propuesta trascendente y de su activismo cotidiano.



Atender la emergencia humanitaria pasa asumir la política no como “carrera” sino como “servicio”; implica hacer política no desde el Periscope para el Twitter, sino desde la gente y para la gente; Es asumir el poder como palanca para hacer, y no como fin en si mismo.  




Para llegar a tener una CANDIDATURA NACIONAL el candidato debe poder unir al electorado de los partidos de oposición, debe ser capaz de incorporar también a esos dos millones de venezolanos que en las encuestas se refugian bajo la figura “no sabe-no contesta” y debe poder sumar incluso a por lo menos dos millones de chavistas descontentos.  Sin esos nueve millones de votos no se gana. Tal sumatoria no será lograda por ninguno de los rostros de la división opositora. 

Una sumatoria así solo será lograda por un venezolano que exprese con credibilidad la búsqueda de la Unidad Nacional. Y lograrlo no es un asunto de "elecciones primarias" entre partidos disminuídos, deteriorados, sino de construir un gran consenso social y político por el rescate del país. 

Lo contrario sería seguir compitiendo por el subcampeonato,  y tener seis años más de madurismo. Evitarlo es posible ¡Palante!