Un camión choca contra las defensas de la autopista Francisco Fajardo en la mañana del viernes 27 de Septiembre en Caracas, Venezuela. El chofer agoniza entre los hierros retorcidos de la cabina mientras el camión es literalmente cubierto por individuos que en vez de socorrer al mal herido se dedican a saquear la carga, carne procesada proveniente de Colombia -un tesoro en este país en el que los productores agropecuarios fueron invadidos, expropiados, obligados a quebrar, y ahora no se produce casi nada-. El macabro espectáculo es contenido cuando al fin llega la fuerza pública y logra mantener a raya a los saqueadores. Como en un capítulo de The Walking Dead, estos se van retirando, ansiosos, frenéticos, dejando atrás la horrenda escena de muerte y pillaje…
NO SON “HECHOS AISLADOS”
No es, desgraciadamente, una anécdota aislada, un “lamentable hecho fortuito”, como suelen decir los burócratas: El 24-5-2013 un camión cava cargado de carne se volcó en la avenida intercomunal Jorge Rodríguez, sentido Barcelona-Puerto La Cruz, a la altura de Molorca en Puerto La Cruz. El saqueo dejo un saldo de media carga desvalijada y seis detenidos.
38 días antes ocurrió algo similar pero en Carabobo, en el municipio Naguanagua, el 16 de abril de 2013. En ambas entidades había precedentes de desmanes como estos: Exactamente en el mismo punto del estado Anzoategui, pero el 10-12-2011, se había producido un accidente que involucró a un camión cargado de carne, con él mismo resultado. Otro 24 de mayo, pero de 2012, nuevamente el escenario del pillaje se trasladó al centro del país: una gandola cargada con carne accidentada en la Variante Bárbula de la Autopista Regional del Centro, vía San Diego, fue totalmente saqueada ante la mirada impotente de las “fuerzas del orden”. Y estos son sólo solo algunos ejemplos de las cosas que ocurren cuando la escasez y la penuria se unen a la absoluta falta de escrúpulos y a la quiebra de los más elementales valores y principios de humanidad y convivencia.
TAMBIEN HAY VIOLENCIA “DE A PIE”
Porque ejemplos lacerantes sobran, de otras situaciones en las que el blanco de la violencia ha sido no un vehículo accidentado, sino directamente un ser humano: el pasado jueves 26 de septiembre, un día antes del ataque de los muertos vivientes en la autopista Francisco Fajardo de Caracas, en el Automercado Unicasa de El Tigre, estado Anzoategui, el joven José Ramírez recibió dos puñaladas cuando hacía cola desde las 3 de la madrugada para comprar pollo regulado;
A principio de esta misma semana, el lunes 23 de septiembre, la disputa de dos mujeres, hermanas además, por un paquete de harina de maíz precocida, terminó en la muerte de un bebé y casi en la muerte de la madre, en la población de San Mateo, estado Aragua: Una de las mujeres le propinó a la otra, que tenía ya seis meses embarazada, una patada en el vientre. Trasladada de emergencia al hospital José María Benítez de La Victoria, le fue practicada urgentemente una cesárea. El bebé nació respirando, pero expiró a los pocos minutos, víctima del golpe.
¿ADONDE PERMITIREMOS QUE LLEGUE ESTO?
¿En que nos estamos convirtiendo como pueblo? ¿A qué extremos podrá conducirnos esta mezcla horrenda, este mortífero coctel de precariedad económica, quiebra masiva de valores, violencia impune y pésimos ejemplos vertidos precisamente desde la cúpula del poder (no sólo desde el poder político, por cierto…). Es cierto: Da mucha indignación que se roben el dinero de todos. Genera angustia y molestia ver como las carreteras están en el suelo, como los puentes se caen, como las ciudades sucumben en medio de la basura y el agua de las cloacas rotas. Todo ese puede y debe generar que nos preocupemos… y que nos ocupemos!
Pero todo eso se recupera: el trabajo, el estudio y el aprovechamiento sostenible de los recursos de este hermoso país hacen posible que recuperemos la riqueza derrochada, y la sustraída. Reconstruiremos las carreteras y puentes, ingenieros, arquitectos, técnicos y obreros venezolanos construirán viviendas, calles y avenidas. Es perfectamente posible reconstruir las redes de cloacas, desagües y alcantarillado, y tener un sistema de disposición de desechos sólidos que nos permita entender que vivir entre la ñoña no sólo no es normal, sino que tenemos derecho humano a vivir con salud, higiene y belleza.
PARA RECUPERAR LO HUMANO, HAY QUE SER HUMANO…
Pero para todo eso es necesario que seamos seres humanos. Que seamos personas. Que seamos un pueblo viviendo a partir de algunos principios básicos de humanidad, solidaridad y convivencia, y no una horda de zombies persiguiendo al último lote de papel tualé llegado al último Mercado Bicentenario. Más grave que cualquier daño hecho a la economía o a la infraestructura del país es devastador el daño que se le ha hecho al alma, a la esencia en progreso del venezolano. Aquí se ha trabajado desde el poder para destruir lo poco o mucho que hemos avanzado en la construcción de cultura del trabajo, de disciplina social, de ciudadanía. Aquí le echaron pierna con entusiasmo digno de mejor causa a sustituir lo afirmativo venezolano por el resentimiento social y el odio político.
No se trata de comparar la “cuarta” con la “quinta”. La República de Venezuela es una sola, para lo bueno y para lo malo. De lo que se trata es de identificar donde nos han hecho más daño, como país, como pueblo, para subsanarlo, corregirlo y poder seguir adelante, en la construcción de un mejor presente y un mañana distinto. Y ese daño principal nos lo han hecho en la humanidad. “La Patria es el hombre”, cantó Alí Primera. Hoy la Patria también es un chofer que agoniza, mientras sus compatriotas saquean el camión que conducía. El “hombre nuevo” que nos vendieron tiene exacerbados los peores defectos del “hombre viejo”, y ninguna de sus virtudes. Practica la rapiña con su prójimo, aplaude lo que no entiende y vitorea a quien lo condena a la miseria material y espiritual.
Nosotros los venezolanos somos mejores, mucho mejores que eso. Y podemos crecer aun mucho más, y mucho mejor. Con el favor de Dios y el esfuerzo de todos lo probaremos.
¡Palante!