domingo, 26 de enero de 2014
LOS CHAVISTAS LO LLAMAN "TRAICIÓN", LOS OPOSITORES LE DICEN "PAQUETAZO"...
“¿En qué parte del Plan de la Patria dice que hay que devaluar al Bolívar seis veces en un año?”… “Esto se veía venir, están gobernando los mismos que le ocultaban las verdades a mi Comandante”… “Lo que no hizo mi Presidente Chávez en tanto tiempo, lo está haciendo Maduro en menos de un año”… “Yo que me burle tanto de los escuálidos cuando Maduro dijo que no iba a devaluar, ahora no sé qué cara poner”… “Ellos saben que esto no aguanta mucho tiempo, por eso están raspando la olla con furia, les importa un carajo la Revolución”… “le dije a mis camaradas y familiares que no hicieran compras nerviosas, que los precios bajos de diciembre se mantendrían, ahora se burlan”… “Los pajúos esos dicen que la devaluación no nos afecta a los pobres porque no usamos dólares: ¡Que se vengan a hacer colas como las que hace uno, de cinco y seis horas, para comprar tres pendejadas en el mercado, y después me dicen si la devaluación nos afecta o no!”
Expresiones así están siendo utilizadas por compatriotas, hermanos nuestros, simpatizantes del proyecto político que fundó el fallecido Presidente Chávez. En redes sociales, en portales pro-oficialistas, en la calle, en el mercado, en el Metro, se escuchan expresiones como las citadas y aún más fuertes. “Traición” es la palabra con la que en el barrio muchos chavistas definen los actuales acontecimientos, que tuvieron su punto de inicio en la madrugada del 14 de abril de 2013…
ESA MAÑANA RAÚL SUPO QUE NICOLÁS NO SERVÍA…
Efectivamente, esa madrugada los Castro se llevaron un susto de muerte: Una campaña brevísima realizada con el cronograma más ventajista posible, pues empezó en los propios funerales de Chávez y terminó en medio de las jornadas conmemorativas del 11, 12 y 13 de abril; que comenzó con más de 20 puntos a favor de Maduro en todas las encuestas, que arrancó con la ventaja de ocho puntos que le había sacado Chávez a Capriles el 7 de Octubre, terminó de manera muy distinta a como lo habían planeado en La Habana. Casi un millón de personas que en Octubre habían votado por Chávez decidieron en Abril hacerlo contra Maduro. Los Castro vieron con claridad lo que se les venía: Sin Chávez de por medio es imposible mantener por medios relativamente “democráticos” la hegemonía que permite al régimen cubano sobrevivir gracias a las riquezas petroleras venezolanas. Era necesario entonces violentar la ya precaria institucionalidad venezolana y transformarla aceleradamente en un Estado como el cubano, donde la gente vota pero no elige, donde la oposición esta arrinconada, criminalizada, presa o asesinada, donde la población no tiene libertad para vivir de su trabajo y tiene que depender de las migajas que el Estado le “asigne”…
¿TRAICIÓN? ¿PAQUETAZO? ¡GOLPE DE ESTADO!
El susto del 14A le hizo ver a los Castro que era urgente lanzar de una vez el “Paquetazo Rojo”. Que no es, como suponen algunos, un “paquete de medidas económicas”. Es en realidad un Golpe de Estado contra la Constitución. Esta misma Constitución que establece que el Estado Venezolano no es “socialista” sino un “Estado Democrático y Social de Derecho y de Justicia”, esta misma Constitución que ordena que nuestra Fuerza Armada Nacional Bolivariana “no estará al servicio de individualidad o parcialidad política alguna”, esta misma Constitución que determina que el corazón de la vida institucional es el municipio y no la “comuna”, es decir, la que alguna vez Chávez llamó “la mejor Constitución del mundo”, y que ahora se transforma en un obstáculo para quienes desde La Habana quieren seguir viviendo de las riquezas venezolanas.
Precisamente por eso ocurre lo que hoy está ocurriendo: Se centralizan las importaciones y se restringe brutalmente la entrega de los dólares que la empresa privada necesita para comprar materia prima, insumos y tecnología para que estas empresas quiebren, “pacten” o se vayan del país, dejando en la miseria y el desempleo (es decir: a merced del poder del Estado) a millones de venezolanos; se restringe a la clase media la posibilidad de viajar para que cunda el pánico y se terminen de ir cientos de miles de compatriotas, dejándole el campo libre a los peores, los genuflexos, los impresentables; Se obliga al pueblo a hacer colas interminables para adquirir harina de maíz, se raciona el pan, y hasta las bombonas de gas para cocinar, para que el pueblo este tan ocupado luchando por la subsistencia que no pueda dedicar ni un minuto de su tiempo a cobrar conciencia de la destrucción de Venezuela…
SE DISIPA LA ILUSIÓN QUE ENCUBRE EL SAQUEO
Y todo esto lo están haciendo ya, ahora, porque saben que dentro de muy poco tiempo ya no podrán hacer nada. Este “topo a todo”, esta suerte de “corralito” financiero y humano La Habana lo está imponiendo a los venezolanos de esta forma abrupta, atropellada y violenta no porque tengan demasiada fuerza, sino porque los Castro (más sabios que sus marionetas locales) saben que dentro de poco la crisis económica, la inseguridad generalizada y el agudo conflicto interno entre las mafias que se disputan el botín petrolero terminaran de disipar la ilusión de que aquí hay algo parecido a un “gobierno”. Y junto con esa ilusión se disipará la posibilidad de la élite castrista de seguir fundamentando su poder en el saqueo de las riquezas venezolanas. ..
CAMINOS PARA ENFRENTAR Y VENCER AL GOLPE
Frente a una realidad como esa, a los hijos de esta Patria (tanto los que algunas vez simpatizaron con el Presidente Chávez como a los que siempre se opusieron a su gobierno, venezolanos todos) solo nos quedan cuatro caminos: Confrontar (que es lo que quisiera la cúpula teledirigida, para hacer uso de su actual ventaja en el uso de la violencia legal e ilegal); Resignarnos (que para algunos se traduce en exilio y para otros en frustración); Evadir la realidad (“hacernos los locos”, dedicarnos al Carnaval, a la Semana Santa y luego al Mundial de Futbol, para seguir quebrando al detal a manos de la burocracia o muriendo al detal a manos del hampa) o, finalmente, el que nosotros consideramos el único camino posible, eficiente y decente: RESISTIR.
Y para explicar en que consiste “resistir”, en que conductas se traduce esa palabra, para mostrarnos no solo con el discurso sino con el ejemplo, es que este país necesita en este momento a su liderazgo democrático, ese mismo que no vimos por ninguna parte el pasado 23 de Enero. No para que compitan entre ellos, posando quien es “más radical”; No para que le echen la culpa a “la gente” por lo que hizo o no hizo el 8D, olvidando que lograr la participación es precisamente unas de las responsabilidades del liderazgo. Los venezolanos necesitamos que nuestro liderazgo democrático modele y conduzca la resistencia, de manera eficiente y victoriosa. La MUD como espacio de articulación y Capriles como líder son activos del país alternativo, que es necesario preservar en vez de “canibalizar”. Pero hace falta más, mucha más conciencia, organización y movilización...
Necesitamos una ciudadanía que solidariamente le exija calidad a su liderazgo. Necesitamos un liderazgo que respetuosamente responda con orientación y hechos a la ciudadanía. Ya no basta con que un líder “deje el pellejo” en una campaña electoral. Ahora TODOS tenemos que echar el resto. Todos los días. En todos los espacios. Por este país que debe volver a ser de todos. Para que no nos irrespeten. Para que no nos maten.
Para que haya futuro
¡Palante!
sábado, 18 de enero de 2014
INSEGURIDAD: CÓMO, DÓNDE Y CUÁNDO PASAR DE LA QUEJA A LA ACCIÓN
EL miércoles 15 de enero el señor Nicolás Maduro Moros -Presidente de la República proclamado por el Consejo Nacional Electoral- admitió en su discurso de “Memoria y Cuenta” el fracaso del Ejecutivo “en el desarrollo de una política de seguridad” y ofreció convocar sobre el tema un “diálogo nacional”; Al día siguiente, el jueves 16, unos cien líderes comunitarios de toda Caracas salieron a la calle, tomando simultáneamente varios espacios en el marco de una jornada denominada “Barrios por la Paz”.
EL “DIÁLOGO” CON LOS “PERRITOS DE TAXISTA”…
Ambas cosas son noticia porque, recordemos, “noticia es todo aquello que está por encima o por debajo del horizonte normal de los acontecimientos”. En consecuencia, que en esa ocasión Maduro haya omitido hechos importantes (como el repunte brutal del dengue y la malaria); que haya rehuido su responsabilidad (al calificar a la inflación acumulada durante 2013 como “inducida” sin reconocer que quien la “indujo” fue él) y que incluso le haya faltado el respeto a la inteligencia del venezolano, al condenar la existencia de una “villana” que en una telenovela mata gente, pero se abstiene de condenar con la misma vehemencia a los verdaderos asesinos que en la vida real acabaron con la existencia de casi 25 mil venezolanos en 2013, eso en realidad no es “noticia” porque, desgraciadamente, es lo habitual en la relación del Poder con el pueblo.
Así que concentrémonos en lo novedoso, lo noticioso: ¿Es posible un diálogo nacional sobre seguridad? ¿Será eso “diálogo” de verdad, no monólogo de burócratas? ¿Tendrán cabida en ese “diálogo” gente que –como Liliana Ortega, como Rocío San Miguel, como Humberto Prado, como tantos y tantos otros voceros y representantes de la sociedad civil organizada- tienen mucho que decir y que aportar, o será un espacio reservado únicamente para quienes rellenan sillas en los actos oficiales y asienten con la cabeza “como perrito de taxista” ante cualquier ocurrencia de una burocracia que lo único que sabe es inventar nuevos “planes” para enfrentar los males que nunca resuelve? Nosotros, honestamente, creemos que NO.
DE LA SUPLICA A LA EXIGENCIA
Un diálogo así útil, sincero, en materia de seguridad no es posible en estos momentos. Lo dificulta la prepotencia del Poder y la fragmentada respuesta de los afectados, que va de la desesperación a la resignación sin pasar por la acción. En consecuencia, hay que crear las condiciones para que ese diálogo necesario se produzca y sirva para colocar al Estado en su misión constitucional de cumplir y hacer cumplir la ley, en vez de andar rehuyendo responsabilidades e inventando falsos culpables, como las “telenovelas”, y enfrente a los culpables verdaderos: el binomio drogas-armas, que ha terminado por convertirse en un auténtico anti-poder bajo el ala protectora y alcahueta… del Poder!
El “diálogo” entendido así no como estrategia para “ganar tiempo”, no como cortina de humo para desgastar la indignación social, sino como mecanismo de construcción del consenso necesario para la definición, ejecución y evaluación permanente de una estrategia de seguridad que comprometa al Estado y a la Sociedad en un esfuerzo de largo aliento contra el crimen, sólo será resultado de la presión social. Eso implica, para nosotros, el pueblo, pasar de la queja a la acción. Eso significa convertir el dolor privado, el duelo familiar, en energía colectiva de denuncia y cambio: Cada persona agredida por el hampa, cada familia que hoy llora a una víctima, cada comunidad agredida por la delincuencia siempre minoritaria pero armada hasta los dientes, debe comunicar al prójimo su circunstancia, su dolor, su tragedia, y EXIGIR (no “pedir”, no “rogar”, no “suplicar”) sino EXIGIR al gobierno que haga su trabajo, que consiste en valorar la vida y la seguridad de TODOS los venezolanos con el mismo celo, con la misma preocupación y la misma eficiencia con la que protege la seguridad y la vida del Sr. Maduro y sus compañeros de la cúpula burocrática oficial.
¿CÓMO, DÓNDE, CUÁNDO?
¿Cómo se hace esto? Con valor, actuando pacíficamente pero con contundencia, siempre en el marco de la Ley y la Constitución, esta misma Constitución que consagra la manifestación pública como un derecho y no como una “concesión” de los provisionales dueños del poder.
¿Dónde se hace esto? ¡En la calle, sin duda alguna! Y “calle” no son solamente los espacios que algún sector político suela usar para sus concentraciones o marchas. ¡Las calles que hay que movilizar son las del pueblo!: Los sitios donde el hampa abate a ciudadanos inocentes; las escuelas donde estudiaban niños asesinados, como los apuñalados en La Sierra de Margarita; las canchas donde hacían deporte los jóvenes asesinados, como los seis muchachos masacrados en Súcuta, Municipio Tomas Lander, Valles del Tuy; Los alrededores de las sedes de los comandos de los cuerpos policiales o militares donde laboren los servidores públicos abatidos por criminales, como los cuatro sargentos de la Guardia Nacional Bolivariana asesinados en el Barrio El Cafetal de El Junquito, para testimoniar la solidaridad social con esos servidores públicos que también son pueblo y también son víctimas del hampa alcahueteada. Todos esos sitios, todos esos espacios, escenarios de la violencia del hampa contra la gente, deben convertirse ahora en escenarios de la protesta de la gente contra el hampa.
¿Cuándo se hace esto? ¡Cada vez que haga falta, cada vez que la solidaridad humana lo determine, cada vez que el grito de una madre despojada de su hijo o que el llanto de un niño al que le arrebataron a su padre obligue a los vecinos a dar su pésame ya no con palmadas en el hombro, sino con pancartas en la calle. No hace falta que “líder” alguno convoque.
Cuando esa presión social haga posible tener en nuestro país un diálogo verdadero sobre el tema de la seguridad haremos al respecto proposiciones que hasta ahora han sido ignoradas por el gobierno y escuchadas -cortésmente, pero desatendidas en la práctica…- por la oposición: insistiremos en la necesidad de adoptar un enfoque epidemiológico en el combate al crimen, para combatir a la epidemia delincuencial allí donde ésta se manifiesta con mayor virulencia, detectando sus focos y destruyendo al vector que la transmite; insistiremos en la necesidad de habilitar los barrios, para quitarle al hampa esa inmensa guarida de 170 mil hectáreas de que hoy dispone; insistiremos en la necesidad de que TODOS los gobiernos (Ejecutivo Nacional, gobiernos regionales, gobiernos municipales) enfoquen sus políticas de seguridad en los barrios no para reprimir a la mayoría decente que allí vive, sino para proteger a esa mayoría honesta y trabajadora de los desmanes del hampa, minoritaria pero fuertemente armada.
Eso lo haremos cuando el diálogo no sea payasada. Para lograrlo seguiremos ejerciendo esa legítima presión popular que encontró en las calles nombre y eco: “¡Barrios por la Paz!”
domingo, 12 de enero de 2014
EL ASESINATO DE MÓNICA Y THOMAS: ¡LA HISTORIA COMPLETA!
La banda que asesinó a Mónica Spear y Thomas Berry, y que dejó en la orfandad a la pequeña Maya, tenía cuatro años operando en la autopista Valencia-Puerto Cabello. Su guarida era un barrio de invasión cercano a esa vialidad. Su jefe tenía más de una década entrando y saliendo de cárceles y tribunales. ¿Por qué nadie los detuvo antes, si todas las autoridades sabían quiénes eran, donde estaban y que hacían? ¿De qué proceso de descomposición es consecuencia esta terrible realidad? ¡Esa es la historia completa que debe ser contada, enfrentada y resuelta!
LOS HECHOS
Transitando en horas de la noche por una autopista sin peajes, sin puntos de control de los cuerpos de seguridad, sin patrullaje, sin servicio público de asistencia a emergencias, sin alumbrado y sin mantenimiento, el vehículo en que se desplazan Mónica, Thomas y Maya cae en un hueco y sufre daños que le impiden seguir circulando. Tras media hora de angustia, aparece una grúa –privada-. Sus tripulantes, chofer y ayudante, auxilian a la familia en problemas y colocan el carro accidentado en la plataforma de la unidad de remolque. De la oscuridad surge entonces un grupo de delincuentes fuertemente armados, prestos a asaltar a los accidentados y a quienes pretendían socorrerlos. Los “grueros” escapan lanzándose por la cuneta de la autopista. Los ocupantes del vehículo se trancan en su interior. Los delincuentes proceden entonces a acribillar a balazos el carro con la familia adentro, asesinando a los padres e hiriendo a la niña, a la que también dieron por muerta. Luego, con frialdad, saquearon sus pertenencias…
EL CONTEXTO
En los escasos 12 días que han transcurrido de este 2014 que tan terriblemente empieza ya han ingresado por muerte violenta más de 100 cadáveres en la Morgue de Bello Monte. Según el Observatorio Venezolano de la Violencia (organización no gubernamental integrada por centros de investigación y profesionales de seis universidades nacionales) durante todo el año 2013 el número de víctimas de muerte violenta en nuestro país alcanza la espantosa cifra de 24.763. Es decir, para los venezolanos la horrenda tragedia ocurrida en la autopista Puerto Cabello-Valencia es algo desgraciadamente cotidiano. Con muchísima menos población que Colombia, México o Irak, Venezuela tiene mucho más muertes violentas que esos países envueltos en duros conflictos armados, lo que convierte a nuestra nación en una “potencia” en crimen sin castigo, uno de los cinco países más peligrosos del mundo.
No para allí el drama: Según FUNDAPROCURA, 83% de las muertes violentas ocurridas en nuestro país son por arma de fuego. También según esa institución, por cada víctima fatal de arma de fuego sobrevive un promedio de tres heridos, y de ese total de heridos al menos la mitad queda padeciendo una discapacidad severa, lo que impacta a la familia entera. Según todas las encuestas de victimización realizadas en el país, tanto por el sector oficial como por organizaciones no gubernamentales, siete de cada diez víctimas del hampa homicida caen en los barrios. Esas víctimas en su mayoría son varones, jóvenes, y pobres…
EL ORIGEN
La violencia genera violencia. Nuestro país vive desde hace 30 años una situación de violencia social y económica que en los últimos catorce se ha agravado hasta llegar al infierno que es hoy. En las primeras décadas de la democracia la mejora económica de los pobres y la movilidad social ascendente no eran un sueño individual o una consigna política, sino una realidad vivida por centenares de miles de familias que huyendo de las enfermedades y del desempleo se vinieron del campo a las ciudades. Sabían que trabajando duro podían lograr que al menos uno de sus hijos se graduara en la universidad, y eso significaba para toda la familia la conquista de un modo de vida mejor y sostenible.
Tres políticas públicas de la naciente democracia fueron claves entonces para hacer posible ese sueño: la política educativa, que MASIFICÓ CON CALIDAD la matrícula universitaria, la política de SUSTITUCION DE IMPORTACIONES que creó los parques industriales venezolanos, y la política petrolera nacionalista (creación de la CVP y la OPEP, etc.), que dotó al país de recursos. Así, usando estudio y trabajo como instrumentos para construir una vida mejor en el marco de un país que apoyaba ese empeño, fue como muchísimas familias pobres dejaron de serlo y crearon lo que ahora es la clase media venezolana. El barrio entonces (como lo muestra la foto que esta encima de estas líneas, del recién inaugurado Bulevar de Catia) era un espacio de esperanza, y la violencia criminal una excepción...
LA CRISIS
En los años 70 una inesperada bonanza petrolera (más modesta y breve, todo hay que decirlo, que la disfrutada por la actual cúpula en el poder) intoxica al país. Estado y sociedad se hacen adictos al rentismo petrolero, y cuando bajan los precios internacionales del crudo viene la crisis. El país se tranca. La inflación aparece. La máquina social ya no funciona. Mientras élites de diverso signo saquean las carnosas sobras del antiguo esplendor, el progreso como posibilidad real se aleja de los más pobres. La lucha por la vida dificulta el estudio, que además ya no es garantía de empleo de calidad, pues éste disminuye y se multiplica la informalidad.
El viernes negro del 83 muestra al país la punta del iceberg de la crisis económica, el Caracazo del 89 revela la cara de la crisis social y las sangrientas intentonas golpistas del 92 exhiben la profundidad de la crisis política. Es ese país desconcertado el que cae en 1998 en manos del proyecto político chavista. Un país en el que los barrios, antes lugar de esperanza, se transforman en un espacio de sobrevivencia cada vez más precaria, y la violencia criminal ya no es una excepción sino un problema severo.
EL DESASTRE
Hoy, 15 años después, todos los problemas que tenía la Venezuela de 1998 (corrupción, ineficiencia, desamor de la clase dirigente por el país), persisten, agravados por el cinismo. Pero lo bueno que había entonces ya no lo tenemos: redes de servicio público (electricidad, agua, aseo urbano) quizá insuficientes pero funcionales; cárceles en que los reclusos peleaban con “chuzos”, no con ametralladoras; hospitales con carencias pero aun centros de referencia nacional e internacional. A los pobres ya no se nos apoya para salir de la miseria. En vez de eso se nos dice que “ser rico es malo”, y toda la política social del Estado se orienta no a superar la pobreza, sino a hacerla “vivible”. Los parques industriales ahora son cementerios industriales. Ahora hay universidades no del país sino “del gobierno” donde se enseña sumisión y se confieren títulos que sirven de muy poco en la economía real. Los lugares donde antes funcionaban empresas que generaban empleo de calidad ahora son refugios de damnificados o nidos de delincuentes.
Los barrios ahora son una olla de presión social, en la que una mayoría honesta es víctima, rehén y “escudo humano” de una minoría delincuencial ínfima, pero armada y –por “apoyada”- impune. De un barrio así, de un país así, de una “revolución” así salieron, esa noche del lunes 6 de enero, los asesinos de Mónica Spear y Thomas Berry.
Esa es la historia completa. Ver el asesinato de Mónica y Thomas como "un hecho aislado, una tragedia singular" sería una mentira; Verlo como "una fatalidad", como "parte inevitable del paisaje", como "que más, que se le va a hacer, este país se echó a perder" TAMBIÉN ES MENTIRA, una falsedad que sólo conduce a la resignación y la parálisis. La verdad es que el asesinato de Mónica y Thomas le da rostro reconocible a una TRAGEDIA MASIVA que, precisamente por ello, no lo tenía. Y esa tragedia, como acabamos de ver, es el resultado de un conjunto de pésimas decisiones, de enfoques inadecuados y, en los últimos 14 años, de abierta complicidad por parte del Estado con los antivalores y los ejecutores de la cultura de la violencia.
Es decir: esta tragedia fue creada aquí, en Venezuela. Y los venezolanos debemos y podemos revertirla. Esa es la realidad que hay que enfrentar y resolver. ¡Y claro que se puede!
domingo, 5 de enero de 2014
NO SE TRATA DE "PATEAR BARRIOS", SINO DE "CON-VENCER"...
El lenguaje no es “inocente”. Hablamos como pensamos, pensamos como vivimos, no al revés. Las estructuras verbales son resultado de pre-existentes estructuras mentales. No hay palabras “casuales”, hay ideas causales. No, no se trata esta columna de una disertación sobre “programación neurolingüística”. En realidad estamos hablando de sociología, de política, de comunicación. Es decir: hablamos de personas, de seres humanos, de pueblo. De nosotros, pues.
EL LENGUAJE DE LOS “GRANDES CARUJOS”…
“Patear barrios” es una expresión que probablemente tiene su origen en la jerga militar. Para conocerlo y operar sobre él, la infantería “patea” el terreno, mientras la aviación lo sobrevuela y la marina lo bombardea a distancia. No es “casual” (por el contrario, es lamentablemente previsible) que si el país tiene 14 años -ya algo más de media generación- bajo la hegemonía política de un proyecto fuertemente impregnado por los lamentables antivalores del militarismo, expresiones con ese origen sean usadas incluso por quienes juran ser portadores de un mensaje “alternativo”.
Así, es frecuente ver a dirigentes demócratas anunciando que van a designar “comandos” para dirigir una “campaña” electoral, o que van a “desplegar” sus activistas para obtener una victoria por “arrase”. Todas estas expresiones son “comunes” pero, repetimos, no inocentes: Expresan el substrato cultural de un país que, de doscientos años de vida, sólo ha tenido gobiernos civiles en menos de una cuarta parte de ese tiempo. Un país con pocos Vargas y muchos Carujos…
ROMPER LA DOBLE TENAZA CON ALGO MÁS QUE PALABRAS…
Así llegamos al punto que nos interesa: La manera como el discurso civilista, democrático, puede convertirse en ampliamente mayoritario. Ese discurso -pese al terrorismo de Estado, pese a la hegemonía comunicacional, pese al ventajismo atroz- ha encontrado desde 2006 respaldo creciente, hasta ser enarbolado hoy por medio país. Pero para derrotar a quienes tienen en sus manos las palancas del poder del Petro-Estado es necesario mucho más que ser la mitad de Venezuela. En efecto, la autocracia militarista ha construido un tinglado institucional que le permite continuar en el poder aun habiendo perdido el favor y sobre todo el fervor de las mayorías. En esas condiciones, para que el discurso democrático obtenga victorias (electorales, sí, pero también políticas, sociales, culturales, en la más amplia acepción del término) es necesario no “vencer” sino convencer a densos sectores que hasta ahora han estado bajo la doble tenaza de la influencia simbólica y de la extorsión clientelar del capitalismo de Estado disfrazado de “socialismo del Siglo XXI”.
“Convencer” a esos compatriotas de las bondades de la democracia no como “etiqueta” sino como forma de vida no se trata de “explicarles” las evidentes incompetencias del gobierno, ni de buscar el supuesto “eslabón perdido” argumental que les permita identificar las causas reales y los reales responsables de los problemas que han determinado el deterioro de su calidad de vida en los últimos 14 años. No se trata, en síntesis, de un problema “lingüístico”, de ubicar los “códigos” de lo popular-venezolano para “traducir” con ellos el discurso de la democracia occidental, como si de un diccionario bilingüe (“demócrata-popular, popular-demócrata”) se tratara.
LA MEJOR MANERA DE “CONVENCER” ES “VENCER CON”…
Las dificultades para llegar al otro medio país no son sólo de carácter simbólico o lingüístico. Estos problemas -reales, que duda cabe- son a su vez consecuencias de otro, más importante: esos sectores pro-oficialistas que es necesario convencer para construir una amplia mayoría democrática viven en el marco de la pobreza urbana y de la pobreza rural, y están integrados por personas que durante muchos años han sido excluidos, y que hoy viven una contradicción amarga: la misma dirección política que alguna vez les habló de “inclusión”, “derechos”, “participación protagónica” y “soberanía del pueblo” hoy los agrede, los condena a vivir en pobreza creciente, con servicios deficientes, con inseguridad galopante, siempre con la palabra “revolución” en la boca, lo que ha hecho que la misma se destiña, se vacíe, y signifique cada vez menos, si alguna vez significó algo.
Hacer evidente esa contradicción, lograr que esos hermanos nuestros rompan la doble cadena de la estafa simbólica y el chantaje clientelar, no es un asunto de tener “las palabras adecuadas” o la “clarividencia” necesaria para sentenciar, de manera tan prepotente como inútil, “éste modelo es inviable”… El asunto va mucho más allá. Como dijimos antes, para “vencer” es necesario “convencer”. Y -particularmente en este caso- “convencer” es “vencer con”: Para que nuestras “palabras adecuadas” lleguen hasta esos hermanos es necesario que estemos junto a ellos, en su día a día, en las mil y una luchas concretas que el venezolano de a pie libra a diario por la subsistencia. Si estamos allí, codo a codo, compartiendo rabia y acción, angustia y movilización, indignación y esperanza, entonces si habrá una posibilidad inmensa de que ese hermano nuestro escuche nuestra palabra, y entienda que esa lucha específica que está dando (por empleo, por vivienda, por servicios, por seguridad, por vialidad, por salud, por lo que sea), forma parte de una pelea más grande: la que estamos dando millones de venezolanos porque Venezuela vuelva a ser una República gobernada por y para los venezolanos, y no una mezcla de potrero con cuartel teledirigido desde un museo de cera en el Caribe.
¿”PATEAR” BARRIO? ¡NO! ¡“VENCER CON” ÉL!
Todo esto ha sido comprendido y expresado por dirigentes muy importantes, como Capriles, Falcón, Aveledo, Ledezma y un etcétera largo, en el que se cuenta ese millar de líderes locales que hoy son diputados, alcaldes o concejales. Por ello esos dirigentes han planteado la necesidad de relanzar la Unidad y transformarla -de la alianza electoral que hoy es- en la alianza política que debe ser, capaz de expresar la fuerza social que quiere cambio de verdad en democracia y libertad.
Es cierto: Todavía hay en la oposición algunos que no entienden esto, o que no quieren entender. Esos, que llaman despectivamente “patear barrios” al esfuerzo sistemático por CON-VENCER. Los mismos que admiran “primaveras” egipcias o ucranianas, pero que no encuentran aún razones o maneras de movilizarse en solidaridad con nuestros hermanos hacinados en los refugios o marcados como reses para poder entrar a un "Mercal" estatal para adquirir víveres a precios subsidiados. También para ellos el método es el diálogo, el debate sin etiquetas y sobre todo la invitación a actuar juntos, a vencer juntos, a CON-VENCER.
2014 será un año sin comicios, pero no un año “sin elecciones”. Este será el año en el que podremos elegir entre seguir siendo resistencia o convertirnos efectivamente en ALTERNATIVA. Para ello es menester hablar con los no convencidos, y “vencer con” ellos a nuestros adversarios comunes: a aquellos que, como en Cuba, desean destruir la Patria para luego reinar sobre sus escombros.
Esa es la verdadera tarea, la significativa "elección" de este año que empieza.
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