Columna publicada el domingo 12 de junio de 2016 en los diarios La Voz y 2001
La fuerza del
descontento es indetenible. Ya nadie
puede parar lo que esta en marcha en Venezuela.
NADIE. Ni el gobierno ni la oposición.
Esto ya no es un asunto que pueda resolverse con maniobras de
trastienda, como la orquestada por Jorge Rodríguez y las rectoras pesuvistas
del CNE contra las firmas para activar el Revocatorio; Tampoco es un malestar pasajero que pueda ser
remediado con un operativo discriminatorio como el de los CLAP, para tratar de chantajear
la indignación popular bachaqueando bolsitas de comida; Lo que esta en marcha
en el país no puede ser contenido por “colectivos” paramilitares maduristas en
conchupancia represiva con policías y militares corrompidos por la
politiquería.
Como río
crecido, la consigna “¡Fuera Maduro!” no nació en un local partidista ni fue
creada en una agencia de publicidad, sino que surge espontáneamente en millones
de gargantas, en los barrios y urbanizaciones de toda Venezuela. El “choque de trenes”, pues, esta planteado en
Venezuela. Pero no entre “el gobierno” y “la oposición”, no entre la Asamblea
Nacional y el Tribunal Supremo de Justicia, no entre la MUD y el PSUV, sino
entre el hambre y la rabia de todo un pueblo, por un lado, y una cúpula muy
corrupta y muy aislada, por otro, una cúpula lo suficientemente inescrupulosa
como para hacerle pagar a toda la Nación un precio altísimo, un costo de
conmoción y sangre, por el cambio.
Y ese es el
problema que enfrenta hoy no sólo la oposición, sino todo aquel que ame a este
país y que quiera seguir en él, dedicado a la política o al oficio que sea,
todo aquel que quiera que sus hijos y nietos tengan de verdad “patria” en vez
de escombros. No importa si usted en el
pasado fue simpatizante de Chávez o si ha sido opositor toda la vida, como venezolanos
tenemos hoy el mismo dilema: Si ciertamente el -a veces pasivo- malestar social
y el -cada vez más activo- descontento popular son imparables… ¿Cómo hacemos
para dar a toda esa energía un cauce positivo, democrático y sobre todo
PACÍFICO? Ante esta pregunta crucial se
bifurcan los caminos, y es importante tener claro cómo y porqué.
Para la Mesa de
la Unidad Democrática, que tiene hoy la extraordinaria responsabilidad de ser
la expresión política del masivo descontento nacional, la forma mas clara de
dar cauce pacífico al estallido social que esta en marcha en nuestro país es
asumiendo el pacto de convivencia vigente entre los venezolanos: La Constitución. Ese texto fundamental establece la
posibilidad de que una crisis monstruosa como la que hoy enfrentamos sea
resuelta consultando al origen de toda legitimidad, que es la opinión del
pueblo, El Soberano. Esa consulta tiene
nombre y apellido: Referendo Revocatorio, y tiene unos trámites legales y
constitucionales que deben ser cubiertos.
A eso se ha dedicado la Unidad Democrática, desde que el 9 de marzo de
este año solicitó formalmente al CNE el formato de la planilla para iniciar la
recolección de firmas.
Sin embargo la
cúpula corrupta ha resuelto utilizar la violencia como recurso fundamental para
permanecer aferrada a su menguante poder. Ya se trate de la violencia
institucional ejercida por la burocracia (cuando utiliza la Sala Constitucional
del TSJ para invalidar las decisiones de la Asamblea Nacional, o cuando utiliza
al Consejo Nacional Electoral para invalidar las firmas de mas de 600 mil
venezolanos…) o se de la violencia física, ejercida por la alianza antinatura
de colectivos paramilitares maduristas con mandos militares y policiales
corrompidos por la politiquería, todo lo que sale del ámbito gobiernero es
violencia. Violencia retórica, cuando
Maduro insulta y agrede en sus interminables peroratas televisivas; Violencia
armada, cuando un policía dispara perdigones a quemarropa en el rostro a una
madre venezolana y la asesina en el contexto de un disturbio por hambre, pero
siempre violencia.
La mejor
evidencia de que la cúpula corrupta decidió hacerle pagar al pueblo venezolano
un costo alto en sangre y conmoción por cada avance hacia el cambio, lo tenemos
en las lamentables actuaciones recientes del Consejo Nacional Electoral: Para darnos la planilla para recabar las
firmas que solicitamos el 9 de marzo las rectoras pesuvistas del CNE esperaron
hasta el 26 de abril, un día después de que ocurriera una gravísima jornada de
disturbios por hambre en la ciudad de Maracaibo, en la que resultaron afectados
72 comercios en una sola noche, en una situación mil veces mas grave que
aquella que en la Guarenas de 1989 dio origen al Caracazo. Sólo entonces, ante
aquella estela de destrucción y caos, las rectoras pesuvistas se dignaron
responder a un trámite elemental.
Lo mismo acaba
de ocurrir con el anuncio de las fechas para el proceso de validación de
firmas: habiendo entregado la MUD las firmas el pasado 2 de mayo, las rectoras
pesuvistas del CNE esperaron hasta el 10 de junio para anunciar las fechas del
lapso de validación presencial de las firmas ¿Por qué lo hicieron el viernes 10
de junio? ¿Por qué no lo hicieron en cualquiera de las seis ocasiones
anteriores en que convocaron a reuniones con la MUD para después defraudar sus
propias convocatorias? La respuesta es
clara y lamentable: Lo hicieron el viernes 10 porque el jueves 9 fue perpetrado
a las puertas del CNE el atentado criminal contra Julio Borges, y la imagen del
rostro ensangrentado, fracturado, del diputado opositor le dio la vuelta al
mundo. Sólo entonces, sólo cuando fue
satisfecha así la sed de sangre de la burocracia corrupta, fue cuando procedió
la presidenta del CNE a hacer el anuncio que debió ser hecho mucho antes, y en
sana paz.
El esperado
anuncio de la fecha estuvo acompañado, como lamentablemente era de esperarse,
por dos intrigas y una amenaza: Al haber usado un software improvisado, unos
criterios absurdos de verificación y un mecanismo malintencionado, tortuoso y
torpe, el régimen invalidó unas 600 mil firmas de las presentadas. A todos esos venezolanos les decimos que se
preparen, porque tendrán un rol activo en el proceso de validación. Van a apoyar, a transportar firmantes, a
prestar soporte logístico, técnico y moral a quienes si puedan validar sus
firmas. Si Maduro imaginó que invalidando rúbricas iba desmovilizar pueblo,
logrará todo lo contrario: Ahora el país y el mundo saben que tenemos seis
veces más firmas de las necesarias, y tenemos también un formidable
voluntariado ciudadano de mas de seiscientas mil personas dispuestas a hacer lo
necesario para alcanzar el éxito en esta primera fase del proceso revocatorio.
Por otro lado,
un millón 300 mil ciudadanos se verán obligados a validar sus firmas en apenas
24 puntos en todo el país, la oficinas regionales del CNE, que se convertirán
en angustiosos “cuellos de botella” generadores de situaciones de tensión que
ya la rectora pesuvista se apresuró a anunciar que “podrían ocasionar la
suspensión del proceso”, como si un derecho constitucional pudiera ser
conculcado por una medida administrativa.
Todo eso debemos
enfrentarlo y vencerlo. Y lo haremos. Con la actitud y la aptitud necesarias.
La actitud unitaria. La aptitud movilizadora. En paz y por la paz. ¡Palante!
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