Columna publicada originalmente el domingo 15 de enero de 2017 en los diarios La Voz y 2001
Aquí no sólo “esta trancado el juego”. En la Venezuela del año 2017 lo que esta
trancada es la vida. No solo en el
funcionamiento económico sino en el ejercicio de los valores que hacen humana
la existencia. Hace una generación (es
decir, 25 años atrás, con el país ya sumido en crisis…) para los venezolanos
seguía siendo verdad que el estudio y el trabajo eran los caminos mas seguros
para la prosperidad y la elevación sostenible de la calidad de vida. Los atajos del hampa y de la corrupción
siempre han estado allí, al alcance, pero antes tenían altos costos: la muerte
o la cárcel, para el hampa; El desprecio público y la alta posibilidad de caer
en desgracia cuando la alternabilidad democrática determinara el cambio de
gobierno, para el corrupto. Por eso, hombres y mujeres humildes se partían el
espinazo trabajando para que al menos uno de sus hijos se graduara en la
universidad, porque eso significaba para toda la familia la manera segura de
dar el salto hacia arriba, hacia la clase media...
ESA
ÚNICA ABUNDANCIA, LA DE LA IMPUNIDAD…
Hoy desgraciadamente ya eso no es así. Los costos del crimen y la corrupción
desaparecieron. Quienes transitan los torcidos caminos del hampa ya no temen
nada. De hecho, son los dueños de las
calles. Cuando por casualidad se
enfrentan un malandro y un policía quien teme es el policía, porque muy
probablemente el malandro esta mejor armado y porque, si por gracia de Dios el
policía vence al malandro y lo detiene, no es escasa la posibilidad de que el
malviviente sea “rescatado” de la cárcel por un “colectivo”, o que la comisaría
sea atacada con tiros y granadas, o -más insólito aun- que los superiores del
policía lo reprendan y hasta lo destituyan por haberse atrevido a detener al
“camarada” hampón, que todo eso ha ocurrido ya, y en forma reiterada…
EL
CORRUPTO: DE “RAYA” A “ENCHUFE”…
Para el corrupto también los costos desaparecieron. Como el
desgobierno se cree eterno la corrupción también se lo cree, es decir, al
renegar de la alternabilidad democrática el corrupto no teme quedar expuesto
cuando cambie el gobierno… ¡Porque en su retorcida mente cree de verdad que el
régimen no va a cambiar nunca! Es de eso de lo que hablan cuando dicen que “el proceso
es irreversible” o que “la oposición no volverá nunca al poder”. Ellos no están
hablando de “sostener la revolución”, ni
de “defender las conquistas del pueblo”.
Están hablando es de conservar sus lujos y sus privilegios, y de
extender la impunidad de sus turbios negocios.
Y ante la institucionalizada prepotencia del corrupto se reblandece la
condena social de sus desafueros: Lo que
muchos antes consideraban “una raya”, ahora lo consideran una
“oportunidad”. Y eso lo hacen desde el falso
empresario que quiere transformarse en testaferro de un “pesado”, hasta la
humilde muchacha que sueña con convertirse
en novia de un “pran”…
DEL
PAÍS HAMBREADO A LA VENEZUELA DEMOCRÁTICA…
Por eso insistimos: Aquí el “juego trancado” más importante
no es entre el PSUV y la MUD, entre el gobierno y la oposición, entre el
“desacato” decretado por el Tribunal Supremo de Justicia y el “abandono del
cargo” decretado por la Asamblea Nacional…
Aquí en realidad lo que hay que destrancar urgentemente es el
cortocircuito entre el hambre del pueblo y el arroz a Bs. 6.500 y el azúcar a
8.500 el kilogramo, entre el niño enfermo y la falta de medicinas, entre la familia
que apostó y aun apuesta al estudio y al trabajo como vía para la superación, y
la realidad amarga de que una “dama de compañía” o un “bachaquero bien
conectado” tengan más ingresos que un médico con dos postgrados en un hospital
público o un profesor universitario con rango académico de titular. El juego que hay que destrancar es el
cortocircuito entre la Venezuela Democrática que queremos ser (con democracia
económica, social y política), y la Venezuela hambreada y con miedo, ésta en que
los individuos no aspiran siquiera a ser ciudadanos porque ya es una verdadera
hazaña ser apenas sobrevivientes.
DE
LOS EXTREMOS AL CENTRO…
Destrancar al país no será posible haciendo lo mismo que se
hizo para trancarlo. El régimen no
logrará, con la mera fuerza de la burocracia y de las armas, mantener un poder
que no tiene ya la legitimidad de la aprobación popular. La sociedad democrática no logrará, con la
sola fuerza de su amplia mayoría, desplazar del poder a una cúpula armada hasta
los dientes, que usa a las instituciones como barricada y que tiene aun el
apoyo de veinte de cada cien venezolanos.
Unos y otros tenemos que asumir que hay que desarrollar conductas nuevas
si queremos conseguir resultados distintos.
No es el momento, entonces, de “radicalizarse”, es decir, de profundizar
las actitudes que nos trajeron hasta el callejón sin salida. Es el tiempo de la amplitud, amplitud de
mentes y de conductas, para construir soluciones pensando no en las posiciones
de las puntas del conflicto sino en el interés del pueblo que sufre el
conflicto y sus causas.
NUEVAS
CONDUCTAS PARA LOGRAR RESULTADOS DISTINTOS…
El régimen tendrá así que entender que lo que más le
conviene no es improvisar un reactivo “Comando Antigolpe” sino crear un
propositivo “Comando para la Transición”, para concertar con el restante 80%
del país un proceso de cambio pacífico en que las garantías constitucionales sean
respetadas a TODOS los actores en CUALQUIER escenario futuro; La Unidad Democrática tendrá que asumir que
no basta con promover “mecanismos” para “salir del gobierno y hacer elecciones
en 30 días”, sino que para que haya cambio de verdad es INDISPENSABLE que el
país sepa para donde es ese cambio y cual será la situación, en esa Venezuela
del cambio, de TODOS los venezolanos (incluidos quienes hoy son gobierno y
mañana serán oposición). Y para lograr eso, además de promover “mecanismos” hay
también que proponerle a los venezolanos un Proyecto-País y un Gobierno de
Unidad Nacional que sume a todos, que incorpore a todos, que sólo deje afuera a
aquellos pocos para quienes la violencia es un dogma… y un negocio.
NI
SUMISIÓN NI REVANCHA: ¡CAMBIO EN PAZ!
Los que queremos a Venezuela somos mayoría. No la Venezuela de la sumisión, la del
“Comando Antigolpe” y de los “CLAP”, la del silencio logrado por el miedo y por
el hambre; Tampoco la Venezuela de la revancha, la de los irresponsables que
desde un teclado ubicado a veces muy lejos llaman a otros a dejar su sangre
sobre el asfalto. Aunque unos y otros
intenten callarla o usurparla, la Venezuela que quiere y exige cambio pacífico,
cambio para bien, la Venezuela que exige soluciones y no “desenlaces”, es
ampliamente mayoritaria. A esa Venezuela
nos debemos. Por esa Venezuela seguiremos luchando, siempre, toda la vida. ¡Palante!
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