Columna publicada originalmente el domingo 8 de enero de 2017 en los diarios La Voz y 2001
Ya es legendaria la frase que el estratega James Carville convirtió en santo y seña de la
victoria del entonces joven Bill Clinton sobre el aparentemente todopoderoso
George Bush padre, en la campaña electoral norteamericana de 1992: "¡Es
la economía, estúpido!", para
señalarle cual era la clave de la victoria.
Hoy es Monseñor Diego
Padrón, presidente de la Conferencia Episcopal Venezolana, quien con palabra
pausada pero firme le dice al Gobierno y a la oposición venezolana que la clave
para mantenerse en el poder o para alcanzarlo no es atrincherarse detrás de escritorios
y privilegios, ni cabalgar sobre ambiciones
tan legítimas como no pertinentes, sino atender al reclamo urgente de los
venezolanos, hoy casi todos sumidos en situación desesperada: “Es el pueblo, estúpidos, el pueblo!”, parece
ser el subtexto del discurso con que ayer sábado este sacerdote, nacido en
Carabobo en 1939 y desde 2002 obispo de Cumaná, instaló la 107 Asamblea Anual
de los obispos venezolanos.
CLARA CONDENA AL GOBIERNO
En efecto, frente al
dolor de un pueblo que escarba en la basura para tratar de encontrar entre la
podredumbre algo con que mitigar el hambre, el presidente de los obispos
venezolanos dijo con claridad al gobierno: “En nuestro país, el 2016 ha
terminado muy mal, con gran desesperanza. El saldo está ‘en rojo’ en todos los
rubros. Casi 29.000 muertes violentas; hambre y falta de comida que solo
producen agonías y desnutrición; desabastecimiento de medicinas, que provocan
decesos y reaparición de epidemias; más de 120 presos políticos injusta e
ilegalmente privados de libertad; la corrupción generalizada, el ataque
sistémico a la empresa no oficial y a los Medios de Comunicación
independientes, la inconsulta, violenta e inconstitucional ideologización de la
educación; los intentos de anular a la Asamblea Nacional; el cierre del camino
electoral; la crisis financiera y, últimamente, la improvisación y confusión
con el uso y desuso de la moneda de mayor valor que creó gran incertidumbre y
angustia en la población, sobre todo en los más pobres”.
CRITICA DESCARNADA A LA OPOSICIÓN
Tras aclarar que “señalar
a la Santa Sede o a los Partidos políticos como supuestos responsables de que
no se haya favorecido la convocatoria efectiva del Referendo, no sólo no es
cierto, sino que le quita el peso de la responsabilidad histórica al único
responsable real: las autoridades del Gobierno Nacional y sus operadores
electorales y judiciales”, Monseñor Padrón hace una crítica abierta y
descarnada a cierta conducta política opositora que antepone intereses
particulares a las necesidades del país: “En ese
marco, por honestidad y deber de justicia, los Jefes de algunos partidos
políticos de la Oposición deberían admitir que en los días del Diálogo no se
comportaron a la altura de las circunstancias. No quisieron ‘retratarse’
hablando con un gobierno que nunca ha dado garantías reales de cumplir lo que
promete. Prefirieron preservar sus candidaturas personales de todo riesgo
político-electoral. Pero este comportamiento táctico no los libra de su
responsabilidad frente al pueblo”.
DE BANDOS EN GUERRA A SERVIDORES DEL PUEBLO
Para el Papa Francisco “la política es una de las formas más
elevadas del amor”. Pero no se refería el Santo Padre a “cualquier forma” de
acción política. No se refería ni a la política
que desde el poder encubre la corrupción y el saqueo, ni a la que desde
cualquier oposición solo busca el “quítate tu para ponerme yo”. De aclarar el punto se encarga el mismo
Francisco, cuando –tras la afirmación que une en una misma frase las palabras
“política” y “amor”- le pregunto el periodista de Vanguardia Internacional “¿Por
qué?” y vino entonces la respuesta precisa del latinoamericano que hoy es
Sucesor de Pedro: “La política es una de
las formas más elevadas del amor y la caridad, porque lleva al bien común”. Es decir, si no lleva al bien común ni es
amor ni es política: Es politiquería,
que es algo muy diferente, politiquería que incluso a veces se disfraza de
anti-política, algo de lo que el pueblo puede y debe defenderse.
NUEVO GABINETE Y DESAMOR POR EL PUEBLO
Un ejemplo claro de lo que es la politiquería, es decir, el
ejercicio de la política divorciado del bien común, es la designación de los
“nuevos-viejos” ministros del régimen:
Colocar en posiciones claves de gobierno a personas que han fracasado
estruendosamente en responsabilidades públicas que anteriormente han ejercido
(El Assaimi, Jaua, Adán Chávez, Caporales Zamora) o a personas que no tienen
experiencia o formación para dirigir esos despachos oficiales (Ramón Lobo,
Hugbel Roa) o “rotar las sillas” de quienes en sus cargos originales tampoco
hicieron nada bueno por el país (Isturiz, Farias), es la mas clara demostración
de que al régimen NO LE IMPORTA NADA el bienestar del pueblo, en tanto que la
asignación de responsabilidades ejecutivas esta determinada por el reacomodo de
los grupos de poder dentro del gobierno y no por la búsqueda de mejorar la
prestación de servicios a un pueblo que clama al gobierno no por excusas sino
por soluciones.
NUEVA AN, REESTRUCTURACIÓN DE LA MUD Y EL BIEN COMUN…
La instalación de la nueva Junta Directiva de la Asamblea
Nacional y el anunciado proceso de reestructuración de la Mesa de la Unidad
Democrática abre a la oposición venezolana una oportunidad de oro para
demostrar que hace política en vez de politiquería, es decir, que su accionar
político esta dirigida a lograr el bien común y no sólo a determinar “quien se
sienta en la silla después de Maduro” o que grupo se “posiciona” como el
“trending topic” más lisonjeado por “los duros del teclado”.
En efecto, Henry Ramos Allup acaba de concluir una gestión
brillante en la Presidencia de la AN durante un año muy difícil. Toca ahora a
un nuevo equipo llevar al Parlamento a sesionar, como dijo el nuevo Presidente
del Legislativo Julio Borges, allí donde esté el pueblo sufriente. Para eso es
necesario algo obvio: Que el Parlamento exista. Y eso implica DERROTAR EN VEZ
DE FACILITAR el inconstitucional propósito oficialista de disolver la Asamblea
Nacional.
Hacer de la reestructuración de la MUD un proceso que construya una
verdadera UNIDAD DE PROPÓSITOS, que promueva el fortalecimiento de los partidos
y que logre el establecimiento de una relación fluida y permanente de estos con
la sociedad civil organizada, es otra oportunidad que hoy tiene el campo
democrático para demostrar que aprendimos de la victoria unitaria del 2015 y de
la frustración que la dispersión produjo en 2016. Esa será la mejor respuesta a
un pueblo que clama a la oposición por resultados tangibles en vez de promesas
o “ultimatums”. ¡Palante!
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