Columna publicada el domingo 19 de marzo de 2017 en los diarios La Voz y 2001
No, no fue un
castigo. En realidad fue una oferta
amorosa. Génesis 3:19 nos recuerda cuando Dios le dijo a Adán: “Te ganarás el
pan con el sudor de tu frente hasta que vuelvas a la misma tierra de la que fuiste
sacado, porque polvo eres y al polvo volverás”.
El Padre nos habla así de humildad: Somos apenas polvo, tierra, y a ella
volveremos. Por eso, por lo efímero del poder, toda soberbia, toda prepotencia
están demás. Pero también nos habla de
grandeza auténtica: Somos tierra, es decir, somos el planeta, somos parte del
Universo, somos la Creación, somos nada más y nada menos que Hechura
Divina. Por eso todos los hombres son
hijos de Dios y, en consecuencia, hermanos entre sí. De allí que el atropello entre los hombres,
la represión y la violencia sean una ofensa al orden natural y a la voluntad
del Dios cuyo Único Hijo nos ordenó “amaos
los unos a los otros”.
Finalmente,
cuando nos dice “te ganarás el pan con el sudor de tu frente” Dios no nos “condena”
al trabajo sino que nos lo ofrece como camino de liberación: No dependerá nuestro sustento de las falsas
bondades del César que quiera distraernos con circo y manipularnos con el pan
amargo de la dádiva, no dependerá nuestra vida y la de nuestras familias de las
migajas a las que el Estado totalitario nos permita acceder a cambio de
obediencia y resignación, ¡No! Es
Palabra del Señor que tengamos autonomía, libertad, libre albedrío: Al ganarnos
el pan con el sudor de la frente es a nuestro esfuerzo a quien debemos la
alegría del sustento y la certeza del progreso.
Eso es libertad, libertad de trabajo que sólo es posible si existe
también la libertad de generar empleo de calidad, es decir, la posibilidad de
construir empresas sólidas, solventes, productivas, exitosas.
Por eso, la
libertad de empresa y la libertad de trabajo van unidas, una no puede existir
sin la otra, y ninguna de las dos puede existir si no hay democracia, es decir,
sin un sistema de gobierno que garantice el respeto a la propiedad privada (sin
la cual no puede haber empresas) y que simultáneamente garantice también los
derechos sociales y económicos del trabajador (pues sin una fuerza de trabajo
competitiva, bien remunerada y bien formada tampoco hay productividad), así
como los derechos civiles y políticos de todos los ciudadanos, en igualdad ante
la Ley.
Todo, desde los
artículos de nuestra Constitución hasta los versículos de la Biblia, todo ha
sido violado con las actuaciones obscenas del régimen de Nicolás Maduro contra
las humildes empresas familiares que desde hace generaciones producen pan
honesto para millones de venezolanos. Al
observar en los videos que circulan en las redes sociales la violencia y la
grosería del burócrata que amedrenta y hostiga a los panaderos, la inmensa
mayoría de los venezolanos llega a una conclusión clara: Ese no es el camino, la escasez de libertad
no es la solución para la escasez de pan. Al contrario, para que haya pan tiene
que haber libertad y para que haya libertad tiene que haber cambio.
1)
No
puede resolver los problemas quien ni siquiera sabe a que se enfrenta. Maduro desconoce hasta cuantas panaderías hay
en Caracas. En la Capital de la
República no hay 790 establecimientos productores de pan, como el afirmó. En la Gran Caracas hay un total de 2.398
panaderías, de la cuales 1.187 están en los Municipios Libertador, Sucre,
Chacao, Baruta y El Hatillo, 473 están en Vargas, 150 en el eje
Guarenas-Guatire, 194 en los Valles del Tuy, 198 en el eje Barlovento-Higuerote
y 196 en Los Teques.
2)
También
el gobierno revela un absoluto desconocimiento de la actividad que pretende
“reglamentar” cuando exige que “las panaderías empiecen a trabajar a las seis
de la mañana para que puedan vender el pan a partir de las 7am”. El proceso
de elaboración del pan requiere mucho mas tiempo: Tras hacer la masa y
confeccionar el pan, éste tiene que ser puesto a “reposar” para que “crezca”
por los efectos de la levadura. Sólo
luego se procede a hornear, y luego nuevamente tras hornear el pan debe reposar
hasta que llegue a una temperatura adecuada para su manejo y venta. “Detalles” como ese los desconocen quienes
nunca han trabajado y además no oyen a quienes si lo hacen.
3)
Sin
embargo el problema de fondo no es a que hora se vende el pan ni la cantidad de
establecimientos que lo expenden. El
asunto crucial es que no hay la materia prima para elaborarlo. Para atender la demanda nacional de pan, el
país necesita 120 mil toneladas
mensuales de trigo para que sea molido en los 13 molinos operativos en el país.
De esa cantidad, el gobierno solo suele traer (y no con periodicidad mensual,
sino en forma desordenada) una cuarta parte , aproximadamente unas 30 mil
toneladas, que es lo que consume mensualmente sólo la Gran Caracas.
4)
La
harina no es además el único insumo necesario para confeccionar el pan: Las panaderías necesitan además levadura,
margarina, manteca, sal y azúcar, productos todos marcados por la escasez. Para moler el trigo y producir la harina, los
molinos necesitan repuestos e insumos para mantenimiento preventivo y
reparación, productos todos que sólo se consiguen en el exterior con dólares
que, aunque son de todos los venezolanos por provenir del petróleo, el gobierno
se niega a asignar y liquidar.
Ese es el fondo
del problema, esas son las reales causas de la escasez. La pretensión necia de hacer creer que la
crisis se resolvería si en vez de hacer “cachitos” o “palmeritas” se horneara
sólo “pan canilla” se estrella contra la contundencia de los números arriba
expuestos. La tarde del viernes 17 el
régimen hizo un show mediático con la llegada al Puerto de La Guaira de un
barco con 15 mil toneladas de “trigo panadero”. Eso es apenas el consumo de 15
días solamente en la Gran Caracas.
Como todos los
demás problemas del país, el del pan tiene solución… pero no con Maduro en el
poder, es decir, no con las roscas de la ineficiencia y la corrupción
asfixiando a los venezolanos.
Por eso el
cambio además de posible es INDISPENSABLE. ¡Palante!
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