El viernes 11 de noviembre de 2016 se realizó la segunda jornada de la llama de ¨Mesa de Diálogo Nacional".
Sobre las expectativas que pudieran tenerse frente a ese encuentro alertamos en esta columna,
publicada originalmente el domingo 6 de noviembre de 2016 en los diarios La Voz y 2001.
A ver: Los
empresarios y comerciantes que, para poder adquirir materia prima, artículos y
productos terminados, lograron hasta el pasado viernes 4 comprar cierta moneda
“innombrable” en el mercado negro ( único mercado real al que tiene acceso la
mayoría no enchufada) tuvieron que pagar entre 1.800 y 2.000 bolívares por cada
una de esas verdes “lechugas”. Eso es terrible.
Pero peor aún es que el costo de lo que llamaremos “lechugas de reposición”,
es decir, el costo previsto de esa divisa para reponer tales productos e
insumos en lo que se agoten los actuales inventarios, esta calculado por el
orden de los 3.500 y hasta 4mil bolívares por unidad. Eso se llama, claro y raspado, hiperinflación. ¿Eso se acabará antes del 11 de noviembre?
¡No creemos!
Sigamos viendo: Un gobierno mala paga, maula, que le ha
quedado mal a todo el mundo, que no le ha cancelado deudas ni a los
laboratorios farmacéuticos, ni a las
líneas aéreas, ni a las ensambladoras automotrices, un gobierno que en lo único
que tiene liderazgo mundial es en corrupción y sinvergüenzura, tiene hoy
cortadas importantes líneas de crédito, y a consecuencia de ello por todo el Mar
Caribe hay barcos anclados con alimentos y medicinas que debieran ser
desembarcados en Venezuela, pero no llegan a nuestros puertos porque el mismo
gobierno que tiene dólares para financiar los lujos obscenos de los
funcionarios del régimen dice no tenerlos para pagar la comida y las medicinas
que los venezolanos necesitan con urgencia de vida o muerte. Eso se llama, claro y raspado, crisis
humanitaria. ¿Eso se acabará antes del
11 de noviembre? ¡No creemos!
Continuemos viendo. “Lo que es arriba es abajo”: La macro-corrupción de los saqueadores rojos
que se han vuelto multi-archi-mega millonarios accediendo a divisas para
realizar importaciones que nunca hicieron en realidad, o triangulando
importaciones corruptas de mercancía a punto de vencerse, con sobreprecios
grotescos y comisiones estrafalarias, sirve de marco a la corrupción de base,
la de los “camaraditas” que individualmente o en “colectivos” han colonizado
los CLAP y han transformado ese operativo (como antes los Mercados
Bicentenarios, los Mercal, los “Pudreval”, etc.) en un asqueroso antro de
corrupción. Las bolsas de comida que le
venden al pueblo nunca llegan a la totalidad de las familias censadas en las
poligonales de cada consejo comunal. Y
las que llegan están abiertas, con menos productos de los ofrecidos. Y luego
viene el malandro gobiernero a venderle a las familias, a un precio treinta
veces superior, el mismo producto que antes le robó. Eso se llama, claro y raspado, convertir en
negocio rojo la miseria generalizada.
¿Eso se acabará antes del 11 de noviembre? ¡No creemos!
Veamos especialmente esto:
Primero el régimen cedió a los pranes el control de las cárceles; Luego le cedió al hampa el control
territorial de amplias extensiones mal llamadas “Zonas de Paz”; Finalmente los
pranes se vinieron a las ciudades, y hoy existen barrios en Caracas y en todo el país donde los “luceros”
le revisan a los vecinos los teléfonos celulares al entrar y salir del barrio,
y hay que pedir permiso al pran local para recibir la visita de un familiar,
porque si los “gariteros” avistan una visita sin permiso el familiar puede
morir asesinado. Eso se llama, claro y raspado, el imperio del hampa común
alcahueteada por el hampa política. ¿Eso
se acabará antes del 11 de noviembre? ¡No creemos!
Entonces, ¿Qué va a pasar DESPUÉS del 11 de noviembre?
Obvio: El régimen se va a seguir
derrumbando, y el pueblo venezolano va a seguir luchando para salir de esta
desgracia. El régimen va a seguir usando
las únicas herramientas que le quedan, la violencia represiva y la violencia
simbólica: Con la violencia represiva (tanto la física como la institucional)
seguirán persiguiendo y reprimiendo a todo el que defienda al pueblo y a la
Constitución, y con la violencia simbólica, con sus discursos y amenazas,
seguirán intentando dividir, desmoralizar y desmovilizar al pueblo democrático. Por nuestra parte, vamos a seguir luchando
incansablemente, firmemente, CONSCIENTES DE QUE AL RÉGIMEN HAY QUE ENFRENTARLO
CON ESTRATEGIA QUE LO DERROTE, NO CON IMPACIENCIA QUE LO ATORNILLE.
Lo que va a pasar después del 11 de noviembre es que el
pueblo democrático venezolano va a seguir ganando (¡Si! A SEGUIR GANANDO,
porque tener hoy al Vaticano involucrado en el conflicto venezolano es una
victoria del pueblo democrático, y también lo es haber sentado en una mesa a un
régimen que ni siquiera quería reconocer la existencia y legitimidad de la
mayoritaria oposición). Vamos a seguir
luchando para recuperar el derecho al voto,
vamos a desalojar democráticamente a Maduro del poder, vamos a vivir un
exitoso proceso de transición a la democracia y vamos reconstruir esta
Venezuela nuestra. Y lo vamos a hacer
luchando en las calles, pacífica y enérgicamente, y luchando desde las
instituciones ya liberadas, como la Asamblea Nacional, y luchando también desde
los espacios en que podamos desenmascarar a la dictadura y dejarla en evidencia
ante el mundo, como la Mesa de Diálogo.
Somos un inmenso y mayoritario país desarmado enfrentando a
una cúpula minúscula y cruel, armada hasta los dientes. A esa cúpula se la está comiendo el malestar
social que a su vez es producto del hambre y de la inseguridad. Pero los venezolanos no podemos esperar que
el régimen caiga por su propio peso: El
cambio es urgente, porque cada día que pasa son vidas que se pierden por
hambre, por falta de medicinas, por la inseguridad. Por eso lo que viene es lucha. No hay
“soluciones mágicas”: Pidiendo una partida de nacimiento no se desaloja del
poder a una dictadura, ni una marcha al Palacio de Gobierno será la “batalla
final”. Aquí lo que viene es un país
unido, movilizado, enfrentando pacífica y democráticamente en TODOS los
espacios a un régimen que ni es pacífico ni es democrático, pero que ya no
tiene ni respaldo popular ni apoyo internacional para continuar saqueando a
Venezuela.
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